El parkour es el arte de desplazarse de un punto a otro con la máxima fluidez usando las habilidades del cuerpo y se practica superando los obstáculos de un recorrido, como vallas, muros, paredes, árboles, rocas o ríos.

El origen del parkour

Muchas mañanas, de camino a la Facultad de Medicina, paso por un parque en el que unos jóvenes se ejercitan para realizar saltos y caídas, y es un gozo verlos entrenar. Además me recuerdan que esos movimientos partieron de una disciplina propuesta por Georges Hébert.

Hébert había viajado mucho y admiraba la capacidad física y el porte de los pueblos indígenas. El hecho de que no practicasen gimnasia le llevó a oponerse a la gimnasia sueca, ya de moda entonces, y a denominar a su sistema "método natural" o hebertismo.

En 1902 la ciudad de San Pierre, en Martinica, fue asolada por una tremenda erupción volcánica, y Hébert coordinó heroicamente la evacuación y el rescate de los escasos supervivientes.

Esta experiencia tuvo un profundo efecto en él y reforzó su creencia de que la habilidad atlética se debe combinar con coraje y altruismo.

Beneficios del parkour o del freerunning: resistencia, coraje y cooperación

El "método natural" promueve la resistencia muscular y la velocidad. También mejora la fuerza de voluntad, el coraje, la sangre fría y la firmeza.

Estas cualidades se adquieren ejecutando determinados ejercicios difíciles o peligrosos. Si se trata de controlar el miedo a caer, saltar, subir, sumergirse o caminar sobre una superficie inestable, el entrenamiento y la correcta ejecución de estas acciones hacen que dejen de ser peligrosas y se conviertan en algo sencillo y natural.

Es una filosofía de autosuperación, de andar caminos diferentes del resto de la gente, con lemas de conducta como "ser fuerte para ser útil" e inspirada en el principio de ser y durar.

Se trata de superarse cada día sin ponerse en peligro, sin competir ni intentar superar a otros, sino confiando en uno mismo y cuidándose. El objetivo es practicar el movimiento libre y fluido, y mostrar a los demás la técnica para aprender y ayudarse entre sí.

Recomendaciones para empezar a practicar el parkour

Una sesión de entrenamiento de estas disciplinas puede durar de 20 a 60 minutos y consiste en practicar ejercicios al aire libre a lo largo de un trayecto de mayor o menor distancia, durante el cual se camina, se corre, se salta, se avanza a cuatro patas, se sube y se trepa, se camina por lugares mejorando el equilibrio, se lanzan piedras, palos u objetos para afinar la puntería, se practica lucha y se nada si hay un río, piscina o mar.

Se pueden hacer ejercicios de forma natural o espontánea, es decir, en el campo por una ruta no especificada, o bien en algún espacio diseñado para ello.

Las cabriolas que se practican pueden parecer difíciles, pero yo aconsejo a todo el mundo que comience por caminar y que poco a poco vaya recuperando en su vida ejercicios tan naturales como saltar, caer o trepar.

Busca inspiración

Algunos de quienes practican parkour y freerunning comparten en Internet los vídeos de sus mejores logros.

Repasar las imágenes de los circuitos del equipo italiano Team Jestion o el mundialmente famoso trail runner catalán Kilian Jornet, que ha realizado rutas espectaculares en imponentes cimas como el Aconcagua, el Kilimanjaro o el Everest, puede recordarnos la potencia a la que nuestros cuerpos pueden aspirar a través de un entrenamiento natural y libre.

Por qué perder el miedo a saltar

Hay movimientos naturales, como saltar, que no asociamos a lo cotidiano.

Se piensa en el salto de altura o de longitud en atletismo, o en el salto para cabecear del futbolista, pero en la vida cotidiana también se salta: para arrancar la fruta del árbol a la que no llegamos, para alcanzar el objeto de la última estantería, al cruzar un riachuelo, al tropezar con una valla, para salvar obstáculos, para bajar más deprisa los últimos escalones...

Saltamos de alegría, cuando bailamos, cuando corremos despacio o simplemente rebotamos sobre el suelo.

Al niño se le dice que salte; al abuelo, que cuide con saltar, mientras que al hombre maduro se le advierte que saltar no es serio. Incluso se alude muy peyorativamente a saltarse las normas, aunque no estaría mal saltárselas, sobre todo las injustas y perjudiciales.

Por eso, pasada la adolescencia, poca gente salta, aparte de algunos profesionales de la danza. Y muy pocas personas serían capaces de saltar una barrera, un arroyo o una falla, o tirarse desde lo alto de un muro. Ni aun para salvar su vida.

El salto es un buen recurso, no solo por su utilidad en la dinámica corporal, sino porque ayuda a recuperar la fuerza, la alegría, el tono muscular y vital. Saca la fuerza que se lleva dentro e imprime a la postura vigor, equilibrio y belleza de movimiento.

Toda la musculatura se tonifica antes de dar el salto, y se estira y se flexiona al caer para amortiguar el aterrizaje.

Yo recomendaría el salto a todo el mundo, desde el atleta al lisiado, para su recuperación. A cada uno según sus posibilidades y entrenamiento.

Hay quienes piensan que los impactos del salto son perjudiciales para las articulaciones de pies, piernas, cadera y discos vertebrales, pero si se entrenan poco a poco, en realidad mejoran y fortalecen las articulaciones y los discos.

Se recupera el tono físico y con él la seguridad en la vida diaria. Y así,van desapareciendo el miedo a saltar ante las dificultades de la vida, el miedo a caer mal física y psicológicamente.

Se potencian la seguridad física y psíquica. Los obstáculos nos parecen más pequeños, más fáciles de superar desde nuestras propias capacidades.

Recomendaciones para empezar a practicar los saltos

La forma más sencilla de empezar a saltar es correr o andar sobre el suelo de casa. Es mejor si es con música rítmica.

También se pueden comprar unas cuerdas para saltar o un minitrampolín, pero lo más sencillo es saltar y botar sobre el terreno llano, al comienzo a poca altura y poco tiempo, para que se vayan fortaleciendo las articulaciones de pie, piernas y cadera.

Podéis entrenar descalzos o con zapatillas que tengan acolchados y que ayuden a absorber el impacto.

Al saltar es importante mantener la postura erguida y los hombros horizontales. Manos y brazos ayudan en el equilibrio y en la caída.

Un buen entrenamiento es combinar el salto con descansos en los que se hacen movilizaciones extensas de la articulación. Se intercala el gran tono muscular del salto con la relajación de los estiramientos.

Cuatro saltos para ganar potencia y mejorar el equilibrio

Estos cuatros saltos básicos son una manera ideal de ir cogiendo soltura, ganar potencia y mejorar el equilibrio antes de afrontar los ejercicios más peligrosos del parkour:

  1. Salto lateral. De pie, con los pies separados a la anchura de los hombros, salta hacia la izquierda y cae sobre el pie izquierdo. Mantén el equilibrio unos instantes. Luego salta hacia la derecha y cae sobre el pie derecho. Continúa saltando de izquierda a derecha manteniendo un momento la postura entre salto y salto. A medida que mejores la técnica puedes ir incrementando la velocidad y la altura de los saltos. Este ejercicio resulta muy adecuado para personas que practiquen tenis u otros deportes que requieren movimientos laterales.
  2. Salto sobre una pierna. Salta hacia delante y cae sobre el pie izquierdo. Mantén el equilibrio sin bloquear la rodilla. Continúa saltando hacia delante, esta vez sobre el pie derecho. Repite alternando los pies. A medida que avances, salta a mayor altura o distancia.
  3. Salto en escalera. Frente a varios escalones ascendentes y con los pies juntos, impúlsate hacia arriba, con la misma potencia en ambas piernas, para saltar al siguiente peldaño. Cae sobre las rodillas sin bloquearlas. Salta de nuevo hacia arriba y adelante.
  4. Salto adelante y atrás. De pie, con los pies separados el ancho de los hombros, salta hacia delante y cae sobre ambos pies. Evita que sea sobre una superficie blanda si tienes los tobillos débiles. Mantén el equilibrio durante unos segundos con las rodillas sueltas. Luego salta hacia atrás. Para incrementar el estímulo también puedes saltar desde un apoyo blando o por encima de él. Este ejercicio mejora el equilibrio dinámico y la potencia.