La hiperlaxitud es una elasticidad en los tejidos corporales que se sitúa por encima de lo normal. Esta condición puede hacer que algunas posturas de yoga se vean más espectaculares, y esto hace que a veces no se tome en cuenta los problemas que nos puede causar.

Lo primero es tener presente que en los casos en que se consiga realizar una asana haciendo uso del exceso de movilidad articular que conlleva la hiperlaxitud, la asana en lugar de aportar un beneficio acentuará la debilidad de nuestras articulaciones. Pero vamos por pasos.

¿Cómo puedo saber si tengo hiperlaxitud?

Algunas personas pueden tenerla generalizada, pero es frecuente que esté presente en unas articulaciones y otras no.

Si al estar de pie tus rodillas se ven abultadas por detrás, si al extender tus brazos el codo se abre más allá de de la línea recta del brazo, o si consigues doblar tu muñeca hasta que el dedo pulgar toca el antebrazo, es debido a que tienes hiperlaxitud.

¿En las sesiones de yoga o trabajo corporal te corrigen la posición de los codos en posturas sobre cuatro apoyos (rodillas y manos)? ¿Te indican a menudo que flexiones un poco tus rodillas al estar en pie? ¿Tienes a veces la sensación de que el brazo o la pierna se podrían salir de su lugar?

Si respondes que sí, es muy probable que tengas hiperlaxitud.

Problemas que puede ocasionar el exceso de elasticidad

Si alguna vez has tenido una lesión en el pie o el tobillo sabrás lo agotador que resulta moverse cuando alguna zona del cuerpo no puede participar.

Cuando el tejido es hiperlaxo, tiene menos capacidad para contraerse, para hacer fuerza. Esto quiere decir que, en el movimiento, otras zonas del cuerpo tendrán que realizar esa fuerza por él. Y, naturalmente, las zonas que más trabajen terminarán por sobrecargarse.

Si no hacemos nada al respecto, la distribución de la fuerza para realizar un movimiento será cada vez menos uniforme. Las zonas débiles cada vez lo serán más y las zonas fuertes irán acumulando tensión y agotando por exceso de uso.

Cuando esto sucede, nuestros movimientos se vuelven menos eficaces y el desgaste del organismo en general es mayor. Igual que si seguimos con nuestra vida normal al lesionarnos una pierna. Al cabo de unos días la otra se resiente.

Aplicar correcciones posturales es una solución de emergencia

Una solución para no seguir extendiendo aun más los tejidos hiperlaxos es crear algunos hábitos para contener la hipermovilidad articular.

Por ejemplo, flexionar un poco las rodillas cuando estamos en pie neutralizará la hiperextensión en la parte posterior de las piernas. O, si estamos en el suelo en posturas de cuatro apoyos, girar un poco los brazos de manera que el interior de los codos miren hacia el centro hará que nuestros brazos queden alineados.

Lo que ocurre es que la persona que tiene hiperlaxitud no suele detectar que está forzando sus articulaciones y solo aplica estas correcciones cuando lo recuerda o cuando alguien le avisa.

Atender la raíz de la hiperlaxitud requiere un trabajo de conciencia corporal

Si en una posición cualquiera sentimos que nuestra espalda está cargada, buscamos espontáneamente otra posición en la que la espalda pueda descansar. Detectar las sensaciones de falta de alineación corporal que produce la hiperlaxitud es lo que nos permitirá reorganizar nuestra posición y dejar de forzar nuestros tejidos.

Para atender realmente la hiperlaxitud necesitamos activar la capacidad de notar e interpretar correctamente las sensaciones derivadas de nuestra posición corporal. Igual que hacemos con nuestra espalda cargada, cuando seamos capaces de detectar la incomodidad relacionada con la hiperlaxitud, buscaremos de manera espontánea una posición en la que podamos sentir una mayor comodidad.

Veamos un ejemplo práctico. Vamos a centrarnos en las rodillas para comprender a qué tipo de posiciones y sensaciones nos estamos refiriendo.

Con hiperlaxitud en las rodillas, al estar en pie, el apoyo del fémur sobre la tibia estará desplazado. Es como si el tejido posterior no pusiera freno a la extensión de la rodilla.

  • Aspectos visibles: Por fuera se verá la parte posterior de la rodilla abultada, como si la rodilla quisiera doblarse en el sentido contrario. Pero aunque sea así, la persona suele pensar que sus piernas están rectas.
  • Sensaciones internas: En cuanto a sensaciones, notaremos como si alguien estuviera empujando nuestras rodillas hacia atrás. Descubrir esta sensación es lo que hará que la persona pueda darse cuenta de que sus piernas no tienen una alineación óptima. Y una vez suceda esto, permitirá que el cuerpo encuentre una posición menos forzada.

Afinar los sensores corporales

Para poder notar cuándo la rodilla está flexionada, cuándo está en una posición neutra y cuándo está hiperextendida, tenemos que profundizar en las sensaciones que nos aporta cada una de las posiciones.

Podemos trabajar frente a un espejo para validar visualmente la posición de la rodilla y, a continuación, recoger las sensaciones internas que nos aporta cada una de las posiciones:

  • ¿Qué sensaciones de presión, tirantez o esfuerzo notamos delante y detrás de la rodilla?
  • ¿En qué zona del interior de la rodilla sentimos presión?
  • ¿En qué zona del pie recae el peso del cuerpo?

Recomiendo tomar notas de las diferentes sensaciones en cada una de las posiciones hasta que el mapa sensorial se haga claro y suficientemente definido. Y durante la jornada, jugar a detectar cuál es la posición de las rodillas para luego validarlo visualmente.

Pasadas unas semanas, te sorprenderás incomodándote cada vez que tus rodillas estén hiperextendidas y lo resolverás espontáneamente con una ligera flexión.

Para que el cambio sea duradero

Ahora viene la parte en la que tienes que mantenerte firme. Es posible que al ir regulando tu hiperlaxitud, quizá algunas de las posturas de yoga que habitualmente practicas luzcan distintas. ¿Mi recomendación? Cuida tus articulaciones.