Cuando decimos que “solo” tenemos sexo con alguien es para dejar claro a ese alguien y a los demás que esa persona no es importante para nosotros. Es toda una declaración de intenciones para que él o ella sepa que no sentimos nada bonito o especial, ni lo vamos a sentir.

De alguna manera estamos avisando de que es una relación sin importancia que no va a crecer, ni tampoco va a durar, de que nuestras vidas no se van a ver en absoluto afectadas. Porque no es una relación, es “solo sexo”.

Decimos que es “solo sexo” cuando en realidad lo que queremos decir es que no estamos enamorados de la otra persona, ni la vamos a querer jamás, ni queremos profundizar en la relación. Con esa persona podemos tener sexo, pero no nos vamos a desnudar para follar.

 

Amor de cuerpo sin alma

Cuando decimos que con alguien “no hay nada más que sexo”, en realidad lo que queremos decir es que solo nos vamos a relacionar con su cuerpo, no con la persona que hay en el cuerpo.

Esta idea de la separación del cuerpo y el alma viene de Platón y la hemos heredado de la cultura cristiana que desprecia el cuerpo, el erotismo y el placer, que cree que el deseo sexual es una necesidad fisiológica tan aberrante como comer, orinar o defecar.

Así que nosotros también creemos que el sexo es algo sucio que podemos hacer con cualquiera y que el amor en cambio es algo hermoso que solo se hace con gente especial. Por eso decimos que una relación es “solo sexo” cuando queremos dejar claro que algo es nada.

Decimos que “solo es sexo” cuando no tenemos la intención de conectar con la otra persona a un nivel personal, cuando no nos interesa conocerla, cuando no nos queremos asomar a su yo más íntimo.

Cuando decimos que solo es sexo, también solemos dar a entender que la persona con la que estamos no es una persona de la que uno se pueda enamorar. Bien porque estamos en un momento de nuestras vidas en las que no necesitamos relaciones bonitas, bien porque creemos que la otra persona no cumple las condiciones necesarias para ser cuidada y querida.

Decir que “solo tienes sexo” con alguien, en definitiva, es una forma de negar o degradar la relación, de distinguir entre la gente que merece la pena y la que no. Es una forma de discriminar las relaciones importantes de las que no lo son.

Una etiqueta para jerarquizar las relaciones

Tanto los monógamos infieles como los poliamorosos utilizan este concepto para que su pareja principal crea que la amante es un ser inferior que no tiene ninguna importancia en su vida.

Aclarar que es “solo sexo” es una forma de decir que a la relación le falta algo. Le falta profundidad, le falta cariño, le falta ternura. Una relación en la que “solo hay sexo” es una relación en la que no hay cuidados, ni los habrá.

"Es solo sexo" es una forma de reducir una relación entre dos seres humanos a un simple frotamiento de genitales que acaba en eyaculación.

El sexo es una de las formas de relación más íntima y hermosa del mundo pero nuestra cultura judeocristiana cree que el sexo es pecado, que el placer es lo peor y que cuando nos juntamos de dos o en dos o en grupo para tener sexo somos igual que los animales (como si nosotros no fuéramos animales, o como si fuéramos superiores a ellos).

Cuando rebajamos una relación a la categoría “es solo sexo” queremos decir que nos lo pasamos bien con alguien que no nos parece lo suficientemente valioso para ser querido o amado.

Es una forma de categorizar las relacionesque tenemos en base a jerarquías afectivas: a mi novia la amo, pero con esta otra mujer solo es sexo.

Una se merece amor, a la otra solo la utilizo para descargar mis líquidos en algún agujero. Una se merece todo, la otra nada.

El mejor salvoconducto para el infiel

Muchos hombres creen que si son infieles y les dicen a sus parejas que solo hubo sexo, serán perdonados con más facilidad porque están dejando claro que la otra mujer pertenece a una categoría inferior y que, por lo tanto, no es un peligro para la mujer oficial.

Es decir, la mujer a la que se utiliza para tener sexo no es una señora ni se merece el mismo respeto que la señora, y no es una amenaza para ella porque no le llega ni a la suela de los zapatos.

Los hombres patriarcales creen que unas mujeres son para casarse y fundar una familia, y otras, en cambio, solo son para tener sexo, es decir, para desahogarse y eyacular.

Y así pueden tener ambas cosas: cuando cada mujer tiene claro a qué clase pertenece, ya sabe qué puede exigir al hombre y qué no.

¿Conformarse con el sexo o exigir algo más?

Los problemas vienen cuando una mujer con la que “solo hay sexo” quiere ser algo más, cuando no se resigna a su bajo status, cuando quiere ser valorada y amada por el hombre que la ha colocado en tal indigno lugar.

Cuando se enamoran de ellos, sufren. Quieren ser las novias, no quedarse en la categoría de amante. Quieren el trono. Y como en los cuentos que nos cuentan nos han hecho creer que “la que lo sigue, lo consigue”, pues ahí se quedan, dando sexo y esperando recibir amor a cambio.

A las mujeres nos hacen creer que si amamos al macho con devoción y le demostramos que podemos ser unas buenas esposas, si somos pacientes y entregadas, si somos sumisas y nos portamos bien, quizás podamos ser elevadas de categoría y así dejar de ser solo un objeto para uso sexual.

Para los machos el sexo y el amor son cosas diferentes, y resulta que mujeres dispuestas a tener sexo para probar a ver si son elegidas como esposas y madres de los hijos, hay miles, millones. El tema es que casi ninguna quiere quedarse ahí, como servidora de sexo, porque sabe que puede ser sustituida en cualquier momento.