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Conecta con tu fuerza con la postura de la Diosa
A menudo se asocia la fuerza al poder de soportar alguna condición aparantemente insoportable. En realidad, cuando se presenta ese tipo de acontecimientos inevitables a lo largo de la vida, la fuerza innata surge y aflora.
Ahora bien, la fuerza, la resistencia, la frescura y el impulso –esas deseadas cualidades mentales– aumentan con un entrenamiento consciente. La habilidad de mantener la mente en paz cuando está dolida lleva práctica.
Empieza por darte cuenta de las innumerables maneras en que la vida te sostiene: la gravedad, tus pies, piernas, columna, la comida, los agricultores, tus intestinos, el oxígeno, los árboles, los rayos solares.
Nuestra vida es el producto de una existencia entera, que baila y se autoequilibra a pesar de los movimientos y turbulencias constantes. Al reconocer que la existencia entera sostiene la vida, apreciarás que la fuerza no es una cuestión individual, sino una cualidad de la naturaleza.
La vida sigue creciendo y floreciendo, pese a las dificultades. La vida es imparable precisamente por su fuerza y flexibilidad, por su habilidad para adaptarse a cualquier circunstancia, aprovechando lo mejor de ello.
Utkata konasana con el mudra del corazón y el coraje
En esta variante de la postura de la diosa ponemos las manos en Abhaya Hridaya Mudra. Este mudra simboliza el coraje del corazón y te ayuda a conectar con tu propia fuerza.
- Cómo entrar en la postura
Separa los pies hasta que las rodillas caigan sobre los talones. Exhala y dobla las rodillas 90º grados. Mete los abdominales hacia dentro, con la columna erguida.
Cruza la muñeca derecha sobre la izquierda frente al esternón, juntando los dorsos con las palmas hacia fuera. Empieza colocando los dedos índice: el índice derecho envuelve al izquierdo.
A continuación, une el dedo medio derecho con el izquierdo. Con los dedos meñiques sigue el esquema de los dedos índices: el dedo meñique derecho rodea el izquierdo.
Finalmente acerca los dedos anular y pulgar entre sí para hacer un sello.
Lleva el mudra a la raíz de tu corazón, de forma que las manos se apoyen en la base del esternón. Respira conscientemente sintiendo la fuerza de la postura.