Según el Google Consumer Barometer, un 13% de usuarios de móvil consulta o abre sus aplicaciones de mensajería más de 60 veces al día, aunque la media es de unas 10.

En otro “experimento”, y ahora viene lo peor, el 67% de los hombres y el 25% de las mujeres preferían recibir una pequeña descarga eléctrica a ciertos intervalos antes que continuar “aislados” en una habitación donde no había ningún estímulo exterior (solo podían valerse de su pensamiento, en silencio, sin móviles, sin Internet...). Todo esto ocurría en Estados Unidos (mis neuronas “encargadas” de escribir este artículo se niegan a explicitar en qué “universidades” se han realizado estos estudios, pero aseguro que los he leído).

Parece que las mujeres y las personas bilingües son algo más productivas en entornos “multitarea”, eufemismo que podemos utilizar para decir “entornos de trabajo de alta interrupción por inputs de información social irrelevante que entran sin preguntar a nuestro cerebro” (muy largo como concepto, entre otras cosas).

Bueno, podríamos ahora introducir algo sobre hemisferios y zonas de interconexión, e incluso ir a parar a alguna parte del lóbulo frontal... ¿Para ilustrar qué? ¿Que el 21% de una determinada muestra de “personas adultas” en Europa se ha despertado alguna vez para mirar su WhatsApp en plena noche creyendo que ha sonado, o sin creerlo? ¿Que otras personas cuyos cerebros se han acostumbrado a la interrupción de su pensamiento por los avisos de llegada de información digital creen oír señales de sus dispositivos “cada 11 minutos” como media, tanto si se producen como si no?

¡Adultos que no son capaces de mantener su atención en el tema que les ocupa más de 11 minutos! Y pretendemos que los niños permanezcan horas sentados en las aulas escuchando algo que no les interesa, a veces a cargo de alguien que tampoco acaba de entender muy bien lo que dice “enseñar”.

Lo que fue una habilidad de captura de información y, por tanto, una “ventaja” o “adaptación” a las tecnologías, nos ha sobrepasado y de “ventaja” ha pasado a ser “epidemia”.

¿Y tú, tienes "obesidad digital"?

¿Necesitas dedicar todo el tiempo que inviertes en tus redes sociales, correo, o mensajería instantánea? Estas claves te permitirán reducirlo.

Come menos

Supongamos que para tu peso, edad, sexo… necesitas 2.000 calorías diarias. ¿Cuántas “calorías digitales” consumes cada día y cuántas necesitas realmente? Las redes sociales e Internet te ofrecen mucho más de lo que necesitas consumir. Si no acotas la ingesta, acabarás por comer más de lo que necesitas. Cuando lees un tuit, ¿pasas de uno a otro sin saber por qué? ¿Te ocurre a menudo que tienes muchas pantallas o pestañas abiertas de forma que no sabes realmente qué hay en cada una? ¿Saltas de un enlace a otro hasta que pierdes el hilo de cómo comenzaste la búsqueda? ¿Estás más de dos minutos leyendo o releyendo los mensajes que se han acumulado en un grupo? Seguramente puedes acortar el número de clics de entrada a la red y los tiempos de pemanencia en ella.

Autocontrol

Ponte tú las normas. Eres tú quien controla los dispositivos y no al revés. Consume con salud y consciencia. Puedes priorizar unas actividades sobre otras. Por ejemplo, en un momento determinado de tu trabajo, al igual que haces al entrar en una reunión, ¿puedes prescindir 30 minutos de tus dispositivos y centrarte solo en la actividad principal hasta que la termines?

Horario para las “comidas”

Puedes comer durante todo el día a medida que sientas “hambre”, pero será más beneficioso que establezcas un horario y te ajustes a él. Puedes entrar en las redes sociales a unas horas determinadas, en vez de estar permanentemente conectado. A partir de la tarde-noche es mejor no mirar pantallas, interfiere la producción de melatonina y dormirás peor.

Evita tentaciones: los dulces, lejos

Si estamos a dieta, no dejamos una caja de bombones o de dulces en la mesa mientras desayunamos o comemos. Evita la tentación de usar el móvil o la tablet mientras trabajas. Déjalo en silencio o fuera de tu alcance y así no sufrirás la “ansiedad” de tener que mirarlo cada vez que suene. Desactiva las notificaciones. Que no te enteres de que entra un mensaje nuevo no es una tragedia. Te acostumbrarás. No era tan importante...