A todos nos ha pasado que, en ciertos momentos del año o estimulados por ciertas circunstancias vitales, se despierta en nuestro fuero interno el aleteo de la sensación íntima de un nuevo comienzo, la esperanza de otra generosa oportunidad para los sueños y es, para muchos, el momento predilecto para embarcarse en retadores desafíos personales y profesionales y establecer un calendario de objetivos.

Pero también solemos aprovechar estos momentos para hacer balance de lo conseguido, desempolvar las ilusiones que nos prometimos cumplir y observar de cerca lo que sucedió, si fuimos capaces o no de alcanzar alguna meta de las propuestas. 

Pues bien, tanto si llegamos o no a la meta señalada, debemos saber algo importante: hicimos de entrada algo bueno por el simple hecho de fijarnos objetivos, y los eruditos estudios sobre la neurofisiología del cerebro avalan con rotundidad esta afirmación. 

Las metas cambian nuestro cerebro 

Los estudios concluyen que el simple establecimiento de objetivos remodela nuestro cerebro. Nos ayuda a reprogramarnos de nuevo. Y esto es así porque, cuando nos fijamos una meta, programamos biológicamente a nuestro cerebro para cambiar o crear nuevos comportamientos y alcanzarlos. 

Las metas afectan a la forma en que las neuronas se organizan, nos ayudan a crear vínculos nuevos y más fuertes, y esto a su vez aumenta la probabilidad de lograrlas, todo ello gracias a que el cerebro posee una cualidad maravillosa llamada “neuroplasticidad cerebral”. 

La psicóloga Alexa Stüifbergen llevó a cabo un estudio en el año 2003 en la prestigiosa Universidad de Texas que demostró cómo el establecimiento de metas saludables actuaba como una estrategia poderosa y efectiva que se traducía en un cambio de comportamiento real. 

Diseñó un programa para 57 mujeres con Esclerosis Múltiple dividido en dos fases que incluía clases sobre cómo promover un estilo de vida saludable y cuáles eran los cambios necesarios que debían implementarse de forma progresiva, junto con 6 semanas de seguimiento personalizado telefónico. Pues bien, estas mujeres consiguieron algo asombroso: que entre el 59 y 84% implementaran nuevos hábitos y continuaran con ellos con el paso del tiempo. 

Afirmó que las personas que establecen metas saludables y reciben el apoyo adecuado mejoran su calidad de vida. Esto es algo en general beneficioso para todos, pero resulta especialmente necesario e importante en aquellos que padecen algún tipo de discapacidad, dado que al impactar estaa significativamente en su salud física y mental fijarse metas saludables aumenta sus posibilidades de sostener mejores cotas de autonomía y funcionalidad durante más tiempo. 

Este estudio nos mostró también algo importante: la importancia de compartir nuestras metas con personas significativas nos ayuda a nivel emocional, porque estas personas ejercen como anclajes que hacen que nos sintamos más comprometidos con nuestros objetivos.

Además, recibimos el vivificador aliento y el trasvase positivo de energía de quienes nos apoyan para construir un sentido de propósito y direccionalidad en nuestra vida. Compartir nuestras metas no solo nos ayuda a nosotros mismos, sino también a quienes nos apoyan gracias en parte al fascinante mecanismo de las neuronas espejo

Aprende a ponerte metas saludables

Otro aspecto que debemos aprender es a elegir bien nuestras metas y a definirlas de forma adecuada. El psicólogo Edwin A. Locke investigó a comienzos del siglo XXI cuál sería la mejor forma de establecer metas y, en su artículoHacia una teoría sobre las tareas motivacionales e incentivos” definió cinco principios para establecer objetivos eficaces que predisponen a las personas más positivamente hacia el éxito.

  • Claridad al fijarte una meta: Las metas deben ser claras y bien definidas. No te vayas por las ramas.
  • Tu meta debe suponer un desafío: Los objetivos deben ser a la par que alcanzables entrañar un cierto componente de desafío, pero no deben exceder tus posibilidades reales, porque si no es muy probable que te invada la frustración y las abandones fácilmente.  
  • Compromiso: Debes comprometerte enteramente con tus objetivos para alcanzarlos. 
  • Complejidad de la tarea: Has de comprender algo importante, y es que hay que aprender a darse tiempo y espacio para alcanzar objetivos complejos. No esperes que las cosas sean de hoy para mañana; las cosas requieren tiempo, especialmente si son metas difíciles. Asienta tus expectativas en el sustrato de un sólido principio de realidad. 

Supervisar el progreso es clave

A la hora de ponerse metas debes saber que un adecuado seguimiento en el progreso de tus metas promueve el logro de las mismas. Un estudio realizado por Benjamin Harkin de la Universidad de Sheffild publicado en la revista Psychological Bulletin lo confirma y demostró que, cuanto más a menudo observamos con atención los avances hacia la meta, mayores posibilidades de éxito tenemos en alcanzarla. 

Y también que, si cuando registras, informas y haces públicos tus progresos entre un grupo de gente que aspira a alcanzar los mismos objetivos que tú, sentirás un mayor nivel de compromiso a la hora de cambiar tu comportamiento y te ayudará a alcanzar tus objetivos más fácilmente. 

Consejos útiles para relacionarte contigo mismo

Todos sabemos que el camino puede no ser fácil y requerir notorias dosis de fuerza de voluntad, pero también sabemos que, durante el proceso, hay maneras mejores que otras a la hora de encararlo. Por eso, tratar de poner en práctica estos nuevos recursos psicológicos te harán un poco más fácil el evitar caer en la trampa de retroceder o abandonar: 

1. No te ponga reglas demasiado “estrictas”

Se amable. La doctora Audrey Tang de la Brithis Psychological Society nos recuerda que:

“Cuando hay una regla, a menudo no la cumplimos o incluso intentamos infringirla. Resulta más saludable intentar relacionarnos con lo que queremos lograr en términos de un crecimiento o de camino de evolución.” 

2. Trata de comprender por qué el cambio es importante para ti

Sé comprensivo. Date tiempo y concéntrate en aquellas metas que más resuenan en tu interior y que sientes que son significativas para ti. 

Procura hacer algo relacionado con ellas cada día, por muy pequeño que sea. De forma delicada pero firme, irás reforzando tu decisión y deseo consciente de persistir en ellas.

Pueden ser acciones pequeñas pero inspiradoras para ti, como colocar notas de colores que te recuerden lo que quieres alcanzar, alimentar tu alma con frases imaginativas, estudiar en detalle a las personas que lo lograron y aprender cómo lo consiguieron, etc.

De esta manera, visualizas, orientas y robusteces tu deseo hacia el cambio y construyes la intención al tiempo que te familiarizas y prestas atenciones a algo diferente. 

3. Combina tus objetivos

 Sé flexible y adaptativo. Facilita que tu cerebro se adapte a los cambios saludables de forma progresiva.

Por ejemplo: imagina que quieres practicar ejercicio. Puedes al mismo tiempo buscar mejorar tu dieta cocinando sabrosas recetas saludables para tu familia o puedes invitarles a salir al campo a caminar; de esta forma todos, os beneficiáis al compartir juntos un tiempo de calidad haciendo algo divertido en un entorno diferente o disfrutando de un tiempo relajado.

4. Concéntrate en lo que quieres, pero valora lo que tienes

Sé agradecido. Concédete un momento y párate a pensar que es fantástico elegir en este momento de tu vida tus objetivos, pero reconoce y aprecia con sincero agradecimiento lo que ahora tienes. A su vez, toma conciencia de algo valioso: lo que ahora tienes fue en tu pasado tanto tus metas como tus resoluciones. 

Al detenerte, comprenderás de un plumazo que ya sabes muchas cosas para poder emprender el camino y que posees un modelo interiorizado del pasado acerca de cómo lograrlo. De forma que, cada vez que pienses y te recrees en los logros más relevantes y significativo que has conseguido y tomes notas de las fortalezas que pusiste en marcha, inauguras un patrón vital

Confía en ti. Y, como dice la psicóloga Catherine Jackson, cuando inicies la aventura mete en tu mochila fuerza de voluntad y algo de motivación, traza un plan que te sirva de mapa orientativo y piensa en diferentes formas de afrontar los posibles desafíos que puedan surgir. 

Así que sueña, vive y a caminar, porque la acción es esa facultad maravillosa que nos ayuda a hacer milagros. ¡Buen camino!