Las palabras de las personas en las que los niños confían tienen un fuerte impacto sobre ellos, ya que configuran y dan sentido a la realidad en la que viven. La mayor parte de las veces, los comentarios de los adultos ayudan y son útiles en la educación de los pequeños, pero hay cierto tipo de frases que debemos evitar, ya que su efecto puede llegar a ser mucho más negativo de lo que pensamos. 

Por estar tan extendidas y normalizadas, no se suele valorar este efecto nocivo sobre la autoestima de los niños. Por lo general, se piensa que no tienen ninguna repercusión, pero, la realidad es que la mente de los niños es altamente sensible y vulnerable a las palabras de los adultos, sobre todo, a las de sus personas de referencia (padres, familiares o profesores). 

Algunas frases y/o palabras son destructivas

Para muchas personas, una palabra negativa o una frase adversa, recibidas reiteradamente en su infancia, acaban causando un efecto igual de desastroso para su autoestima y su autoimagen que un golpe, una paliza o un castigo

En mi consulta, encuentro con frecuencia a personas que me dicen no haber sufrido graves maltratos; es más, relatan haber tenido una infancia normal. Sin embargo, sus síntomas emocionales o su baja autoestima nos muestran que, de alguna manera, algo sí les afectó. Cuando profundizamos un poco en sus historias personales, solemos encontrar frases o comentarios de sus seres cercanos que dejaron una profunda huella en su psique. 

Con el fin de que se comprenda el daño que producen y, de esta forma, dejen de ser utilizadas, he recopilado, en cuatro apartados, algunas de estas frases tan habituales como dañinas, y las consecuencias que dejan en la personalidad de los niños. También propongo alternativas de frases más sanas y respetuosas, para que puedan ser tenidas en cuenta y utilizadas.

1. Frases con comentarios sobre su cuerpo

  • “Has sacado las orejas de tu padre”
  • “No deberías comer tanto, te estás poniendo gorda”
  • “Te ha crecido mucho la nariz”
  • “Eres muy bajito”

Consecuencias de hacer comentarios a un niño sobre su cuerpo: 

Algunas de las consecuencias de recibir un bombardeo continuo de mensajes negativos sobre su cuerpo pueden lleva a la persona a desarrollar una visión muy negativa sobre su cuerpo y una preocupación excesiva por su físico. 

También, en muchas ocasiones, la persona acaba practicando deportes, hasta la extenuación, y realizando dietas extremas para controlar el cuerpo. Sin embargo, y a pesar de todos los esfuerzos físicos, estas personas, debido al daño sufrido en la infancia en su autoestima y en su autoimagen,  nunca están satisfechas con el resultado.

A sus ojos, nunca llegan a convertirse en las personas físicamente perfectas que las palabras de los adultos de su alrededor les decían que fueran. 

La alternativa más sana y respetuosa

Sobre las características físicas de los niños, la mejor opción respetuosa es no hacer ningún comentario, ni positivo ni negativo. Los pequeños no necesitan centrarse o preocuparse si su cuerpo es de una u otra manera, no es un tema de su interés y tampoco necesitan que los adultos se lo señalen. 

Van a vivir en una sociedad que les presiona mucho por cumplir un determinado estándar físico. Para contrarrestar esta presión, necesitan sentirse muy seguros con su propio cuerpo

2. Comentarios sobre sus capacidades

  • “No vas a poder. No vas a conseguir nada”
  • “Anda, déjame a mí, que tú no sabes”
  • “Nunca vas a llegar a nada”
  • “No eres tan listo como tu hermano”

Consecuencias de  hacer comentarios a un niño sobre sus capacidades:

En este caso, al recibir el juicio continuo de los adultos sobre sus capacidades, la persona puede acabar desarrollando dos tipos diferentes y antagónicos de comportamiento: abandono o sobreesfuerzo. 

  • El abandono lleva a no luchar por conseguir sus sueños, ya que le han dicho que no logrará nada en la vida. Al final, aparecen la desilusión, la renuncia y la depresión. Estas personas sienten que no sirven para nada, que no son válidas, que no son nada.
  • El sobreesfuerzo se manifiesta como una auto exigencia continua para cumplir las demandas o las expectativas de los padres. Por este camino, sí es posible lograr éxitos económicos o laborales, pero nunca serán suficientes. Con el tiempo, tras años de sufrir unas fuertes dosis de estrés y ansiedad, aparecen tanto el agotamiento físico como el mental. Estas personas están fundidas, se quedan sin energía, sienten que no pueden más.

La alternativa más sana y respetuosa

Debemos acompañar a los niños para que desarrollen sus propias habilidades y aficiones, pero siguiendo su propio ritmo, sin presiones ni comparaciones con otros.

Como padres o educadores, podemos enseñarles el valor del trabajo diario para mejorar una habilidad y animarles a que practiquen, pero no centrándonos en los fallos, sino en los avances.

3. Frases que transmiten que el niño no cuenta

  • “Calla, tú no sabes”
  • “Cuando seas mayor lo entenderás”
  • “Calladito estás más guapo”

Consecuencias de dar a entender al niño que no importa:

Los niños que reciben este tipo de mensajes acaban pensando que su opinión no vale nada. Acaban creyendo que sus ideas, pensamientos y creencias no son tan apropiadas como las de los demás.  

Tanto de niños como de adultos, acaban creyendo que todo lo que dicen los demás, sobre todo aquellos que consideran como figuras de autoridad (familiares, pareja, etc), tiene mucho más peso que la opinión propia.

Estas personas viven desconectadas de sus propias necesidades y deseos. Anteponen a los demás, lo que las convierte en muy vulnerables. 

La alternativa más sana y respetuosa

Para que crezcan confiando en sí mismos y en su criterio, los niños necesitan sentirse escuchados y respetados. Tener en cuenta su opinión les hará sentirse valorados y se acostumbrarán a que pueden hablar y a que su voz cuenta. 

4. Frases que denotan que se ignoran sus necesidades 

  • “No llores que no es para tanto” 
  • “Eres un quejica. Eres un exagerado”

Consecuencias de utilizar frases que infravaloran sus necesidades:

Los niños cuyos sentimientos y sensaciones son minusvalorados, acaban aprendiendo que sus necesidades molestan a los demás. 

Piensan que, su mera presencia, incomoda. Creen que van a molestar al otro si hablan o si piden algo.

Estas personas no se valoran y no se creen dignas de respeto.

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La alternativa más sana y respetuosa

Desde muy pequeños, debemos demostrar a los niños que sus emociones importan y que tienen derecho a expresarlas. Pueden llorar cuando se han hecho daño o cuando están tristes, pueden decir cuando algo les molesta para que los adultos les ayuden a buscar soluciones. No hay nada de malo en ello.

Prestar atención a las palabras es la mejor prevención

Como hemos visto en este artículo, los adultos tenemos que tener mucho cuidado con la manera de comunicarnos con los niños.

También, debemos prestar atención y vigilar cómo lo hacen otras personas. Aunque no tengan mala intención o piensen que son frases sin importancia, pueden influir en los pequeños

Cuando hablemos con niñas y niños, hemos de intentar evitar los juicios, las personalizaciones y las generalizaciones. 

En lugar de eso, valora a tu hijo o a tu alumno por cómo es, aprecia lo que hace y anímale a seguir aprendiendo y trabajando. Si siente que confías en él, esto se reflejará en su trabajo y en su autoestima futura.