Las ciudades que queremos deben estar pensadas para las personas y convertirse en lugares donde vivir bieny saludablemente, algo que no sucede en la actualidad, ya que el coche y sus emisiones contaminantes son los amos y señores de las urbes.

Se producen más de 800.000 muertes prematuras cada año en toda Europa debido a la contaminación, según la Agencia Europea del Medioambiente. Son muertes que se podrían evitarsi se cumplieran las recomendaciones internacionales sobre actividad física, contaminación del aire, ruido, calor... y también acceso a espacios naturales.

"Las intervenciones en la planificación urbana y en los sistemas de transporte tienen un gran impacto en la salud de las personas porque determinan los niveles de exposición de la ciudadanía a la contaminación atmosférica, el ruido, la temperatura (antropogénica), así como sus niveles de actividad física diaria y el acceso a los espacios verdes y públicos", explica a Cuerpomente Natalie Mueller, investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por "la Caixa".

Más zonas verdes y azules en las ciudades del futuro

Uno de esos factores de salud en las ciudades, el de los espacios naturales –zonas verdes, jardines y parques urbanos y otros llamados "espacios azules", como riberas de ríos, playas, mar o canales–, apenas se tenían en cuenta hasta ahora como potenciadores de la salud, pero investigaciones recientes aportan información muy interesante sobre esta "medicina preventiva verde".

Sabemos que los estímulos naturales (pasear por un bosque, por ejemplo) ayudan a restaurar la sensación de bienestar en las personas que sufren fatiga mental, estrés crónico y déficit de atención.

Beneficios probados de los ecosistemas naturales

La naturaleza nos regala una larga lista de beneficios, todos gratis, y pide muy poco a cambio: visitarla y acompasarnos a su ritmo. Se ha demostrado científicamente que los ecosistemas verdes:

  • Alivian los síntomas de la depresión.
  • Potencian el sistema inmunitario (impulsando la expresión de proteínas anticancerígenas).
  • Contribuyen a un menor riesgo de alergias y obesidad.
  • Mejoran la calidad de sueño.
  • Disminuyen los problemas cardiovasculares.
  • Dan menores complicaciones en los embarazos.
  • Generan más esperanza de vida.
  • Crean un mejor estado de salud general y mental.

Potenciar la naturaleza en las ciudades permite beneficiarse de esos efectos. Así, un estudio de 2018 del King’s College London (Reino Unido) ha demostrado que la exposición a los árboles, el cielo limpio y el canto de las aves en las ciudades mejora el bienestar mental.

Los científicos de ISGlobal han analizado también por primera vez su relación con el cáncer de mama y la conclusión va en el mismo sentido: las mujeres que viven cerca de espacios verdes urbanos tienen menos riesgo de padecer la enfermedad.

Este mismo centro, que ha liderado varios estudios sobre el tema, ha demostrado que los ancianos que viven en barrios más verdes tienen un proceso de envejecimiento cognitivo más lento.

Los espacios verdes de hoy no son para todos

Reflexionemos sobre estas proyecciones:

  • El 73% de los europeos vive en áreas urbanas, muy a menudo con un acceso pobre o limitado a espacios naturales.
  • Se prevé que esta cifra se incremente a más del 80% en 2050.
  • En ese año, se calcula que el 68-70% de la población mundial vivirá en zonas urbanas.

Sin embargo, las ciudades actuales son peligrosas, generan problemas de salud que serán evitables si conseguimos repensar las ciudades y diseñarlas para las personas y su bienestar.

Es cierto que muchas cuentan con jardines y parques, pero según un informe de la Oficina Regional para Europa de la OMS, los espacios verdes no están disponibles ni accesibles para todos los grupos de población.

Las comunidades de bajos ingresos suelen disfrutar de muchos menos, o se trata de espacios deteriorados por un mal mantenimiento, vandalizados e incluso evitados por su inseguridad.

Llevar naturaleza a cada barrio

Las investigaciones sobre los beneficios, no ya de los bosques originarios, sino de los trocitos de naturaleza verde o azul encastrados entre calles llenas de tráfico, pueden propiciar un cambio en la gestión de las ciudades del siglo XXI.

Estos estudios abren la vía para repensar los espacios verdes urbanos. El cambio más básico que sugieren: deben estar muy cerca de las personas y proliferar en todos los barrios porque sus beneficios en forma de salud deben llegar a cada uno de sus habitantes y vecinos.

Diseños de espacios naturales conectados

Un diseño urbano inteligente es el que proyecta jardines en todos los distritos y los conecta entre sí para crear corredores verdes. Así, las personas pueden planificar sus recorridos sin abandonar el verdor en plena ciudad, como ocurren en el Anillo Verde de Vitoria.

Espacios azules también

Otra sorpresa positiva es descubrir que los espacios con agua (ríos, lagos, playa, mar, canales e incluso los que acogen fuentes) no son solo interesantes para el ocio, sino que también promueven la salud.

Así lo corrobora otro estudio del equipo de ISGlobal, que ha realizado la primera revisión científica internacional sobre espacios azules y salud: "A finales del 2017, y en el marco del proyecto BlueHealth, publicamos una revisión sistemática con el objetivo de revisar la evidencia científica de la posibleasociación entre los espacios azules y los beneficios para la salud y el bienestar de las personas", explica la investigadora Mireia Gascon.

"Solo se habían publicado 35 estudios que evaluasen la relación entre exposición a espacios azules y salud. Observamos que los resultados existentes indicaban la evidencia de que a mayor exposición a los espacios azules, más beneficios para la salud mental y el bienestar, y mayor promoción de la actividad física.

En cambio, había muy pocos estudios disponibles en relación a salud general, obesidad, indicadores cardiovasculares o longevidad". Con esos resultados, se podrán ofrecer directrices para que el diseño de las ciudades, y de los espacios naturales dentro de ellas, tengan por objetivo la salud.

Adiós al cemento

Con estos datos, se debería dar por finalizada la época de los parques duros y otras actuaciones que a menudo derrochan los recursos comunes de los ciudadanos y no les aportan beneficios reales.

Queremos ciudades verdes y azules no solo porque mitigan el calor y limpian el aire, sino porque promueven el ejercicio y nos devuelven la salud. Tras la era del coche y la contaminación, llega por fin la era de las personas.