La dieta intuitiva no es el caos y no consiste en hacer lo que te dé la gana sin más. Al contrario, se trata de recuperar la comunicación con tu cuerpo, para captar sus necesidades reales. No es fácil, porque la mayoría de los hábitos alimentarios están condicionados por la costumbre, por el entorno o por la publicidad. La alimentación intuitiva te propone que no hagas caso a nada, solo a tu propio cuerpo.

¿Qué es la alimentación intuitiva?

Comer de forma intuitiva es algo que hacemos desde que nacemos, pero que a menudo olvidamos a lo largo de la vida. Los bebés y los niños pequeños comen cuando tienen hambre y dejan de comer cuando están llenos. Lo que no les apetece, no se lo comen. Aunque suene muy simple, es más complicado para los adultos.

Frases que se les repiten a los niños como "si te lo terminas todo, serás más grande" o "si no eres bueno, no tendrás postre" influyen en nuestra percepción de los alimentos "buenos" y "malos", y sobre todo hace que atendamos más a esos mensajes que a los que nos transmite el organismo.

Luego, cuando somos adultos y buscamos ayuda para mejorar la alimentación nos encontramos a menudo con dietas basadas en prohibiciones, abstinencias y cálculos matemáticos, lo que continúa alejándonos de las señales de nuestro propio cuerpo. No en vano se ha demostrado estadísticamente que la mayoría de las dietas fracasan o tienen altas tasas de recaída y, a largo plazo, incluso conducen a más peso e incluso trastornos alimentarios.

Una dieta intuitiva, en cambio, se basa en la suposición de que el cuerpo "sabe" cuál es la cantidad correcta y el alimento idóneo para él. Si escuchas a tu cuerpo e interpretas las señales del hambre correctamente, automáticamente te alimentarás de manera más saludable.

Recupera la alimentación intuitiva con estos 10 consejos

Reaprender a comer de forma intuitiva es un proceso. El objetivo es eliminar los prejuicios que están condicionando nuestra alimentación para observar cuál es la respuesta de nuestro cuerpo a cada alimento. En algún momento llegarás al punto de interpretar correctamente las señales de tu cuerpo y podrás disfrutar de las comidas sin pensar demasiado en ello. Para llegar a esta meta, los siguientes diez principios de nutrición intuitiva te ayudarán.

1. Rechaza las dietas

Las dietas para bajar de peso abundan como la arena en la playa, si ya has probado algunas de ellas, lo sabrás, así que termina con ellas para siempre. La suposición de que ignorar las necesidades de tu cuerpo de una manera lo suficientemente disciplinada, se verá recompensado, es incorrecta. De hecho, lo opuesto es verdad. Para comer de manera saludable, es importante volver a escuchar con atención qué alimentos, y asociados con ellos, qué nutrientes anhela tu cuerpo.

2. Respeta tu propio hambre

Sí, tienes hambre. Y sí, eso es perfectamente normal, porque la comida es fundamental.Comer solo ensalada todo el día mientras sueñas con otros platos y luego, por la noche, cuando estés muerta de hambre atiborrarte con patatas fritas o chocolate, no es bueno para tu figura ni para tu salud física y mental. Tu cuerpo necesita la confianza de que puede tener acceso suficiente a una buena alimentación en todo momento.

Cuando eliminas las prohibiciones, puedes comer cuando tienes hombre y dejar de comer cuando te sientes satisfecha o cuando tu sentido común te dice que la cantidad que has comido es suficiente.

3. Haz las paces con los alimentos "malos"

Desear sobre todo lo que te dicen que no te conviene es lógico, es un fenómeno psicológico. El ejemplo más famoso para demostrarte esta realidad sucede cuando te dicen: “No pienses ahora en elefantes rosas". ¿En qué estás pensando? Por supuesto, en elefantes rosas.

El principio funciona de la misma manera con los alimentos supuestamente “malos”. Cuanto más te prohíbes comer pizza, helado de chocolate y refrescos (o lo que sea), más pensarás en ello. Surgen y se establecen deseos que podrían no existir sin prohibiciones. Dales una oportunidad y comprobarás que no deseas comer helado de chocolate por la mañana, a mediodía y por la noche.

4. Desafía al crítico interior

Un personaje dentro de ti dice cosas aprendidas como "no más hidratos de carbono después de las 6 de la tarde" o "aderezar la ensalada engorda". No lo escuches. El estrés negativo que te genera conduce, en la mayoría de los casos, directamente a una espiral de hambre y provoca lo contrario de lo que realmente se quería lograr.

5. Siente la sensación de saciedad

Hay un punto de equilibrio que se encuentra en algún lugar entre el apetito voraz y la plenitud completa. El objetivo es que el péndulo que va de un lado a otro describa un recorrido corto, de un apetito que no te resulta acuciante a una plenitud agradable, lejos de la sensación de hinchazón o hartazgo.

Para conseguirlo, permanece atento a la sensación de hambre y come un poco, lo suficiente para que te sientas satisfecha. Las personas que están en contacto con sus propias necesidades y reaccionan a tiempo a su sensación de hambre o saciedad no entran en las “zonas rojas” de la escala del hambre.

6. Experimenta momentos de placer

Una comida que realmente deseas, que se celebra y disfruta con cada bocado, será más satisfactoria que una comida que te obligues a comer, por muy sana que te digan que es.

Para disfrutar realmente de la comida, tómate tu tiempo, no dejes que otras cosas te distraigan y siente cada bocado.

7. Separa los sentimientos de la comida

Comer por aburrimiento, soledad, tristeza o frustración no es infrecuente. Se trata de hambre emocional, porque los alimentos son capaces de producir sensaciones parecidas al afecto. El azúcar, por ejemplo, hace que se libere dopamina, lo que te hace feliz a corto plazo. Así que no es extraño que busquemos en el cajón de los dulces cuando nos sentimos ansiosos por cualquier razón. Desafortunadamente, la sensación de bienestar no dura mucho y después te sientes aún peor, porque tus necesidades emocionales continúan insatisfechas.

Distinguir entre el hambre emocional y la auténtica hambre fisiológica es unas de las claves de la alimentación intuitiva.

8. Aprecia tu cuerpo

Las dietas a menudo están directamente relacionadas con juicios despectivos sobre el aspecto exterior al comprarlo con ideales de belleza que son, de hecho, inalcanzables. Todos somos diferentes y eso es bueno. Después de todo, nadie te pediría usar zapatos de talla 36 con una talla 40 de pie. Por lo tanto, no te pidas a ti misma usar una talla para la que tu cuerpo no está hecho.

Reconocer tu realidad, y no solo eso, sino estar orgullo de ella, es un paso necesario para conectar con tu intuición. El movimiento de la "positividad corporal" (busca #bodypositivity en tu red social favorita) puede ayudarte.

9. Muévete y siéntete bien

El deporte y el ejercicio son parte de una dieta saludable. Puedes escuchar eso en todas partes, sin embargo, obligarte a hacer un ejercicio que simplemente no te hace sentir bien no tendrá éxito a largo plazo.

Lo más importante del ejercicio es que sea divertido, que te motive. No importa si se trata de largas caminatas, un recorrido en bicicleta o entrenamientos de alta intensidad en el gimnasio. Encuentra el deporte que te hace sentir bien, comienzas lentamente y aumenta gradualmente el ritmo.

Por otra parte, las disciplinas psicofísicas como el yoga o el taichí, que combinan posturas y movimientos, respiración, relajación y actitud meditativa, son opciones muy recomendables para mejorar la relación con tu propio cuerpo y abrirte a sus mensajes.

10. Valora tu salud

Confiar en tu intuición no significa que no necesites saber nada de nutrición. Todo lo que sepas te va a ayudar mucho. Los conocimientos en nutrición te van a decir en qué alimentos se encuentran los nutrientes que necesitas y qué alimentos son problemáticos. A partir de ese conocimiento general, tu intuición tendrá un amplio margen para moverse.

La nutrición te va a ayudar a comprender los mensajes que te envía tu cuerpo. Por ejemplo, si sientes que tu energía baja solo una o dos horas después de haber comido y vuelves a tener hambre, es muy probable que estés consumiendo demasiados hidratos de carbono de absorción rápida (pan y otros productos a base de harinas refinadas) y poca fibra.