Una alimentación rica en alimentos crudos aumenta la inmunidad y la capacidad de respuesta del organismo, y previene las dolencias relacionadas con un exceso de grasas, proteínas e hidratos de carbono refinados.

Desde un punto de vista terapéutico, los médicos naturistas suelen prescribir dietas con entre un 75 y un 100% de alimentos crudos. En este artículo te contamos cómo introducir más alimentos crudos en la dieta y qué beneficios obtienes al hacerlo.

A qué ayuda tomar más alimentos crudos

Una dieta cruda es rica en fibra y líquidos orgánicos, baja en calorías y justa en proteínas. Seguirla ayuda a:

  • Adelgazar o mantener el peso comiendo. Los alimentos crudos tienen un bajo poder calórico y resultan saciantes por su riqueza en fibra. Pueden comerse sin restricciones de cantidad en dietas adelgazantes y de mantenimiento.
  • Longevidad. Tiene un efecto antienvejecimiento, ya quela longevidad parece relacionarse con dietas bajas en calorías y moderadas en proteínas.
  • Estreñimiento. El efecto estimulante del peristaltismo de la fibra vegetal de verduras y algas crudas puede corregir en pocos días esta patología.
  • Migraña. Un porcentaje importante de migrañas tiene su origen en un estreñimiento crónico que vierte al torrente sanguíneo sustancias tóxicas de la putrefacción intestinal. La dieta cruda, rica en fermentos y enzimas digestivas y en fibra, resulta excelente en estos casos.
  • Alergias, La cantidad de sustancias extrañas que incorporamos con la alimentación, como aditivos, conservantes, antibióticos y hormonas de alimentos de origen animal, o productos resultantes de la fritura de grasas y proteínas (histamina) está detrás de las alergias. Incorporar abundantes crudos, o la dieta cruda temporal, limpia el organismo y mejora esta patología.
  • Artritis. Una dieta rica en crudos desinflama, depura y regenera los tejidos.
  • Problemas de piel. Muchas dermatitis y erupciones de la piel mejoran o desaparecen al seguir durante unos días una dieta cruda.
  • Diabetes. Su riqueza en fibra regula la absorción de glucosa y sus fermentos y enzimas ayudan a controlar la diabetes de tipo 11 o del adulto.
  • Infecciones y resfriados. La abundancia de vitamina C en los crudos y su poder inmunoestimulante y revitalizador previenen y ayudan a resolver infecciones.
  • Cáncer. En los crudos se encuentran gran cantidad de fitonutrientes reconocidos como protectores del cáncer o frenadores del crecimiento tumoral (flavonoides, lignanos, glucosinolatos, fitatos, carotenoides, resveratrol...).

¿Qué alimentos pueden tomarse crudos?

Casi todos los alimentos de origen vegetal que conocemos en nuestra dieta pueden consumirse crudos.

Frutas

Forman parte de los alimentos crudos por excelencia.

Estimulan los cinco sentidos por sus colores, texturas y formas, su aroma, su variedad de sabores y su crujiente sonido al masticarlos. Aportan agua viva, junto a azúcares orgánicos (glucosa, fructosa, sacarosa... ), vitaminas, minerales, fibra, pigmentos y elementos fitoquímicos.

Por su aporte energético y de grasas de buena calidad, sin colesterol, no hay que olvidar frutos como las aceitunas, de las que se obtiene un aceite excelente en crudo, y el aguacate, una sana "mantequilla" vegetal.

Las frutas secas dulces, resultado de la desecación o deshidratación de algunas frutas (uvas pasas, higos o ciruelas secas, orejones, dátiles... ) son una potente fuente energética que concentra los nutrientes de la fruta fresca sin alterar.

Verduras y hortalizas

Pueden consumirse casi todas crudas en ensalada (lechuga, tomates, zanahorias, espárragos, pepinos, rábanos, alcachofas, col, espinacas... ), aunque algunas necesitan la cocción para evitar su toxicidad (patatas y berenjenas).

Constituyen una excelente fuente de fibra, vitaminas, minerales y sustancias fitoquímicas.

Las de la familia de las crucíferas (coles, nabos, rábanos... ) y las liliáceas (cebollas, ajos, puerros... ) contienen nutrientes que se han demostrado efectivos para neutralizar sustancias cancerígenas y detener su crecimiento cuando se ha iniciado el proceso.

También contienen cantidades nada despreciables de proteínas.

Frutos secos

Ricos en grasas de buena calidad y que nutren el sistema nervioso, contienen una cantidad importante de proteínas, algunos de ellos en un porcentaje superior al de la carne, si bien se toman en cantidades menores.

Al consumirlos crudos se aprovechan todos sus nutrientes (minerales, vitaminas, antioxidantes, fitosteroles... ), cosa que no sucede si se tuestan o fríen (pierden hasta un 75% de la vitamina B1).

Semillas

Las pepitas de girasol, de calabaza o de sésamo tienen propiedades similares a los frutos secos oleaginosos si se comen crudas.

Cereales

Cuando son integrales, no solo aportan hidratos de carbono, fibra y calorías, sino también proteínas, minerales y vitaminas.

Excepto el maíz tierno y los copos no tostados (de avena, por ejemplo), no pueden incorporarse a la dieta como alimentos crudos, pero se pueden ingerir germinados, con la ventaja de que aportan la provitamina A y la vitamina C que faltan en los granos secos.

Se puede preparar pan o base para pizzas a partir de cereales germinados como ya hacían los esenios, comunidad religiosa que se alimentaba fundamentalmente de alimentos crudos.

Legumbres

En general son incomestibles en estado natural ya que contienen sustancias tóxicas y además son indigestas, por lo que hay que cocinarlas.

Sin embargo, guisantes y habas tiernas pueden comerse crudos y, por otra parte, el proceso de germinación convierte a todas las legumbres en un alimento crudo de alta calidad.

En el germinado la gran reserva de almidón, proteínas y grasa de las legumbres se presenta ya predigerida, libre de los factores antinutrientes o tóxicos; su riqueza en vitaminas, minerales y enzimas les otorga una gran vitalidad y las convierte en alimentos vivos con gran poder regenerador y depurativo, y proporcionalmente con pocas calorías.

Las legumbres germinadas más utilizadas son la judía mungo (soja verde) y la alfalfa, pero también pueden germinarse fácilmente lentejas y garbanzos.

Algas

Son alimentos poco utilizados en nuestra cultura occidental, pero de larga tradición en poblaciones que han subsistido dependiendo del mar. Por ejemplo, en Japón su uso ancestral se ha relacionado con la longevidad.

Las algas son los primeros seres vivos que fueron capaces de transformar la energía solar en nutrientes, y por tanto los que pusieron la base de la pirámide alimentaria.

Al consumirlas crudas, además de ingerir minerales, oligoelementos, proteínas y fibra de gran calidad, incorporamos la energía solar en su máxima expresión de orden y vitalidad.

Cómo introducir más alimentos crudos en la dieta

Los crudos aportan toda la energía que han transformado del sol y son ricos en vitaminas, fibra, enzimas y otros nutrientes que protegen la salud. Estas son algunas sugerencias para incrementar su presencia en la dieta.

En el desayuno

  • Macedonia de frutas ácidas como naranjas, fresones, kiwis, piña...
  • Fruta dulce jugosa (melocotón, uva, sandía, chirimoya... ), acompañada con plátano.
  • Muesli vegetal triturando copos de avena crudos y remojados durante la noche, con manzana, pera, frutos secos dulces y oleaginosos, germen de trigo y miel.

A media mañana

  • Fruta. Alguna pieza de fruta sola: una manzana para frenar el apetito o bien un kiwi para laxar...
  • Zumos naturales de zanahoria, remolacha, manzana, uva, pera, apio...

En la comida

Ensalada. Siempre un primer plato de ensalada con todo tipo de vegetales y hortalizas crudas (lechuga, escarola, espinacas, tomate, pepino, zanahoria, remolacha, rabanitos... ), frutas grasas como el aguacate y las aceitunas, algas, germinados (soja, alfalfa... ), semillas (girasol. calabaza, sésamo... ) y aceite de oliva virgen de primera presión en frío.

En la merienda

En la cena

Ensalada variada como primer o único plato.

Como postre

  • Manzana o pera. De postre, en el mundo naturista se aconseja tradicionalmente la manzana o la pera.
  • Papaya o piña. Hay quien recomienda la papaya o la piña tras una comida proteica, pues son ricas en fermentos digestivos que ayudan a digerir las proteínas (papaína en el caso de la papaya y bromelina en el de la piña).

Cómo adaptarse a una dieta crudívora

Incorporar alimentos crudos a la dieta puede generar problemas de adaptación. La flora intestinal vive a expensas de lo que comemos, así que al cambiar de alimentos, durante unos días, se pueden producir flatulencias y molestias digestivas: unas bacterias desaparecen y otras nuevas empiezan a repoblar la mucosa intestinal.

Hay que tener también presente que los alimentos con muy pocos pigmentos, que normalmente son los que no han recibido la luz solar por estar enterrados (cebollas, ajos... ) o envueltos por hojas exteriores (coles, coliflor, corazón de alcachofa, cogollos de lechuga, endibias...) son más indigestos y producen más gases aunque sean sanos.

Las personas con problemas digestivos que no admiten lo crudo deberían recurrir a plantas desinflamantes (manzanilla, tomillo... ) y dietas cocinadas pero que no estimulen en exceso la secreción ácida del estómago y los intestinos, para ir incorporando poco a poco lo crudo. los zumos naturales de frutas y verduras son de gran ayuda en este caso.