No es casualidad que celebremos el Día de Todos los Santos en plena estación de otoño. Debemos fijarnos en la naturaleza para comprender qué nos pide el cuerpo y el alma en cada momento del año. En primavera florecemos y deseamos estar bien acompañados. En verano vivimos en el exterior, disfrutamos y las rutinas se pierden. En invierno deseamos estar en casa y conectar con la familia. En otoño, los árboles pierden sus hojas y nos invitan a dejar ir, a soltar y a mutar en una versión más ligera de nosotros mismos.
Así, es normal que celebremos las despedidas y el duelo durante el otoño. La energía nos invita a desaferrarnos, a celebrar la vida que fue y a recogernos para comprender qué desearemos en el futuro.
Para esta meditación aprovecharemos la energía favorable que nos acompaña y pondremos consciencia al duelo. Podemos estar de duelo por la pérdida de una amistad, de una relación sentimental, de un familiar, de una mascota, de un proyecto laboral, de un sueño, etc. El duelo responde a cualquier proceso de asimilación de una pérdida.
Con esta meditación, vamos a ser un bello árbol que, después de una primavera y un verano maravillosos, se despide de sus hojas para abrazar una nueva y gran transformación.
Las fases del duelo
Según la psicología, el duelo tiene cinco etapas que pueden o no darse de forma sucesiva:
- La negación: suele ser una sensación de incredulidad ante la pérdida, especialmente si esta fue repentina.
- La ira: cuando ya eres consciente de lo sucedido, pueden despertarse sentimientos de frustración, de impotencia, de rabia, etc. A veces, incluso se necesita culpar a una tercera persona de lo sucedido.
- La negociación: aquí ya conectamos con la realidad de la pérdida y nos empezamos a preguntar qué necesitamos para navegar el duelo.
- La depresión: conectamos con lo que significa la pérdida y podemos vivir emociones de pena, de pérdida de interés por lo cotidiano, etc. No se trata de una depresión como tal, sino más bien de la conexión con emociones de tristeza.
- La aceptación: conectamos con la calma y la compresión de lo sucedido. Podríamos hablar de que la herida empieza a cicatrizarse.
Te sientas como te sientas y estés en el momento que estés, cualquier proceso es mucho mejor si se comparte. Si estás viviendo un duelo no temas compartir tu experiencia. Existen grupos de apoyo, terapeutas especializados e incluso te ayudará hablar de ello con amigos cercanos y familiares. Aunque es importante recordar que las conversaciones con amistades, por muy agradables que sean, nunca van a substituir un proceso terapéutico.
Puedes hacer esta meditación independientemente de la fase del duelo en la que te encuentres. Y si no estás viviendo un proceso de duelo, también es recomendable practicarla porque conectarás con la energía del otoño, el desapego y el agradecimiento.
Meditación guiada para personas en duelo
Puedes hacer esta meditación en cualquier momento del día. Por la noche, no obstante, tiende a visitarnos la melancolía y la tristeza y hacer la meditación en ese momento te puede resultar un recurso útil para sobrellevar mejor tal emoción.
Haz esta meditación para el duelo sentado en una silla con la espalda erguida, pero sin tensión. Así seguro que no te duermes y seguirás estando cómodo.
Si te apetece, puede resultarte gratificante hacer la meditación con auriculares. Sentirás el sonido más envolvente y podrás aislarte mejor del exterior.
Si durante la meditación necesitas moverte, adelante. Si estás incómodo, por favor, recolócate en una postura más cómoda con movimientos suaves.
Si puedes, descárgate toda la meditación y luego pon tu dispositivo en modo avión.
Ponte algún aceite esencial en el difusor o algún incienso. Para el duelo te recomiendo aromas otoñales y que evoquen una agradable sensación hogareña como, por ejemplo, el cedro, la canela o el eucalipto.
Ten paciencia contigo mismo. Los procesos de duelo pueden durar más de un año. Es importante que tengas compasión y te des mucho espacio para navegar todas las emociones que te visiten.
Si te gusta celebrar el Día de Todos los Santos en familia, podéis hacer esta meditación juntos. Reservad un ratito para meditar y tener un pensamiento para las personas que ya no están. Puede ser una oportunidad bonita para tener un diálogo abierto y honesto sobre la muerte y la pérdida. No se trata de ponernos tristes, sino de integrar el duelo como parte de la vida.
Recuerda que esta meditación es un recurso que queda para siempre a tu disposición y puedes volver a ella cuando lo sientas necesario.