Como cápsulas de vida, las semillas encierran en su interior toda la fuerza vital que las empuja a germinar y a acabar fructificando en una hermosa planta.

Son las estructuras con las que el mundo vegetal crea una nueva generación. En el interior atesoran el embrión y, en el exterior, el alimento para sustentar la germinación y una capa protectora que lo aísla del medio.

Incluirlas en la dieta significa aprovechar toda esa energía concentrada y, a la vez, las cualidades de la planta en potencia. Por ello han sido, y siguen siendo, un alimento valiosísimo.

Existen tres grandes grupos de semillas: los cereales (ricos en almidón), las legumbres (ricas en almidón, fibra y proteínas) y los frutos secos y semillas oleaginosas (ricos en proteínas y lípidos). Estas últimas, con alguna excepción como el hinojo o el fenogreco, son las protagonistas de este artículo.

Mientras que cereales y legumbres constituyen la base de la alimentación humana y se consumen cocidas, las semillas oleaginosas se utilizan como complemento. Se tuestan, se muelen, se transforman en aceite o se comen crudas.

En general, procuran energía, proteínas, grasas saludables y buenas dosis de vitaminas y minerales. Combinadas entre sí resultan remineralizantes y una buena fuente de ácidos grasos esenciales.

Seguir algunas pautas facilita su asimilación, como masticarlas a conciencia o molerlas tras un breve tostado. Además deben conservarse en un lugar oscuro y bien tapadas para que no se enrancien.

Combinaciones sanas y deliciosas de las semillas en la cocina

  • Las legumbres con semillas procuran proteínas de mayor calidad. Un ejemplo es una ensalada de legumbres con pipas de calabaza o girasol, un hummus o paté de garbanzos con crema de sésamo, o unas lentejas aliñadas con semillas molidas.
  • Para condimentar arroces, pastas y verduras e incrementar su aporte de ácidos grasos esenciales puede emplearse una mezcla de semillas de lino, sésamo y girasol o calabaza, a partes iguales.
  • Las semillas de sésamo, girasol y calabaza tostadas con melaza de cereales y tortas de arroz desmenuzadas constituyen un energético tentempié. Se tuestan las semillas, se añaden la melaza y las tortas, y se vuelca en una bandeja untada con aceite. Se deja enfriar y se corta en barritas.
  • Las semillas pueden sustituir a los frutos secos en las majadas tradicionales.

9 exquisitas semillas y sus usos culinarios

 

 

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Semillas de amapola

De suave efecto relajante y muy ricas en calcio (30 g aportan la mitad de la cantidad diaria recomendada; son el alimento que más las contiene después de las algas) y otros minerales: mangeneso, fósforo, magnesio, hierro y zinc.

De sabor ligeramente amargo y picante.

Se usan como condimento con otras semillas y algas. También en repostería y mezcladas con queso fresco. Quedan muy sabrosas en pasteles de queso con limón y panes rústicos.

No es necesario tostarlas, aunque al hacerlo desprenden un aroma almendrado óptimo para ensaladas y salsas.

Se pueden guardar en la nevera o el congelador.

semillas de calabaza

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Semillas de calabaza

Muy ricas en ácidos grasos omega-6. Aportan cinc, magnesio, fósforo y hierro, además de vitamina E.

Son beneficiosas para el sistema reproductor masculino al prevenir los problemas de próstata, resultan muy eficaces para expulsar lombrices intestinales y tienen un efecto sedante, capaz de paliar el dolor crónico.

Saben a frutos secos y su color verdoso viste ensaladas, cremas y platos de arroz, cuscús, quinoa, mijo y pasta.

Como condimento es habitual usarlas junto a otras semillas molidas. Es destacado su uso en panadería y pastelería.

Se pueden tostar o freír y deben salarse con moderación.

El aceite que se obtiene con ellas es muy saludable por el perfil de sus grasas.

fenogreco

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Fenogreco

Llamadas también alholva, las de fenogreco pertenecen a las leguminosas, por lo que contienen más proteínas que otras semillas. Aportan vitaminas del grupo B, hierro y fósforo.

Son ricas en mucílagos, y por tanto resultan laxantes y un buen tónico digestivo y hepático: desinflaman las mucosas digestivas.

Además, regulan la secreción pancreática de la insulina: gracias a su fibra se reduce la absorción de la glucosa.

Las semillas molidas, de curiosa forma piramidal, se emplean en panadería y para aromatizar platos de pasta, verduras, sopas... Secas se pueden cocinar como si fueran sémola con un remojo previo.

Al tostarlas, se atenúa su sabor amargo, ganan matices de jarabe o caramelo y se tornan más aromáticas. Como condimento se suelen utilizar junto a otras semillas y especias.

Pueden germinarse y añadirse a las ensaladas.

pipas de girasol

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Semillas de girasol

Hoy los niños cambian las pipas por chucherías de colores chillones, y es una lástima, pues las semillas de girasol contienen más proteínas (27%) que cualquier otro fruto seco.

Aportan mucha vitamina E (21,8 mg/100 g) y otros antioxidantes. Su riqueza en vitamina B1 (1,9 mg/100 g) las hace adecuadas para mantener en forma el sistema nervioso y la piel.

Una ración de 30 g (175 calarlas) aporta el 40% del magnesio necesario para un día, así como el 23% del fósforo y el 15% del hierro. En sus grasas (49%) predominan las omega-6. 

La alta proporción de omega-6 sobre omega-3 las hace menos cardiosaludables que otras semillas, pero aportan abundantes vitaminas (E, K y B1) y minerales (fósforo, magnesio, selenio y hierro).

Resultan deliciosas en ensaladas, arroces, salteados de verduras, panadería y pastelería. Crudas y sin tostar mantienen todas sus propiedades: se pueden triturar en salsas, rellenos o panes.

También se pueden tostar, salar, freír, cubrir con chocolate o garrapiñar. Tostadas y regadas con salsa de soja son un buen aperitivo.

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Unsplash

Semillas de hinojo

 Las semillas molidas del hinojo condimentan guisos, platos de verdura y ensaladas.

Se usan en repostería y para acompañar platos al horno, dulces y salados.

Favorecen la digestión y mejoran los cólicos del lactante y el mal aliento.

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Foto: Anna García

Semillas de lino

Formadas por grasas, proteínas y fibra casi a partes iguales, constituyen la mejor fuente vegetal de omega-3.

Una ración de 30 g cubre el 42% de las necesidades diarias de ácido fólico, el 32% de magnesio y más del 100% de la vitamina E.

Ayudan a regular el colesterol, mejoran el tránsito intestinal gracias a su consistencia gelatinosa, que actúa como lubricante, y poseen propiedades antioxidantes, anticancerígenas y estrogénicas.

Se usan como condimento previamente tostadas y molidas, y mezcladas con pipas de calabaza y girasol tratadas del mismo modo.

Se espolvorean sobre cereales, verduras, sopas, patatas, se mezclan con yogur o queso fresco... Se utilizan también en panadería y pastelería sin triturar, pero para aprovecharlas mejor se aconseja triturarlas.

Para aprovechar sus beneficios laxantes se suelen dejar en remojo durante toda una noche junto con 2 ciruelas pasas y se toma esta mezcla en ayunas triturada con zumo de frutas.

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Semillas de mostaza

Suelen usarse para elaborar la popular salsa del mismo nombre. Son ricas en selenio y se consideran anticancerígenas y antiinflamatorias.

Una vez seca resulta poco picante pero al ponerla en remojo y triturarla recupera su sabor.

Puede tostarse y molerse para condimentar verduras de raíz, coles, patatas, quesos... Se añade al final de la cocción.

Semillas de sesamo

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Semillas de sésamo

Son una gran fuente de vitaminas y minerales (en especial calcio y magnesio).  Por su notable contenido en hierro (10 mg/100g) y proteínas (20%) son un alimento energético y remineralizante.

Su sabor anuezado y con trazas de café se acentúa al tostarlas.

Espolvoreadas en ensaladas, pastas y sopas, empleadas en salsas, repostería y panadería, sobre pan tostado, con queso, espinacas, legumbres, en sandwiches, paté... resultan sabrosas y muy suaves.

Se aprovechan mejor ligeramente tostadas y molidas, por eso suelen molerse o tomarse en forma de mantequilla (tahini), que se unta sobre el pan. Mezclándolas molidas y tostadas con un poco de sal se obtiene un condimento llamado gomasio.

Trigo sarraceno

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Foto: Anna García

Trigo sarraceno

Si bien no es un cereal, el trigo sarraceno o alforfón se cocina de modo similar a estos.

Forma parte del plato nacional ruso (la kasha). Con su harina se elaboran los mejores crepes y blinis o tortitas, así como los fideos japoneses soba, galletas, pasteles, sémolas...

En Gerona se está recupendo su cultivo (fajol), tras haber sido un elemento común en el paisaje y en los lienzos del siglo XIX.

Es rico en proteínas (13,2%), magnesio, fósforo y vitamina B3.

Su sabor es intenso y puedem tomarlo los celíacos al carecer de gluten. Se trata de un alimento idóneo para niños y convalecientes. Contiene colina, sustancia anti inflamatoria y protectora de la circulación sanguínea.