Algo que puede preocuparnos a todos en algún momento de la vida es el envejecimiento. Podemos aceptarlo con más o menos naturalidad, pero lo que sin duda querríamos evitar es que llegue de manera anticipada y nos haga parecer y sentirnos mayores de lo que somos. El envejecimiento prematuro se manifiesta especialmente en la piel, pero se puede evitar conociendo los factores que aceleran el proceso degenerativo y las medidas de estilo de vida que favorecen el buen aspecto y la salud durante muchos años.

por qué envejece la piel

El paso del tiempo trae aparejados una serie de cambios, tanto estructurales como funcionales, en todos los órganos y, entre ellos, la piel. Para comprender la diversidad en las manifestaciones del envejecimiento cutáneo, primero debemos recordar que la piel tiene tres capas. De fuera hacia dentro, estas capas son:

  1. La epidermis es la capa que podemos tocar, es nuestra «barrera» de protección frente a los gérmenes, la radiación ultravioleta, los productos químicos dañinos y los traumas. También evita la pérdida de agua, la deshidratación.
  2. La dermis es la capa intermedia que confiere una consistencia firme y tersa a la piel. Es como un colchón con resortes, hechos de fibras de colágeno y elastina, que brindan resistencia y elasticidad, y con un relleno formado principalmente por ácido hialurónico, que atrae el agua para mantener la hidratación.
  3. La hipodermis es la capa más profunda y está formada por grasa subcutánea, que amortigua los golpes, aísla del frío y el calor, y sirve también como reserva energética para el organismo.

Ahora podremos comprender de qué manera el envejecimiento cutáneo afecta a estas tres capas de la piel y produce los efectos que tanto tememos: arrugas, flacidez, manchas y deshidratación.

Principales síntomas de envejecimiento de la piel

Cuando la epidermis se adelgaza por el menor recambio celular y una reducción en la producción de grasas, y además recibe menos oxígeno de la capa subyacente, se vuelve más áspera, se reseca, pierde brillo y se torna más sensible a la radiación solar, con aumento de riesgo de aparición de manchas.

También es menos eficiente para cicatrizar las heridas. La dermis se adelgaza por ruptura y desorganización de sus fibras de colágeno y elastina, y por la reducción del ácido hialurónico. Esto se manifiesta en forma de arrugas, menor elasticidad y mayor facilidad para sufrir ruptura de capilares sanguíneos con aparición de arañitas vasculares (telangiectasias) y hematomas.

La capa de adiposidad subcutánea también pierde volumen, lo que se aprecia, por ejemplo, en el hundimiento de las mejillas y la formación de arrugas profundas.

En la mayoría de los casos, los primeros signos de envejecimiento cutáneo comienzan sobre los 25 años, se intensifican con cada década y se profundizan con el cambio hormonal que ocurre después de la menopausia.

Causas del envejecimiento prematuro de la piel

Este proceso natural depende, en parte, de la genética (que determina algunas características de la piel) y la edad. Pero son más relevantes los factores externos que forman parte de nuestro estilo de vida:

  • Las radiaciones, principalmente la radiación solar de tipo ultravioleta (RUV), pero también la luz azul de las pantallas de móviles y ordenadores. Sí, este tipo de luz es capaz de penetrar en la piel y provocar estrés oxidativo.
  • La contaminación, especialmente el humo de coches y fábricas.
  • El alcohol, el tabaco y otras drogas, debido a sus compuestos químicos prooxidantes.
  • Las temperaturas extremas, tanto el calor como el frío
  • La nutrición inapropiada, rica en ultraprocesados y pobre en antioxidantes, que se encuentran sobre todo en los vegetales.
  • El estrés, tanto de tipo psicológico como físico.
  • La falta de sueño reparador, con dificultad para conciliar o mantener el sueño.
  • Las enfermedades crónicas (sobrepeso y obesidad, diabetes, hipertensión, etc.) y la inflamación crónica de bajo grado.

Todos estos factores contribuyen a un proceso conocido como estrés oxidativo, que produce la liberación de moléculas denominadas radicales libres, capaces de causar daño a diversos componentes de la célula, incluyendo sus lípidos y proteínas, como el colágeno y la elastina.

Cómo prevenir el envejecimiento prematuro

Hasta el 75 por ciento del envejecimiento de la piel está causado por factores extrínsecos ambientales, no genéticos, que podemos controlar. Por tanto, tenemos un margen amplio para mejorar nuestros hábitos de manera que contribuyan a la conservación de una piel sana y atractiva.

No es solo una cuestión estética, cuidar la piel de manera natural e integral es mimar el organismo en su totalidad. Los efectos beneficiosos de los hábitos saludables se reflejan en la piel, pero llegan hasta la última célula del organismo.

Podemos intervenir en aquellos factores que dependen de nosotros y están a nuestro alcance día a día.

Alimentación para mantener la piel joven

Llevar una dieta equilibrada, libre de ultraprocesados y basada en la ingesta de abundantes antioxidantes vegetales que neutralicen el efecto de los radicales libres es fundamental.

Este efecto antioxidante lo poseen el betacaroteno (que se transforma en vitamina A), las vitaminas C y E, el zinc, el selenio, la luteína y los licopenos. También son antioxidantes y antiinflamatorios decenas de compuestos vegetales, como los ácidos grasos omega-3, los polifenoles y los flavonoides, como el resveratrol, compuesto que se encuentra en la piel de la uva negra, reduce el efecto dañino de la radiación solar, aumenta la elasticidad de la piel y disminuye las arrugas. Los siguientes alimentos contienen todos estos compuestos:

  • Frutas y vegetales de diversos colores: Los más ricos en antioxidantes son arándano, fresa, açaí, cereza, frambuesa, mora, grosella, baya de goji, uva, naranja, mango, papaya, sandía, kiwi, granada, melón, albaricoque, pimiento rojo, tomate, col, espinaca, brócoli, calabaza, zanahorias, boniato, calabacín, alcachofa, remolacha, ajo, cebolla y puerro.
  • Frutos secos: Nuez, almendra, pistacho, macadamia, avellana, anacardo y piñón.
  • Semillas: Chía, sésamo, lino, girasol y cáñamo.
  • Legumbres: Especialmente las alubias rojas y negras
  • Aceites: Aceite de oliva virgen extra y aceite de lino.
  • Infusiones y bebidas: té verde, té rojo, té kombucha.
  • Especias: Canela, cúrcuma, cayena y cacao puro.

 

Evitar las agresiones externas y factores de riesgo

  • Evitar por completo el tabaco, que daña directamente la piel y aumenta el causado por el sol.
  • Protegerse de las radiaciones solares mediante cremas con factor de protección 50+ en verano y 30+ en invierno, que cubran un amplio espectro de radiación: UVA, UVB, IR (infrarrojo) y HEVL (luz visible). Es recomendable elegir un producto con certificación natural o ecológica. Recuerda renovarla cada dos horas y después de salir del agua. Además, viste prendas que cubran tu piel, gorro y gafas de sol. Y, siempre que puedas, escoge la sombra. Un suplemento de Polypodyum leucotomos de 360 mg diarios puede reducir la inflamación de la piel y aumentar la protección frente a la radiación solar.
  • Protegerse de la luz azul, limitando el tiempo que se pasa frente a las pantallas. Utiliza apps que proveen filtros de luz azul y recuerda que existen cremas fotoprotectoras que filtran la luz visible, incluida la luz azul (llevan las siglas HEVL en su envase).
  • Evitar la sequedad ambiental causada por el exceso de calefacción o aire acondicionado. Si la humedad baja del 50%, asegúrate de tener un humidificador.
  • Controlar el estrés con herramientas como el mindfulness, taichí, chikung, yoga, baile, etc.
  • Dormir sin interrupciones y profundamente. Recuerda que todas tus células, incluyendo las de la piel, se renuevan por la noche.
  • Elegir cosmética natural y suave, y evitar el uso de jabones, alcoholes, abrasivos o exfoliantes que dañan la barrera cutánea.
  • Realizarse chequeos con tu médico de cabecera para prevenir patologías o tratarlas a tiempo, y con tu dermatólogo para detectar precozmente cualquier lesión maligna que pudiera aparecer.

Rutina natural diaria para rejuvenecer la piel

El objetivo de la rutina es protegerse de la contaminación, la radiación y otros factores oxidantes que te encontrarás durante el día al salir de casa. Además, proporcionará a la piel los elementos necesarios para regenerarse.

  • Por la mañana: Como por la noche la piel expulsa impurezas, conviene comenzar limpiándola con una leche o un agua micelar. Elige el producto natural o ecológico certificado que mejor se adapte a tu tipo de piel. Luego, aplícate una crema que contega ingredientes antioxidantes como la coenzima Q10, vitamina E, vitamina C, extracto de granada, extracto de té verde, resveratrol, etc.
  • Durante el día: Bebe abundante agua e infusiones de té verde. Come frutas y vegetales de distintos colores. Al llegar a casa, Retira el maquillaje, la suciedad y las células muertas con la leche limpiadora o el agua micelar.
  • Por la noche: Aplícate una crema reparadora e hidratante con ácido hialurónico, retinol, péptidos, factores de crecimiento y alfahidroxiácidos (estos se deben evitar en verano). Luego, utiliza de nuevo un sérum o crema con antioxidantes. Date pequeños golpecitos y un suave masaje antes de acostarte. Además, puedes ambientar el dormitorio con aceites esenciales de lavanda, bergamota o manzanilla.