Se dice que la candidiasis es la micosis o infección por hongos más frecuente en todo el mundo, en los seres humanos y en los animales de sangre caliente. Su aparición en la boca es habitual en los niños –lo que popularmente se conoce como muguet–, y se calcula que entre un 55 y 75 por ciento de las mujeres sufren candidiasis vulvovaginal al menos una vez en la vida; de ellas, entre un 40 y 50 por ciento con episodios recurrentes.

La infección se produce cuando el hongo Candida albicans prolifera en exceso. Este hongo forma parte de la flora normal del cuerpo; se presenta ya en los primeros días de vida y habita en el tracto intestinal (salvo el estómago), la boca, la laringe, la faringe y las mucosas genitales.

En la vagina puede convivir en equilibrio con la abundante y rica flora de Döderlein. Pero cuando esta flora normal se desequilibra, la cándida se multiplica y causa problemas. Favorecen ese desequilibrio cambios en el pH vaginal, procesos debilitantes, la malnutrición, las inmunodeficiencias, los tratamientos prolongados con corticoides, antibióticos, anticonceptivos o fármacos citotóxicos, o la presencia de estos en la dieta, y las alteraciones previas de la piel o las mucosas.

En la candidiasis vaginal los síntomas más comunes son inflamación, picor o quemazón y flujo abundante. El diagnóstico se basa en los síntomas y el examen al microscopio. Si la infección se repite se aconseja, además, realizar un cultivo para aislar el hongo concreto y ver a qué fármacos es sensible.

Algunos hábitos que pueden favorecer la candidiasis

Algunos hábitos y prácticas aumentan el riesgo de que reaparezca la infección. Entre ellos, un elevado consumo de dulces y alimentos ricos en carbohidratos simples o harinas desnaturalizadas, el uso de anticonceptivos orales altos en estrógenos, diafragma, dispositivo intrauterino, esponjas anticonceptivas y espermicidas, las duchas vaginales y algunas prácticas sexuales, como el sexo oral frecuente, el coito anal, tener un gran número de parejas sexuales o el coito en la menstruación.

La infección sucede a veces al uso de antibióticos, que destruyen la flora intestinal. Otros factores que pueden influir son el estrés, el tabaquismo, la insatisfacción o una autoestima baja. Por otro lado, ciertos problemas de salud pueden favorecerla, como la diabetes, alteraciones en la tolerancia a la glucosa en personas no diabéticas, un índice de masa corporal (IMC) elevado o la inmunosupresión por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

Un primer abordaje para combatir la infección

A veces el tratamiento puede ser sencillo: se consigue recuperar el equilibrio con lavados que cambien el pH, de vinagre o de bicarbonato sódico. Así se solucionan muchas infecciones locales, pero cuando estas se repiten o hay una afectación general, se debe pensar en un tratamiento más amplio.

Entre los fármacos antifúngicos utilizados con más frecuencia están los azólicos: el ketoconazol, el fluconazol y el clotrimazol. En la actualidad hay, además, antimicóticos obtenidos de hongos y actinomicetos, como la equinocandina y la nikomicina, que parecen efectivos pero que no están exentos de efectos secundarios y se encuentran todavía en fase de experimentación.

El clotrimazol o la familia de los azoles pueden ser eficaces en una candidiasis leve o puntual, como el vinagre o el bicarbonato, pero muchas veces resultan insuficientes. En ocasiones basta cambiar un antifúngico por otro. El problema es que a menudo se generan resistencias y la infección reaparece.

Un enfoque más integral: fortalecer el organismo

Ante las candidiasis de repetición muchas personas acaban buscando ayuda en alternativas más integradoras que abordan el problema de una forma mucho más global, tratando no solo la infección local sino también los desequilibrios que favorecen su aparición.

De hecho, dado que la candidiasis vulvovaginalrecidivante resulta difícil de tratar, es prudente incorporar modalidades de tratamiento complementario al tratamiento convencional.

Estos tratamientos pueden ayudar a reducir las resistencias para ser sensibles al tratamiento, así como aportar buenos alimentos fortalecedores del organismo que lo hagan menos vulnerable y más capaz de recuperarse.

Por otro lado, uno de los problemas al abordar la candidiasis es que a menudo se receta el antifúngico sin realizar un cultivo con antibiograma. Esta prueba permite asegurarse de que se prescribe un fármaco al que se es sensible, en lugar de uno al que quizá ya se hayan generado resistencias. Pero a veces las esporas de cándida saben protegerse en el organismo del antimicótico que se está usando, por lo que, si no cambian las condiciones ambientales, es fácil que igualmente reaparecezcan.

En este contexto hay quien habla de candidiasis crónica. Los hongos, al proliferar durante tiempo, cambian la composición de la flora y dañan las paredes intestinales al fijarse a ellas con sus raíces. Esto provoca inflamación y aumenta la permeabilidad intestinal, lo que puede derivar en muchos otros problemas, como alergias, problemas digestivos, alteraciones del ánimo… Se crea así un organismo debilitado que entra en una especie de círculo vicioso.

Medidas que ayudan a prevenir las recaídas

Las personas que ya han padecido candidiasis pueden tener en cuenta ciertos aspectos para evitar las recaídas.

  • La parte más importante de una buena prevención es plantearse un entrenamiento para el fortalecimiento general del organismo. Para ello hay que respetar el descanso y el sueño y realizar ejercicio, aumentando la intensidad de forma gradual. También pueden ser útiles la práctica del ayuno y una dieta justa en calorías y vegana, así como una buena adaptación al medio ambiente, que se promueve con un entrenamiento progresivo con frío y calor para que el organismo aprenda a soportar los cambios climáticos.
  • También se puede recurrir a métodos de relajación, meditación, respiración profunda, yoga, visualizaciones dirigidas y autohipnosis para reducir el estrés y cuidar el bienestar emocional y espiritual. esto mejora la respuesta inmunitaria.
  • Conviene llevar una alimentación sana, pobre en azúcares simples y harinas refinadas, y preferiblemente ecológica; consumir ajo y un tipo de yogur que contenga lactobacilos a diario; y tomar a diario proconceptivos bióticos con múltiples especies activas de lactobacilos.
  • Se debe considerar suspender los anticonceptivos orales con dosis altas de estrógeno. Los antibióticos solo deben usarse si son imprescindibles y, en ese caso, proteger la flora con probióticos antes, durante y después del tratamiento.
  • Debes evitar prácticas como las duchas vaginales o introducir agua en el interior de la vagina destruye la flora vaginal. También se aconseja evitar el sexo oral.
  • Para controlar los niveles de azúcar, el ejercicio es útil en personas con un IMC alto o alteraciones en la tolerancia a la glucosa.

Cómo cambiar la alimentación

La alimentación es uno de los aspectos que más conviene atender para prevenir la candidiasis o complementar el tratamiento. La relación entre el consumo excesivo de azúcares refinados con la propensión a la infección se ha deducido por la frecuencia con que se da en diabéticos mal controlados.

Además, la candidiasis no es habitual en personas sanas que toman gran cantidad de hidratos de carbono complejos. Se propone, pues, suprimir los hidratos de carbono refinados. La dietas radicales que excluyen todos los hidratos de carbono o alimentos concretos como fermentados o setas no han demostrado ser más eficaces.

Como el aumento en la ingesta calórica es otro factor de riesgo, se aconseja una dieta ligera y no tomar grasas animales o calentadas.

Yogur y probióticos

Los probióticos son complementos que contienen bacterias vivas, que colonizan el intestino y favorecen una microflora normal saludable. Para que sean de utilidad, deben contener Lactobacillus acidophilus.

También es eficaz el yogur, como alimento o aplicado por vía intravaginal. En un estudio se observó que 240 ml diarios de yogur con L. acidophilus disminuyen tanto la colonización como la infección por cándidas.

En otro estudio se demostró que 150 ml diarios de yogur con L. acidophilus protegen eficazmente frente a la candidiasis vulvovaginal de repetición en comparación con el yogur pasteurizado. Se pueden tomar 240 ml de yogur al día, en una o dos veces; la aplicación por vía intravaginal se puede realizar con un tampón.

Otras ayudas naturales que no gustan a las cándidas

Aparte del vinagre, el bicarbonato o el yogur, a nivel local existen otros remedios naturales que combaten la infección, como la tintura de yodo, el bórax, el propóleo o plantas medicinales como el ajo o el árbol de té, aunque también se ha estudiado el efecto antifúngico de otras, como la granada (Punica granatum), el árbol del cepillo de dientes (Streblus asper), el neem (Azadirachta indica) o la uva (Vitis vinifera). Veremos después cómo utilizar algunas de ellas.

La aplicación intravaginal de 600 mg de ácido bórico una vez al día durante 14 días es eficaz en las infecciones por Candida glabrata, con tasas de éxito del 70%. Sin embargo, el ácido bórico se relaciona con anomalías fetales: no debe usarse en el embarazo ni cuando se está buscando.

Tampoco debe ingerirse por vía oral, aunque no debe usarse en el embarazo ni cuando se está buscando. A veces se ha propuesto el lavado intestinal con hidroterapia de colon, pero se trata de una solución momentánea: se limpia el organismo de las cándidas pero estas se recuperan rápidamente si el medio les es favorable.

Las plantas medicinales más eficaces

1. Ajo fresco o en extracto

En estudios in vitro se ha demostrado que el ajo (Allium sativum) tiene propiedades anticandidiásicas. Los preparados orales de extracto de ajo fresco y de extractos liofilizados también resultan eficaces. Hasta el momento no se han llevado a cabo estudios en seres humanos.

  • Dosis: no se ha establecido para la vulvovaginitis. Sin embargo, se pueden tomar extractos liofilizados de ajo en una dosis de hasta 500 mg, dos o tres veces al día.
  • Precauciones: las aplicaciones tópicas de ajo pueden ser molestas y ocasionar quemaduras en la piel o mucosas.

2. Aceite del árbol del té

El aceite de árbol de té (Malaleuca alternifolia) es originario de Australia y su principal componente es el terpinol. Ha demostrado actividades antimicóticas en estudios in vitro, equivalentes a las de ketoconazol, econazol y miconazol. También se ha observado en estudios in vitro que resulta eficaz contra especies de cándida resistentes al fluconazol.

No existen estudios en seres humanos sobre el aceite de árbol de té para el tratamiento de la candidiasis vulvovaginal.

  • Dosis: un preparado de aceite de árbol de té al 10%, en aplicación tópica todos los días.
  • Precauciones: se sabe que produce dermatitis alérgica. Antes de su empleo se recomienda realizar pruebas sobre la piel.

3. Una solanácea

La saponina SC-2, obtenida a partir de Solanum chrysotrichum, mostró un porcentaje de eficacia clínica terapéutica similar al del ketoconazol, mejor porcentaje de eficacia micológica, incluso con Candida albicans resistente, y un 100% de tolerabilidad.

4. Pachuli

El pachuli (Pogostemon cablin), una planta que se utiliza sobre todo como esencia y perfume, es un buen antimicótico demostrado en cultivos de laboratorio y estudios en ratas. Todavía no se ha probado en seres humanos.