La brisa del mar, el olor de la sal y el sonido relajante de las olas rompiendo en la playa crean el entorno perfecto para la relajación y la conexión con nuestro interior. Practicar yoga en la playa es una gran experiencia cuerpo-mente-espíritu que multiplica los grandes beneficios de esta terapia y le añade los de la naturaleza.

Una práctica de yoga en la playa que conecte la respiración con el movimiento te permitirá profundizar más en cada uno de tus sentidos para tener más energía durante el día.

Te sentirás más consciente, conectada y en paz contigo misma. Ser consciente de nuestros sentidos te conducirá a un estado de vida más centrado, más ligero y más tranquilo.

Si practicas por la tarde, el yoga en la playa, además, te ayudará a conciliar el sueño y a dormir mejor regenerando y rejuveneciendo todo tu cuerpo.

Siente la naturaleza

El yoga en la playa produce impresionantes beneficios. El sonido suave y rítmico de las olas del mar estimula nuestros sentidos y hace de la práctica de yoga un espacio fresco de atención consciente y de meditación sensorial.

Escuchar los sonidos de la naturaleza mientras llevamos a cabo respiraciones profundas y relajadas, ayuda a la musculatura a estar más suelta y flexible y elimina tensiones hasta en los tejidos más profundos, lo que facilita el avance en cada postura.

6 asanas para relajarse y reencontrarse

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1. Entre cielo y tierra

Ashta chandrasana

  • De pie, inhala y haz un gran paso hacia atrás con la pierna izquierda. Mantenla estirada y el talón levantado. Asegúrate de que la rodilla derecha esté alineada con el tobillo.
  • Levanta los brazos hacia el cielo y estira el torso. Mantén los hombros bajos. Respira larga y profundamente y enfoca la mirada hacia el horizonte.
  • Repite cambiando de pierna.

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2. Refuerza tu equilibrio

Natarajasana

  • De pie, levanta la pierna derecha hacia atrás y cógete el pie por la parte externa con la mano derecha.
  • Inclínate hacia adelante mientras el pie lleva la mano hacia atrás y estira los músculos y ligamentos del  hombro.
  • Estira el brazo izquierdo hacia adelante y lleva la mirada por encima de tu mano izquierda, sobre el horizonte. Respira larga y profundamente cinco veces, dejando que la brisa del mar masajee tu piel.
  • Pon atención en el pie, en su enraizamiento en la arena, para mantener un buen equilibrio. La respiración regular y profunda también es clave para mantener la estabilidad.

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3. Fortalece las piernas

Vrksasana

  • De pie, lleva todo el peso del cuerpo hacia tu pierna izquierda. Activa el muslo y el pie. Mantén las caderas a la misma altura.
  • Eleva la rodilla derecha y gírala hacia fuera hasta que que puedas apoyar suavemente el pie sobre el lado interior del muslo izquierdo. Puedes ayudarte con la mano.
  • Activa los brazos y levántalos estirados hasta tenerlos paralelos por encima de tu cabeza. Alarga la columna todo lo que puedas. Estira de nuevo los brazos hacia arriba, hasta la punta de los dedos. Respira tres veces y baja lentamente los brazos.
  • Repite con la otra pierna.

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4. Estira la espalda

Balasana

  • Desde la postura «a cuatro patas» sobre manos y rodillas, exhala y lleva las nalgas hacia los talones. Extiende los brazos hacia adelante.
  • Separa un poco las rodillas y estira la columna. Relaja los hombros. Descansa con la frente en el suelo. Destensa el cuello. Puedes colocarte un cojín debajo de la frente, si lo necesitas.
  • Relájate en esta posición durante unas cuantas respiraciones largas y profundas. Escucha el suave sonido de las olas rompiendo en la playa.

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5. Abre las caderas

Eka pada rajakapotasana

  • Ponte «a cuatro patas», adelanta la rodilla izquierda hacia la mano izquierda y, al mismo  tiempo, pon el pie delante de la rodilla derecha.
  • Estira la pierna derecha hacia atrás y deja que el peso del cuerpo recaiga sobre las piernas.
  • Inhala, incorpora y estira el torso y junta las manos sobre el corazón. Siente la tierra bajo tu piel, el sol vitalizando tu ser y la brisa refrescándote. Repite cambiando de pierna.

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6. Calma la mente

Sukhasana

  • Sentada con las piernas cruzadas, siente la presión de los isquiones contra la arena. Modifica tu postura para que resulte lo más cómoda posible. Alarga la columna y estira las cervicales.
  • Lleva las manos juntas sobre el centro del corazón y eleva los brazos hacia el cielo, manteniendo los hombros hacia abajo lejos de las orejas.
  • Respira profundamente y siente cómo los rayos de sol penetran en tu piel. Puedes aprovechar para meditar con los ojos cerrados.