Las vacaciones no sólo te hacen feliz y te curan todos los males: te hacen vivir más años porque reducen eficazmente el estrés acumulado. Esta fue la principal conclusión de un estudio realizado a lo largo de 40 años, que fue presentado en el Congreso Europeo de Cardiologia de Múnich y publicado después en el Journal of Nutrition, Health & Aging.

En relación con sus efectos sobre la salud, es importante que las vacaciones sean suficientemente largas. El director del estudio, el profesor Timo Strindberg, de la Universidad de Helsinki, advirtió que la sobrecarga de trabajo no se puede compensar con un estilo muy saludable que no incluya las vacaciones. "Estas son necesarias para reducir efectivamente el exceso de estrés", aseguró.

Cómo afecta a la salud no hacer vacaciones

Strindberg fue muy ambicioso en el diseño de su investigación. Incluyó a 1.222 ejecutivos masculinos de mediana edad, nacidos entre 1919 y 1934, que fueron reclutados entre 1974 y 975 por el Helsinki Businessmen Studies. El requisito para participar fue que tuvieran al menos un factor de riesgo para sufrir enfermedades cardiovasculares, como tabaquismo, colesterol o triglicéridos altos, resistencia insulínica o sobrepeso.





Se separó a los participantes en dos grupos. Un grupo no modificó en nada su estilo de vida, mientras que el otro recibió cada cuatro meses consejos de salud: se les animó a practicar deporte, a alimentarse de forma sana, conseguir un peso normal o dejar de fumar. Si no experimentaban una mejoría, se les recomendaba tomar medicación para bajar la tensión arterial o el colesterol.

Mas muertes entre los que se cuidaban pero no descansaban

A medida que iban pasando los años, se vio que el riesgo cardiovascular en el grupo intervenido en comparación con el grupo de control era un 46% menor. Sin embargo, después de 15 años, en 1989, comprobaron que se producían más muertes en el grupo intervenido, que estaba siguiendo los consejos sobre estilo de vida. Este resultado parecía una burla a los médicos. ¿Por qué se producía?

Los expertos alargaron el estudio hasta 2014 (un total de 40 años). En el inicio del estudio no se habían analizado datos básicos como las horas laborales, las de sueño y las vacaciones. Al tener en cuenta estas variables, los autores objetivaron que la muertes en el grupo de control eran mayores hasta el 2004, después las ratios se igualaban en ambos grupos. Y llegaron a la conclusión de que la mortalidad más elevada del grupo "saludable" venía dada por que hacían menos vacaciones.

Como explicaron los autores en Múnich, las vacaciones más cortas estaban relacionadas con mayor cantidad de decesos en el grupo intervenido. En este grupo, los hombres que se tomaban tres o menos semanas de vacaciones al año, tenían un 37% más de posibilidades de fallecer entre los años 1974-2004 que aquellos que se tomaban más de tres semanas.

El estrés anula los efectos positivos de la vida saludable

Como explica el profesor Strindberg, "el estrés y la falta de suficiente descanso anulaba los efectos del estilo de vida saludable". De hecho, reconoció Strindbert, las lecciones de vida saludable probablemente "añadieron factores de estrés a sus vidas". Y en los años 70 los investigadores no tenían tan en cuenta la influencia negativa del estrés, por lo que no incluyeron las técnicas de reducción de la ansiedad entre sus consejos.

“Nuestros resultados no indican que la educación en salud sea perjudicial, sino que la reducción del estrés es una piedra angular del programa de disminución de riesgos cardiocirculatorios. Es conveniente combinar el tratamiento farmacológico moderno con los consejos de salud –que incluyan la reducción del estrés– para evitar problemas a las personas con este tipo de riesgos”, terminó Strindberg.

Viajar es sanador y terapéutico

Por el Dr. Pablo Saz

Solo el hecho de ver las cosas desde otra perspectiva modifica el ánimo.

Físicamente, al cambiar de lugar, el sol ya no ilumina igual y la sombra cambia de posición. Se adquiere una nueva forma de ver las cosas.

Y lo mismo sucede a nivel psicológico: la sombra personal, la parte oscura de cada uno que intentamos no ver, si no desaparece, cobra una nueva luz.

Estados depresivos o negativos que no respondían a otras terapias cambian de forma espectacular con el viaje.

Durante mucho tiempo el viaje fue una receta médica para la hipocondria, la anemia, profesiones sedentarias, convalecencias difíciles, dolores de espalda y depresiones.

Hoy en día, antes de recetar un viaje, hay que preguntarse si no se va a hacer de turista masificado, inmerso en interminables caravanas o paseando por las tiendas con tarjeta de crédito. Quizá no sean estos los viajes más recomendables.

Recomendaciones para un viaje terapéutico

El que yo propongo comienza más bien por un paso, un paso de verdad, andando o en bicicleta, pero basado en el movimiento corporal, que es parte de esta terapéutica.

Moverse es un gran don y una fuente de vida y de salud.

Es ponerse en pie y tomar contacto con la tierra, el medio ambiente, las costumbres y culturas que encontramos en el camino, nuevos alimentos y climas.

Es reajustar el reloj biológico, adaptarse a la luz y oscuridad del nuevo lugar, para despertar el tono del organismo y aumentar su capacidad de adaptación.

Es sentir la utilidad del viaje como una enseñanza básica para la vida, en el sentido físico, psicológico y espiritual.

  • Recorre lugares cercanos o que sirvieron para cambiar o curar a otros: las ermitas y los puntos de peregrinación no están ahí por casualidad.
  • Da igual cómo viajes, con tarjeta de crédito o pidiendo limosna, o sin lo uno ni lo otro; lo importante es estar abierto a cualquier posibilidad.
  • Camina con sandalias ligeras, pero sobre todo sintiendo los pies y todo el cuerpo.