Bessel van der Kolk es el fundador del Trauma Center de Brookline (Massachussetts). Ha dedicado buena parte de su carrera a investigar cómo niños y adultos se adaptan a situaciones traumáticas y a evaluar qué tratamientos y técnicas pueden ser las más efectivas para revertir los efectos del estrés post-traumático.

Y es que el trauma, más allá del acontecimiento en sí, deja una huella que condiciona la vida de la persona. Como mecanismo de defensa, las personas que han vivido un trauma se disocian del cuerpo y de sus sensaciones. Y si no sanan los efectos de ese trauma no logran confiar en la vida ni en los demás. Es lo que ha podido comprobar van Der Kolk, que también ha sido profesor de psiquiatría de la Universidad de Harvard y ejerce de profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston.

—¿Por qué empezó a interesarse y a investigar por el trauma y sus efectos?
—Desde hace tiempo me fascina cómo las personas que han vivido un trauma tienden a quedarse atrapadas en sus esquemas de respuesta y esto es tan dramático que me llevó a interesarme en el efecto que tienen las problemáticas sociales como son los abusos y el maltrato en el cerebro. Desde el principio, he comprobado claramente que el trauma modela el cerebro de alguna manera, y en consecuencia, me he dedicado a investigar esta relación.

—¿Cuál es su definición de trauma?
—El trauma es una experiencia que sobrepasa los mecanismos de supervivencia de la persona así como sus facultades para reaccionar ante lo que le sucede. Para esa persona la vida nunca será la misma después de esa experiencia. Y ante el trauma el cerebro cambia a distintos niveles para reajustarse de manera que el sistema nervioso se pone en estado de alerta para hacer frente al peligro y adaptarse a lidiar con la impredictibilidad de una parte de la vida. Es un proceso complejo en el cual el cerebro se da cuenta de que el mundo que conocía ha cambiado.

«Ante el trauma, el cerebro cambia a distintos niveles para reajustarse».

—¿Es lo que le ocurre a una persona que ha sufrido abusos?
—Sí. Pero cuando las personas que te hicieron daño son las personas con las cuales tienes un vínculo, de las cuales depende tu seguridad y estabilidad, entonces el trauma y su impacto tiene un profundo efecto a múltiples niveles, tanto en la forma en la que pueden asumir la intimidad como en la relación que acaban desarrollando con las personas que tienen poder y su forma de asumir la vida. Aunque cada persona pueda tener una respuesta, en todas ellas el abuso hace mella y tiene un profundo efecto afectando su estabilidad y la forma en la que enfrentan las situaciones de peligro.

—¿Cómo afecta el trauma a la vida cotidiana?
—La persona con un trauma ve afectada su vida cotidiana en el sentido de cómo se siente. Puede sentirse atemorizada o bien sentir la necesidad de dominar a las personas que tiene a su alrededor. Necesita sentir que tienen el control porque no puede gestionar el hecho de sentirse indefensa ante los demás. Y esto afecta y determina sus relaciones.

«Sufrir abusos en la infancia puede afectar a las relaciones durante toda la vida».

—¿De qué manera impacta esto en las relaciones?
—Se trata de personas muy ansiosas que tienden a enfadarse y a asustarse con facilidad porque el trauma hace que se sientan que heridas o dañadas con frecuencia por los que están a su alrededor y por lo que sucede. Viven en un estado de hipervigilancia y este estado de alerta constante las confina a un estado de aislamiento.

—¿Por qué se produce este efecto?
—Es su mecanismo de defensa para alejar los sentimientos de terror, pero al no conectar con sus sensaciones corporales se sienten muertas por dentro. Es la manera que han encontrado de mantener las emociones bajo control y de sentirse a salvo ante un mundo que las atemoriza. Todos nos hemos relacionado con personas que están bajo los efectos de un trauma o que han sufrido un trauma.

—¿Puedo tener un trauma sin saberlo?
—Muchas personas traumatizadas no son conscientes de ello. El trauma original bloquea una parte de ellas. Por eso, muchas personas traumatizadas dicen: “No tuvo importancia, esto no tuvo ningún impacto sobre mí…” Intentan negar la forma en que les ha afectado, pero esos efectos emergen en las relaciones y en la forma en que se relacionan con los demás.

«Muchas personas traumatizadas no son conscientes de ello».

—¿Cómo podemos sospechar que estamos traumatizados sin saberlo?
—Son personas que tienden a estallar con facilidad porque en su interior se alberga mucho miedo y rabia, emociones que expresan con sus reacciones exageradas creando conflictos relacionales. Cuestiones que para otros no tienen importancia, a ellas las superan. Por eso lo más problemático del trauma son sus efectos a largo plazo y cómo este está directamente relacionado con estados depresivos.

—¿El cuerpo tiene en el trauma un papel fundamental?
—Nosotros somos nuestro cuerpo y nuestro cuerpo es lo que somos. Nuestro cuerpo nos dice aquello que es seguro y lo que resulta peligroso, lo que es bueno y lo que es malo para nosotros, lo que produce dolor y lo que es fuente de placer. El trauma se vive a través de sensaciones físicas.

—¿Cómo nos dice que estamos marcados por un trauma?
—Cuando has sufrido un trauma tu cuerpo tiene sensaciones de terror, de angustia desbordante… Todo esto lo vives en tu cuerpo y para poder lidiar con estas sensaciones las personas con un trauma se desconectan de él para intentar no sentir nada a nivel físico. Pero cuando haces esto también bloqueas cualquier sensación de placer. Por tanto, tiendes a sentirte deprimido, pues has aprendido a reprimir cualquier sensación que provenga de tu cuerpo sea dolorosa o placentera.

«Cuando has sufrido un trauma bloqueas las sensaciones y eres incapaz de sentir placer».

—¿De qué manera se puede revertir esta situación?
—Las personas con trauma tienen los sentidos amortiguados y por tanto dejan de estar completamente vivos. Cuando tenemos los sentidos amortiguados, dejamos de sentirnos totalmente vivos. Las víctimas de traumas no pueden recuperarse hasta que se familiarizan y aceptan las sensaciones de su cuerpo.

—¿Y el yoga puede ser un camino para lidiar con el trauma y desbloquear este mecanismo de defensa?
—Sí. El yoga es una técnica que ayuda a sanar el trauma. Nuestra cultura occidental no es de gran ayuda para sanar el trauma, en cambio China ha desarrollado el Chi Kung y el Taichí que son también un buen camino para tratar el trauma mientras que en la India está yoga y en África los tambores.

—¿Qué otras técnicas ayudan a las personas con estrés post-traumático?
—Las culturas han desarrollado diferentes técnicas. Por ejemplo, cantar en grupo –como en una coral– también es muy sanador. Pero tanto en Europa como en Estados Unidos más bien nos orientamos a la bebida. Somos una cultura alcohólica. Si te sientes mal, sacas una cerveza. Y es bastante peligroso porque existe una alta correlación entre el trauma y el consumo excesivo de alcohol y de drogas para conseguir bloquear las sensaciones que emergen a causa del trauma.

«Hay una alta correlación entre el trauma y el consumo excesivo de alcohol y drogas».

—¿La meditación puede ayudar a sanar el trauma?
—Sí. La meditación es muy útil pero su práctica puede resultar muy turbulenta para una persona traumatizada ya que los sentimientos de miedo están en ella presentes todo el tiempo y precisamente intentan hacer todo lo posible para alejarse de ellos y de sus sensaciones. Así que pedir a una persona traumatizada que permanezca en silencio y en quietud es pedirle algo muy difícil. Sin embargo, la meditación activa algunos circuitos cerebrales que al final son necesarios muy para reestablecer el control sobre ti mismo.

«La meditación activa circuitos cerebrales que ayudan a recuperar el control».

—¿Por qué habla de recuperar el control?
—La reacción traumática es siempre una respuesta involuntaria. Son respuestas que pueden llevarte a sentirte avergonzado de ti mismo por eso las personas traumatizadas a menudo sienten odio hacia sí mismas y no se soportan así mismos porque no pueden predecir cómo van a reaccionar. Entonces, para tratar el trauma es necesario orientar el trabajo de manera que las personas sientan que recuperan el control de su cuerpo y sus reacciones. En un ambiente seguro su cuerpo tiene que experimentar nuevas sensaciones y vivencias que contradigan profunda e instintivamente la impotencia, la rabia o el colapso que resulta del trauma.

¿Diría que la psiquiatría actual está realizando buenos acercamientos a la hora de tratar el trauma?
—Pienso que la psiquiatría actual ha perdido su camino. Ha dejado de ser un medio para ayudar a sanar a las personas que han sufrido un trauma desde el momento en que ha decidido recurrir a una píldora para lograr que desaparezca. Como psicofarmacólogo he llevado a cabo muchos estudios sobre el efecto de las medicaciones en el trauma y lo que he encontrado es que éstas reprimen los síntomas que el trauma desencadena por lo que en alguna medida pueden ayudar, pero no resuelven el trauma.

«La medicación no es capaz de resolver el trauma».

—Hay psicólogos que no entienden esto...
—Porque actualmente están entrenados en lo que yo llamo mensaje post-alcohólico: “Tú no tienes que hacer nada por ti mismo”. Lo más grave desde mi punto de vista es que la mayoría de los psicólogos y psiquiatras ni siquiera saben lo que realmente ayuda a las personas. En Estados Unidos se dedica mucho dinero a la investigación, pero si se trabajara con todo aquello que ya existe y sabemos, el mundo podría ser un mejor lugar.

—¿Actualmente a qué investigaciones se está dedicando?
—Ahora mi investigación se centra en cómo el neurofeedback, las técnicas de psicodrama o el uso de psicodélicos (éxtasis y la psilocibina, entre otros) pueden ayudar a la gente a construir nuevas estructuras mentales.

Bessel van der Kolk es autor de "El cuerpo lleva la cuenta" (Editorial Eleftheria). Recoge revolucionarias investigaciones sobre cómo el trauma produce una serie de modificaciones en el sistema nervioso y en el cerebro que pueden acompañar a las personas toda la vida, incluso sin ser conscientes de ello.

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