La felicidad no es algo que debamos encontrar, es algo que debemos cultivar. Esta es la gran lección con la que me quedo tras haber tenido la suerte de entrevistar a Enric Corbera, psicólogo y creador del método Bioneuroemoción, una propuesta que aúna psicología, espiritualidad y conciencia para ayudarnos a mirar hacia adentro y sanar desde ahí.
Corbera lo ha vivido en carne propia. Atravesó duelos, crisis y pérdidas, como hacemos todos, pero por el camino comprendió que las heridas no nos definen, son puentes hacia la transformación personal. En esta entrevista que concede a Cuerpomente habla sin dogmas sobre gratitud, coherencia emocional y el verdadero sentido del éxito, mientras intentamos, a tientas, vislumbrar el secreto de la auténtica felicidad.
Vivir con coherencia
-Usted habla mucho sobre la "coherencia emocional". ¿Qué implica realmente vivir en coherencia?
Para gestionar un estado de salud física y emocional, la coherencia es la clave. Ser coherente implica sentirse responsable de las decisiones que tomas, aunque a los demás no les guste. Engañarse a uno mismo envenena el alma, afecta a la mente y entristece el corazón.
Vivir en coherencia emocional significa que lo que piensas, sientes, dices y haces está alineado. Es actuar en sintonía con tus valores más profundos, con autenticidad y sin contradicciones internas. Es vivir desde un centro de verdad interna, no desde la máscara del deber, el miedo o el condicionamiento.
-¿Qué señales nos indican que estamos desconectados de nuestras emociones?
Hay múltiples señales. Una muy clara son los estallidos emocionales —llanto desmedido o ira desproporcionada—, pues indican emociones acumuladas. Otra señal es nuestra capacidad empática: la persona desconectada de sus estados emocionales en el fondo también es incapaz de apreciar debidamente las emociones ajenas.
Y, por otro lado, muchos síntomas físicos pueden estar vinculados a estresores, relacionándose estos con una desatención cronificada de nuestras emociones. El cuerpo expresa lo que la cabeza trata de silenciar.
-Le he escuchado hablar también sobre la importancia de responsabilizarnos de nuestra propia vida, ¿por qué es tan importante? Y, sobre todo, ¿qué significa responsabilizarnos de nosotros mismos?
Es importante porque así no caemos en la trampa del victimismo. Somos conciencia en un campo de Conciencia. Todo está interconectado. Aquello que emites, es lo que vas a recibir.
Responsabilizarte de tu vida indica madurez en todos los sentidos. Vivir de las excusas y justificaciones es inmadurez. La víectima proyecta la culpa al exterior; responsabilizarse indica que has tomado una decisión, aceptas las consecuencias y creces con la experiencia. Creces mental y emocionalmente.
Todos cometemos errores, la diferencia estriba en que la persona responsable se empeña en encontrar la enseñanza detrás de ellos, en lugar de excusarse o juzgar.
-Uno de sus mensajes más potentes es que “todo lo que nos molesta del otro habla de nosotros mismos”. ¿Cómo podemos utilizar esa idea para mejorar nuestras relaciones en la vida cotidiana?
Siempre nos estamos proyectando. Eso significa que mucho de lo que juzgamos en los demás, en el fondo, son partes que hemos tratado de ocultar en nosotros.
La esencia del método que divulgamos, la Bioneuroemoción, es vivir desde la conciencia de unidad. Ello implica vivir partiendo de la base que todo está interconectado, por lo que nuestras relaciones hablan de nosotros mismos. Todo lo que nos rodea habla de nosotros.
Frente a situaciones inesperadas que podemos considerar injustas, no debemos preguntarnos por qué nos ha sucedido algo así, sino qué podemos extraer de constructivo, cómo podemos salir fortalecidos. Y más aún, qué autocrítica podemos hacer y qué podemos descubrir y modificar en nosotros. En esto consiste la autoindagación, un proceso fundamental para alcanzar un estado de libertad y paz emocional.
Cuando comprendes te liberas, pues integras la enseñanza que te da la vida. Toda relación es un tesoro.
El secreto de la felicidad
-En su opinión, ¿existe un secreto de la felicidad? Y de ser así, ¿cuál sería?
El secreto de la felicidad no está en tener más, sino en ser más. Consiste en vivir con presencia, autenticidad y conexión con uno mismo. La felicidad surge cuando dejamos de buscarla fuera y nos atrevemos a habitar el presente sin resistencias. Es aceptar lo que es, amar sin condiciones, y recordar que somos parte de un todo. Como diría Un Curso de Milagros: “No hay más que un problema y una solución. El problema es la separación; la solución, la unión.”
-Desde su experiencia, ¿cuál es el mayor obstáculo que enfrentamos cuando iniciamos un proceso de autoconocimiento profundo?
El mayor obstáculo es el miedo a vernos completos. No el miedo a la oscuridad, sino a la luz que revela nuestras máscaras, nuestras autojustificaciones y, sobre todo, nuestras heridas no resueltas. La autoindagación no implica construir nuevas identidades, sino disolver las falsas. Y eso duele, porque hemos creído que somos esas máscaras durante mucho tiempo, y hemos construido una red de relaciones acorde con esas máscaras. Cuando nos las quitamos, nuestro mundo social tambalea, y eso es algo que genera mucho miedo y resistencia.
Gratitud, eso es todo
-Son muchas las ocasiones en las que le hemos escuchado (y leído) hablar sobre la gratitud. ¿Qué papel juega en nuestro bienestar y por qué es tan importante?
La gratitud es una de las fuerzas más transformadoras de la conciencia humana. Desde la psicología y la neurociencia se reconoce su impacto profundo en nuestro bienestar físico, emocional y espiritual. Tiene efectos positivos sobre nuestro bienestar físico y emocional.
De hecho, entramos en un estado de «coherencia cardíaca». Estudios de HeartMath han mostrado que estados como la gratitud generan un ritmo cardíaco más armónico, lo que se traduce en mayor equilibrio fisiológico y emocional. El estado de gratitud resuena en el campo de la conciencia universal. Está escrito: aquello a lo que prestas atención, crece. La gratitud no solo cambia lo que ves, nos cambia a nosotros.
-¿Qué sucede con aquellas personas que nunca dan las gracias? ¿Por qué no lo hacen y cómo afecta a su felicidad?
Una de las razones por las cuales la gente opta por estar resentida o triste, en lugar de agradecida, es porque pretenden manipular la voluntad de otros a través de estas actitudes. Sin embargo, lamentarse entristece el alma y afecta nuestro estado emocional y físico.
No agradecer es cerrarse a la reciprocidad. El agradecimiento abre el corazón, mientras que la falta de gratitud endurece el alma. Lamentarse refuerza el dolor y la tristeza, paralizando la mente a tomar decisiones. El victimismo paraliza, pues busca el cambio afuera, cuando en realidad está en uno mismo.
Las personas agradecidas suelen encontrar más significado en lo cotidiano. La gratitud transforma lo ordinario en extraordinario.
-En el otro extremo, ¿dar las gracias de forma continua puede ser malo o no hay límite en cuanto a la gratitud? ¿Qué significa que una persona de siempre las gracias?
No hay límite para la gratitud. El primer paso es dar gracias por la vida misma. Una persona que vive en el agradecimiento es una persona que acepta cada experiencia, sea considerada negativa o positiva. Sabe que en cada adversidad hay un tesoro de transformación.
Parafraseando a Horacio y Homero: “desafortunado es el hombre que la adversidad no ha venido a su vida, pues no tendrá la oportunidad de probar sus capacidades”. Una persona que vive con el agradecimiento es consciente de que toda su experiencia es un reflejo de ella misma. En el Universo no existe la casualidad.
-¿Qué podemos hacer en el día a día para cultivar la gratitud?
Vivir cada experiencia como resultado de una actitud mental, sabedora de que cada situación y experiencia habla de nosotros. He vivido situaciones muy duras en mi vida y, al aceptarlas y comprenderlas, las he convertido en catalizadoras para alcanzar cierto grado de sabiduría. Pienso que, con esta actitud, cuando la vida te hace pasar por experiencias más o menos duras, eres más capaz de traducirlas en sabiduría.
Conflicto y oportunidad
-En sus conferencias insiste en que todo conflicto es una oportunidad para crecer. ¿Podría compartir un ejemplo de cómo transformar una situación aparentemente negativa en un aprendizaje valioso?
Imaginemos que vivo una traición. Desde la conciencia de unidad, la experiencia que recibo del otro en realidad es intrapersonal, por lo que puedo preguntarme: “¿de qué forma me traiciono? ¿Qué me da miedo reconocer en mí? ¿Cómo no me estoy teniendo en cuenta?”
Estas reflexiones denotan una inversión de pensamiento: la causa es cómo me trato a mí mismo, y el efecto es el conflicto interpersonal.
La traición más profunda no es hacia los demás, sino hacia aquello que están en lo más íntimo de nuestro ser. Cuando callamos nuestra verdad por miedo; cuando renunciamos a lo que amamos para encajar; cuando sostenemos relaciones, trabajos o creencias que asfixian nuestra alma… Todo ello son formas de traicionarnos.
-Vivimos en una era marcada por la ansiedad y la prisa. ¿Qué pequeñas prácticas recomendaría para mantener la calma en medio del caos diario?
Vivir en un estado de presencia, de instante en instante. Y reflexionar antes de actuar. La experiencia me ha enseñado que la gente que vive con más ansiedad y prisa es la gente que tiene miedo a mirar cómo está realmente su vida.
Muchas personas, en el fondo de su corazón, saben que, si se paran y analizan con sinceridad sus vidas sentimentales, se darían cuenta de muchas disconformidades. Las prisas y la velocidad son una forma de enmascarar esa incoherencia. Pero vivir así tiene un precio muy elevado: la pérdida de nuestro bienestar, en todos los sentidos.
Pequeñas decisiones, grandes revoluciones
-¿Qué decisiones podemos tomar cada día para ser más felices?
No puedo decir qué decisiones tomar, en todo caso cómo tomarlas. Trata de tomar una decisión que responda en primer lugar a tu sentir; luego, intenta que esa decisión sea compatible con los sentimientos ajenos; y, por último, comunica tu decisión con respeto, afecto y sinceridad.
Trata a los demás como si te trataras a ti mismo, en todo lo que haces.
-¿Qué hábitos o comportamientos nos acercan al éxito, a lograr lo que nos proponemos, y cuáles nos alejan?
El éxito no es un resultado externo, es un estado interno de coherencia. Para la conciencia despierta, el éxito no se mide por lo que logras, sino por con cuánta verdad puedes habitar en lo que haces.
El éxito es vivir sin traicionarte. Para el ego, el éxito es acumulación, pero para el alma despierta, él éxito es la autenticidad.
David Hawkins nos dice: “El éxito verdadero y duradero proviene de vivir en coherencia con principios espirituales y universales, y de cultivar una actitud interna de servicio, integridad y amor”.
-Si tuviera que condensar su mensaje en un solo consejo para alguien que está empezando su camino interior, ¿cuál sería?
Para mí es desarrollar el secreto de la percepción. Tu no ves las cosas como son, sino como tú eres. Siempre estamos interpretando. Siempre nos estamos proyectando. Cuando eres consciente de ello, tu percepción se convierte en un tesoro, porque empiezas la utilizarla para conocerte a ti.
-Y, por último, ¿podría recomendarnos tres lecturas, propias o de otros profesionales, que pueda leer aquella persona que se encuentre emocionalmente perdida?
La Perfecta y brillante quietud, de David Carse; La Conciencia sin fronteras Kent Wilber; y sin ánimo de querer alardear, también recomendaré uno de mis libros que le tengo especial cariño: Curación a través del Curso de Milagros.
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