La conexión entre cuerpo y mente es bidireccional. Los psicólogos siempre hablamos de la influencia de la mente en el cuerpo y las enfermedades, pero esta influencia también se da en el sentido inverso. Nuestros movimientos y gestos también pueden afectar a nuestro estado mental y emocional.

Por este motivo, es tan importante prestar atención a qué hacemos y cómo nos movemos. Nuestra salud mental también se beneficia de ello. 

Los movimientos expansivos están mal vistos

En nuestra vida diaria, inmersos en las prisas de trabajo, tráfico, colegios y demás, vamos con prisa a todas partes y apenas nos detenemos a pensar en nuestro cuerpo ni en cómo nos movemos. 

Si vives en ambientes urbanos, podrás observar que apenas haces movimientos expansivos y, mucho menos, gestos como el de levantar los brazos. En un ambiente rodeado de gente y con muy poco espacio personal, este tipo de actitudes pueden ser vistas como algo exagerado o intimidatorio hacia los demás y no son habituales. De hecho, como ejercicio de observación, te propongo buscar a alguien que haga en algún momento este tipo de gestos expansivos. Será muy difícil encontrarlo. 

Cuanto más grandes y masificadas son las ciudades, más raro será a alguien realizando este tipo de gestos expansivos. Vivimos hacia dentro, caminamos con la espalda encorvada y la mirada en el suelo. 

Sin que nos demos cuenta, el hecho físico de vivir hacia dentro, con el cuello y los brazos hacia abajo, afecta a nuestro estado de ánimo y merma nuestra autoestima, por no hablar de que puede influir negativamente en personas que ya tengan problemas emocionales o tendencia a la depresión. 

Gestos abiertos y su relación con la psique

En 2010, las investigadoras Amy Cuddy, Dana Carley y Andy Yap, comprobaron que tras dos minutos manteniendo una postura expansiva (de victoria o de poder), ya se detectaban cambios positivos en distintos niveles hormonales, contribuyendo a aumentar la testosterona y reducir el cortisol

Estos cambios influyen positivamente en el estado de ánimo, mejorando la autoestima y el bienestar.  De hecho, los voluntarios del experimento refirieron sentirse más confiados y notar menos ansiedad, tras efectuar estos cambios en la postura durante apenas dos minutos.

Como hemos visto, utilizar estos gestos antes de algún evento importante que nos genere estrés, como una entrevista, un examen o una exposición en público, resulta muy recomendable. En muy poco tiempo, sentiremos los efectos positivos. 

Gestos sencillos para recuperar la confianza

Veamos, entonces, varios ejemplos de gestos expansivos que puedes utilizar en tu día a día para reforzar tu autoestima. Observarás que son posturas en las que los brazos se separan del cuerpo y el tronco se mantiene extendido hacia delante. 

  • Levantar los brazos. De pie, con las piernas separadas a la medida de los hombros, levanta los brazos por encima de tu cabeza en forma de V (como el gesto de victoria).
  • Manos en la nuca. Si estás sentada, échate un poco hacia atrás. Entrelaza tus manos detrás de la nuca y estira la espalda, dejando que el pecho avance hacia delante. 
  • Brazos en jarra. De nuevo, los pies separados a la altura de los hombros. Coloca las manos en la cintura, y echa los hombros hacia atrás. 

Integra las posturas expansivas en tu rutina diaria

Ahora que ya conoces las posturas básicas, veamos cómo puedes incorporarlas a tu vida para aprovechar sus beneficios. Recuerda que, con solo dos minutos de práctica, tu cuerpo y tu mente ya experimentan mejoría. 

  • Al iniciar el día. Al levantarte, realiza algunos estiramientos, haciendo hincapié en estas posturas de brazos levantados y cuerpo estirado hacia delante. 
  • En las actividades rutinarias de casa. Existen muchas situaciones donde puedes practicar y prestar atención al gesto de levantar los brazos. Por ejemplo, guardando platos o vasos en los armarios superiores de la cocina, en el momento de la ducha, etc.  A partir de ahora, sé consciente de estos movimientos y de sus beneficios. 
  • En tu lugar de trabajo. Si pasas mucho tiempo en posiciones estáticas, busca unos minutos para practicar alguna de las posturas que hemos visto anteriormente. Puedes aprovechar los momentos de ir al baño o las pausas para el café. Incluso, si estás sentada, también puedes estirar los brazos y la espalda cada cierto tiempo. 
  • En situaciones de espera. Mientras estás esperando una cola o aguardando a que se abra el semáforo, también puedes practicar estas posturas expansivas