Estamos viviendo una pequeña revolución sobre cómo criar a los niños. Es la llamada crianza natural o con apego, que incluye hábitos olvidados como el porteo en vez del cochecito, el colecho y la lactancia materna a demanda prolongada.

También es común en esa corriente seguir el sistema baby-led weaning (BLW) cuando el niño comienza a tomar algo más que leche. Baby-led weaning se podría traducir como alimentación complementaria a demanda.

Se caracteriza por que se le ofrecen al bebé los alimentos a trozos, de manera que sea el propio niño el que los elija, agarre, se los lleve a la boca y decida qué cantidad comer, en lugar de darle papillas o purés cucharada a cucharada.

¿Cuándo se puede iniciar el baby-led weaning?

Según recomendaciones de la OMS, la lactancia materna exclusiva se debería mantener hasta los 6 meses. En los primeros momentos, la alimentación complementaria no tiene todavía un gran peso nutricional en la dieta del bebé porque la lactancia materna sigue siendo el alimento principal.

Es fácil que al inicio solo chupe, estruje y succione, y que coma porciones muy pequeñas. Cada bebé es diferente; algunos pueden estar preparados para consumir alimentos distintos a la leche a los cinco meses y medio, otros a los ocho meses.

Las 3 claves que indican que el niño está listo para iniciar la alimentación complementaria son las siguientes:

  1. Puede mantenerse sentado, aunque se apoye, y mantiene la cabeza erguida él solo.
  2. Es capaz de coordinar sus manos para coger un alimento y llevárselo a la boca.
  3. Ha perdido el reflejo de extrusión: es capaz de tragar alimentos sólidos y no los expulsa con la lengua.

El tipo de alimentos que se pueden ofrecer en el BLW es muy amplio, pero es importante que sean productos blandos y fáciles de agarrar, así como evitar los trozos demasiado pequeños.

Por ejemplo, se le puede ofrecer patata hervida, trozos de verduras cocidas (ramitos de brécol, zanahoria, judías verdes...), trozos de fruta, pan, pasta de tamaño grande, dados de tofu, albóndigas, croquetas, trozos de aguacate...

El BLW y la alimentación tradicional con papillas no son opciones excluyentes. Podemos darle a nuestro hijo un puré y en otro momento ofrecerle un trozo de zanahoria hervida o un pedazo de plátano.

Las ventajas de la alimentación autoregulada

Permite al bebé comer desde el principio en la mesa familiar, relajando la sensación de control y creando un ambiente distendido que alentará una relación placentera con la comida.

El bebé puede explorar formas, texturas, sabores y olores de manera libre, desarrollando los sentidos. Le permite conocer cada sabor y textura por separado (cosa imposible con las papillas), lo que favorece que consuma y acepte todo tipo de alimentos con más facilidad.

Fomentamos que el niño avance a su ritmo controlando su apetito y sensación de saciedad (según algunos estudios, si tiene a su alcance alimentos saludables, escoge instintivamente los alimentos que conforman una pauta equilibrada).

También hay algunas desventajas

Requiere más tiempo, porque el bebé come a su ritmo. También se ensucia más.

Puede que exista en los padres mayor miedo al atragantamiento, aunque hay poco riesgo si el bebé está preparado (si presenta las tres claves ya comentadas) y se halla en todo momento en compañía de un adulto.