El reconocido psicólogo Tomás Navarro ha publicado su sexto libro, Tus líneas rojas(Zenith), una herramienta muy útil para saber qué actitudes o comportamientos podemos aceptar de los demás y cómo priorizar nuestras propias necesidades.

Gracias a sus años de experiencia, y a su vivencia propia, nos propone ejercicios y casos como ejemplo que nos guían para trazar nuestras líneas rojas en el amor, la amistad, el trabajo y en la familia. Charlamos con él acerca de los límites y de las personas tóxicas.

-¿Por qué nos cuesta tanto marcar límites?
–Pues porque en algún momento hemos aprendido que era mejor no marcarlos. A veces confundimos ser buenos con ser sumisos, a veces no tenemos bien entendido el concepto de empatía, a veces creemos que el sufrimiento ajeno es más importante que el nuestro y a veces porque no sabemos cómo hacerlo.

Pero a pesar de todo siempre, siempre, siempre, no ponemos límites porque no nos priorizamos, no nos escuchamos y le damos más importancia a las prioridades de otras personas que a las nuestras. Si no tienes prioridades vivirás según las prioridades de otras personas.

–¿Por qué es importante enseñarles a los niños y niñas a marcarlos? ¿Cómo podemos hacerlo de una manera clara y sencilla para que tengan presente en su vida adulta?
–Es una competencia que se puede aprender y es muy importante que la incorporen y se enseñe de manera sistemática en las escuelas. En la vida hay gente encantadora y gente que abusa, que es tóxica, que se aprovecha de ti o que te provoca dolor. No podemos relacionarnos de la misma manera con todo el mundo por lo que necesitamos poner límites a aquellos perfiles que los necesitan.

Es importante que asuman que no son malas personas por poner límites, por pedir respeto o por priorizar sus necesidades. La mejor manera de enseñárselo es con el ejemplo. Los niños son máquinas de aprender así que si se lo mostramos, tanto en el colegio como en casa, podrán desarrollar todas sus competencias asertivas.

 

–¿Qué es para ti marcar límites y por qué es necesario para nuestra salud?
–Cuando tienes que marcar un límite es que ya vas tarde. Algunas personas no se relacionan de manera sana y respetuosa por lo que esos límites permiten que te protejas. Cada día, varias veces al día, necesitamos marcar límites.

Ese compañero del trabajo que intenta colocarte su trabajo para él poder escaquearse o coger los mejores proyectos, esa suegra que se mete en casa y está condicionando tu relación de pareja, ese padre que quiere que seas como él quiere, pero también ese hijo que quiere que le traigas agua cuando puede ir él a buscarla. El mundo es un lugar que oscila entre la belleza y la hostilidad, y debemos poder proteger nuestra salud mental.

Cuando pones límites estás desarrollando un ejercicio de autoestima, de autorespeto, de autoafirmación, te estás protegiendo de esfuerzos que no quieres realizar, te estás focalizando en tus objetivos y eso tiene grandes repercusiones para nuestra salud mental, emocional e incluso física.

 

–En tu libro hablas de la importancia que tiene cuidarse de las personas tóxicas. ¿Qué son y cómo podemos identificarlas?
–Hay diferentes tipos de personas tóxicas para simplificar podríamos decir que son personas que te provocan dolor, abusan de ti o te utilizan. Son personas que no te tratan como a una persona sino que te tratan como a un recurso o un sparring.

Los perfiles tóxicos, abusivos, parásitos o maltratadores no son tontos por lo que resulta complicado identificarlos. Suelen utilizar el disfraz de buena persona o de víctima para que relajes tus defensas y puedan tenerte bailando a su son. Si te duele no te conviene. Esta podría ser una máxima.

–Quizá nosotros mismos lo somos o lo estamos siendo. ¿Cómo podemos darnos cuenta de que tenemos conductas tóxicas?
–Cuando yo aconsejo a una pareja que se separe porque él la maltrata, yo resulto tóxico para esa persona que acaba de perder a su pareja. A veces podemos resultar tóxicos sin darnos cuenta pero cuando tomamos consciencia nos sabe fatal y aprendemos la lección.

Por otro lado, me gusta diferenciar entre rasgo y estado. Rasgo es algo que se mantiene en el tiempo mientras que estado es algo que se da de manera temporal. A veces, por ejemplo por culpa del dolor, podemos desarrollar actitudes tóxicas sin ser conscientes de manera momentánea. De todas maneras hay una tendencia a blanquear las conductas tóxicas con frases como: “pobrecito lo pasó muy mal con sus padres”, “ha perdido a su pareja” o “tiene una enfermedad grave”. Lamento decir que el tema no va bien, bien así.

Conozco a personas que han sufrido horrores pero no por ello desarrollan toxicidad. Podríamos decir que hay algo de base. Que el trauma no potencia la toxicidad, es más, en algunas personas potencia la empatía y la comprensión. A veces han aprendido a ser tóxicos, a veces está más ligado con su personalidad. Pero si te estás formulando la pregunta de si eres tóxico o no, la respuesta es que no. Un perfil tóxico no se lo plantea y además duerme la mar de tranquilo.

 

–Eres muy contundente con este tema. ¿Hay alguna posibilidad de que haya personas que no tengan un plan premeditado pero que sean tóxicas para nosotros? 
–A menudo me dicen que no puede ser tan inteligente a lo que respondo siempre lo mismo. Mira a Messi, tiene talento para el fútbol pero no para otras cosas. No pienses en planes maquiavélicos, piensa en que le sale solo, en que es un modo de vida, en que no le cuesta nada ser así. A menudo camuflan su toxicidad bajo un “no me doy cuenta”, si es el caso siempre aconsejo lo mismo. Haz lo mismo que hace él o ella y verás qué reacción tan virulenta tiene. Insisto, es tóxico, no idiota. Podríamos hablar de esas madres maravillosas de puertas para afuera o de esos maridos perfectos a ojos de todo el mundo, perfiles que se sufren en la intimidad, cuando nadie les ve.

 

–¿Qué pasa cuando la toxicidad viene de la familia? ¿Qué primeros pasos o límites podemos poner?
–Siempre me ha resultado curioso cómo se perpetúan determinados patrones, como si el haberlo sufrido no hubiera sido motivo suficiente como para no repetirlo. Mi mejor consejo, siempre, es poner tierra de por medio. Muchas personas lo hacen de manera instintiva y se van a trabajar lejos de la familia. Lo que no puede pasar es que tengas una pareja salida. Sí, que creas que la primera persona que se cruza por delante es buena pareja, ya que en realidad estás contaminando tu juicio por las ganas que tienes de irte de casa.

Si no puedes poner tierra de por medio siempre puedes ajustar expectativas, no personalizar y compensar ese sufrimiento con actividades más placenteras.

–En el trabajo asumimos en numerosas ocasiones situaciones y relaciones tóxicas. ¿Se puede marcar límites sin renunciar al puesto de trabajo?
–En el libro doy algunos recursos pero hay una reflexión que es muy importante. El perfil tóxico se comporta así porque sabe que puede hacerlo. Se sabe protegido y por ese mismo motivo no tiene freno. Yo personalmente he cambiado de trabajo por perfiles tóxicos y siempre he salido ganando. Bueno, es más, ya hace 23 años que soy autónomo y es por dos motivos. El primero es para poder organizar y gestionar mi tiempo para poder dedicarlo a mi familia y el segundo es el de no tener que aguantar a perfiles tóxicos. Siento ser tan crudo y realista pero a menudo, un cambio de empresa o quizás de departamento puede cambiarte la vida. Creemos que lo llevamos bien pero sin darnos cuenta el perfil tóxico nos va amargando. Si crees que cambiar de trabajo o de departamento tiene un coste muy elevado es porque no tienes ni idea del coste que supone compartir trabajo con un perfil tóxico.

 

Las parejas tóxicas, esta es sin duda una de las fuentes de mayor sufrimiento para muchas personas. ¿Por qué aceptamos bajo la palabra “amor” conductas que nos hacen tanto daño?

Pues porque tenemos una educación afectiva pésima. Porque estamos hartos de escuchar hasta la saciedad que quien bien te quiere te hará sufrir, que amores reñidos son amores queridos, porque ‘Las 50 sombras de Gray’ fue superventas y un modelo a seguir, porque confundimos el amor con la admiración, porque no sabemos analizar a las personas. Mira, he realizado varias charlas de educación afectiva a jóvenes donde les explico lo que es el chantaje emocional, las relaciones de amor sanas, basadas en el respeto, la complicidad y la colaboración y te sorprenderías de las preguntas que me hacen. Aprendemos a amar como podemos, repetimos los esquemas que hemos visto en personas de referencia y damos por normal conductas y actitudes que no tienen nada de normal. Nos queda mucho camino por recorrer a nivel educativo.

–¿Qué propones tú cuando nos damos cuenta que estamos en una relación tóxica? 
–Asumirlo, para empezar. A menudo tenemos señales pero las ignoramos. No, atiende a las señales, acepta la realidad y analiza si es posible reorientar la relación y, si no es posible, pues no pasa nada, no tenemos que ser amigos de todo el mundo. Con la violencia debemos tener tolerancia cero. El perfil abusivo o tóxico siempre sigue el mismo patrón. Va probando hasta dónde puede llegar y va incrementando. Sigue la estrategia del pescador, a veces suelta un poco la cuerda para que te relajes, y cuando estás relajado y crees que ha cambiado, vuelve a tensarla.

–A veces el dolor físico nos puede ayudar a ver lo que está pasando por dentro. ¿Qué sintomatología viene dada en estos casos?
–Nuestras emociones están conectadas con nuestro cuerpo. Es algo así como “cómo quieres que te diga que lo estás pasando mal. Que en tu cabeza está genial pero que la realidad es otra. No te dejo dormir, te estreso, te canso… hazme caso por favor!”.

Cuando la persona tóxica o la relación está en el centro de tu vida es un claro indicador de que algo va mal. Si te pasas todo el día pensando en qué hacer o decir para que no se enfade, inventándote excusas para no quedar o buscando ocupaciones fuera de casa, tienes que hacer un pensamiento. A nivel físico podemos destacar todos los síntomas propios del estrés, la ansiedad o el estrés postraumático, como por ejemplo, insomnio, dificultad para concentrarse, incremento o pérdida de peso, problemas digestivos, etc. Posiblemente no seas un adulto con un TDAH, posiblemente todo tu problema es que un perfil tóxico te está descentrando. Es más frecuente de lo que crees.

–Autoestima, seguridad, autorespeto: ¿cuáles son los seis conceptos claves para poner límites?
–Empecemos por la autoestima. Quererse a uno mismo es incompatible con dejarse maltratar. Cuando te quieres a ti mismo tienes el listón más alto y te resulta más fácil identificar a aquellas personas que aparentemente te quieren pero en realidad no.

Con el autorespeto pasa algo parecido, si no te respetas a ti mismo no te resultará disonante la falta de respeto de otra persona. El autocuidado es nuestro tercer elemento. De nuevo mimarse y tener cuidado de uno mismo es incompatible con dejarse maltratar.

Seguimos con la autoprotección. El mundo es un lugar hostil en el momento en el que lo aceptamos podemos protegernos sin sentimiento de culpa. La autodefensa emocional es el quinto de los elementos. Nos protegemos para no tener que defendernos, pero si llegado el momento nos tenemos que defender no pasa nada para eso tenemos competencias como la asertividad o emociones como la ira. Y finalmente, la asertividad proporcional. No podemos apagar un fuego doméstico con un hidroavión ni un incendio forestal con un paño húmedo. Nuestra asertividad debe estar en consonancia con la demanda o agresión que estemos recibiendo.

–Hablas del método PAL como un método eficaz para ayudarnos a poner límites. ¿Nos podrías hablar un poco más sobre este tema?
–Sí, claro. Es un método muy sencillo que consiste en tres pasos. P de priorizarse. Esta es la base. Cuando eres una prioridad para ti mismo puedes tomar mejores decisiones. Seguro que es muy importante para tu madre que vayas a comer cada domingo a casa, pero quizás también es muy importante para ti ir a la playa, quedar con tus amigos o ir a ver a tu hijo a jugar a Voley. La A es de avisar. Imaginemos que ese perfil tóxico no es consciente de su comportamiento. No pasa nada. Vamos a ser bondadosos. Pues le avisamos de que lo que hace nos duele y le damos una alternativa para facilitarle las cosas. Cuando me dices que no sirvo para estudiar me duele, preferiría que no dijeras nada al respecto y respetes mi ritmo de estudio.

A menudo no sirve de nada, pero no dejemos de intentarlo, si te queda energía y ganas, claro. Finalmente pasamos a L de limitar. Sin miedo al conflicto. Es incómodo, sí, pero también es incómodo hacer dieta y nos reporta grandes beneficios. Hay que establecer esos límites de manera clara y contundente. Siempre llegan tarde y provocan una reacción negativa en la persona a limitar, porque claro se le termina el chollo.