Desde pequeños aprendemos a medir el curso del tiempo. Antes de comprender las abstracciones del reloj, nos sorprenden las misteriosas noches que dan paso a un nuevo día. Y nos ilusionamos luego con la esperada celebración de los cumpleaños. La vida se convierte entonces en una aventura que atraviesa veranos precedidos por primaveras y a los que siguen las hojas caídas del otoño, hasta llegar al invierno con sus reales o imaginadas nieves.

Lo que nos extraña y a la vez nos tranquiliza es que todo se repita, que haya muchas navidades y domingos por delante. Así descubrimos que el tiempo es cíclico

La semana viene a ser un término medio entre el corto día y los largos años. Marca las diversas actividades, primero en el colegio y después en el resto de nuestra vida. Por eso, cuando un anciano empieza a no saber el día de la semana es signo de que su participación en la vida y la sociedad va disminuyendo.

No sabemos quién inventó la semana, pero es todo un acierto: un ritmo que armoniza trabajo y descanso, un espacio donde hay tiempo para casi todo. Recuerdo haber leído que en Rusia alguien pensó en abolir la semana y el descanso dominical por considerarlos imposiciones religiosas. El resultado de tal experimento fue un desastre.

La semana supone la aplicación de un patrón natural que delimita la infinitud del tiempo, humanizándolo

Cada uno de sus siete días se puede asociar con algunas tendencias psicológicas, aspectos de nuestra mente que podemos potenciar o que corren el riesgo de desequilibrarse y debemos cuidar especialmente. No es casual que sean siete días, y es que el número siete está cargado de simbolismo. Pero antes veamos un poco el origen de la semana y significado, porque todo está relacionado.

Por qué organizamos el tiempo en semanas

Al parecer, el origen de la semana hay que buscarlo en Babilonia, donde solían abstenerse de trabajar los días 7, 14, 21 y 28 de cada mes. 

Esa semana pasó a los judíos, que descansaban el sábado, día en que concluía su semana. Había una semana planetaria originada en Babilonia y traspasada a Egipto y Roma, que comenzaba el sábado (día de Saturno, el planeta más alejado).

Los cristianos celebraron la fiesta en domingo para diferenciarse de los judíos y para conmemorar la Resurrección de Cristo acontecida el primer día después del sábado. En el año 321, el emperador Constantino impuso el domingo como día de descanso.

Los días de la semana toman sus nombres del sistema solar

La denominación actual de los días de la semana deriva, en la época romana, del nombre de los cinco planetas visibles más el Sol y la Luna. Así tenemos:

  • Lunes: die lune
  • Martes: die martis
  • Miércoles: die mercuri
  • Jueves: die jovis
  • Viernes: die veneris
  • Sábado: die sabbati
  • Domingo: die dominici o día del señor

En otras lenguas se ve más claramente la relación del domingo con el Sol (Sunday en inglés y Sonntag en alemán), o del sábado con Saturno (Saturday).

Por su parte Tuesday (martes) proviene de “Tiw's day” (dios de la guerra teutón), Wednesday (miércoles) de “Wotan's day”, Thursday (jueves) de “Thor's day” y Friday (viernes) de “Frigg's day”. El paralelismo entre estos dioses nórdicos y los romanos que dan nombre a los días de nuestra semana es notable.

El ciclo semanal tiene también relación con el movimiento lunar, pues cada uno de sus cuatro periodos dura unos siete días (7x4=28).

Cómo nos influyen las semanas de siete días

El ciclo semanal puede influirnos básicamente de dos maneras:

  • Una, al estructurar nuestras actividades desde que nacemos y aun a través de las generaciones que nos precedieron. Hay cosas que es mejor hacerlas un día concreto de la semana, sea por seguir la corriente o porque cuadra mejor con nuestra manera de ser.
  • Y dos, porque la semana, lo hemos visto al tener en cuenta su simbolismo, refleja un ritmo cósmico septenario. Es decir, que lo que la semana representa para nosotros sucede también a otra escala y en otros planos de la realidad.

Puede ocurrir que una persona tenga una especial afinidad por un día de la semana que le sea propicio o nefasto, aunque lo habitual es no reparar en ello. Este tema se presta a explicaciones biorrítmicas o incluso astrológicas (la llamada astrología horaria), pero no vamos a adentrarnos en ellas (un terreno, por lo demás, resbaladizo).

Un ejemplo famoso es el de Cristóbal Colón, quien en sucesivos viernes partió de Palos, avistó las primeras aves, llegó a América, entró triunfal en Barcelona, plantó una cruz en Puerto-Santo, puso nueva vela para España y volvió a entrar en el puerto de Palos.

La energía de cada día de la semana sobre la mente

Los antiguos atribuían a los días de la semana una signatura astral que podemos ver como simple curiosidad histórica o como motivo de reflexión. Los nombres de los días de la semana derivan, como hemos visto, de los astros con los que estaban vinculados. Si se consideran esos cuerpos celestes como personificaciones de ciertas fuerzas, cada día puede ser una ocasion para desarrollar potencialidades o no incurrir en algunos errores.

En efecto, los siete planetas no deberían tomarse en sentido literal, sino como representación de siete fuerzas cualitativas que operan tanto fuera como dentro de nosotros. Estas son algunas relaciones tradicionales de ciertos aspectos que podríamos llamar "cosmopsicológicos":

Psicología de los días de la semana

Día de la semanaAstro relacionado Cualidades que se potencianActitudes que te pueden afectar
LunesLuna

Imaginación

Inspiración

Pereza

Mentira

Ser "veleta"

MartesMarte

Coraje

Tenacidad

Lealtad

Cólera

Brutalidad

MiércolesMercurio

Actividad

Iniciativa

Comunicación

Envidia

Superficialidad

Cinismo

JuevesJúpiter

Sentido común

Rectitud

Glotonería

Venganza

Convencionalismo

ViernesVenus

Amor

Armonía

Seducción

Lujuria

Ser demasiado influenclable

SabadoSaturno

Paciencia

Prudencia

Responsabilidad

Avaricia

Tristeza

Desconfianza

DomingoSol

Dignidad

Generosidad

Orgullo

Ambición desmedida

 

El poder de cómo será tu día lo tienes tú

No se trata de que cada día de la semana haya que hacer determinadas cosas, evitándolas el resto. Hay que verlo, mejor, como temas de meditación que pueden servir para equilibrar nuestras inclinaciones.

Pongamos el ejemplo del lunes, al que se atribuye una naturaleza lunar:

  • Los riesgos relacionados son la pereza y la ensoñación. No es extraño: tras el domingo, a veces se puede hacer cuesta arriba volver al trabajo.
  • La cualidad que se potencia será la imaginación, la capacidad creativa que nos hace ver las cosas con ojos nuevos. Pero si esta imaginación, que debe partir de datos objetivos, se deja a sus anchas podemos caer en la fantasía arbitraria que nos desconecta de la realidad.

Algo similar podría decirse de la confusión entre la sensualidad venusiana (día viernes) y la sexualidad compulsiva. La primera se proyecta plácidamente en todas las cosas y la segunda se concentra en lo puramente genital.

Cada tema sería susceptible de un análisis semejante, lo que sugiere que los defectos muchas veces son virtudes que se han exagerado, desviado o degradado. Y que es deseable que vuelvan a estar en equilibrio, tal como sugiere el simbolismo de la semana.

También es importante darse cuenta de que la semana puede ser algo así como una síntesis de lo que va a suceder a lo largo de nuestra existencia. Por eso conviene que haya de todo: trabajo, descanso, ocio, familia, amistad, alegría con su poco de tristeza, vida interior... Y, sobre todo, muchos momentos de paz, sin dejar demasiadas cosas para más adelante.

Así, cada semana será lo que en realidad es: un nuevo regalo de la vida.