Almohadas arrugadas, sudoración profusa y dolor de espalda: el sueño no siempre resulta reparador. Si te acuestas sobre el colchón equivocado, no adoptas una posición óptima para dormir y tampoco tienes un buen soporte para la cabeza, por la mañana te sentirás de todo menos descansado y en forma para hacer frente al día.

Cómo conseguir un sueño reparador

No te resignes a despertarte como si te hubieran atropellado. Prueba los siguientes consejos y probablemente alguno o varios resultarán claves para, por fin, pasar una noche agradable y levantarte al cien por cien de energía.

1. Elige el colchón adecuado

No importa cuánto duermas, un sueño reparador tiene mucho que ver con elegir el colchón adecuado. Las personas tienen formas corporales diferentes, y duermen de maneras diferentes.

Sin embargo, los fabricantes y minoristas rara vez ofrecen colchones para ciertas formas del cuerpo o hábitos de sueño. Casi todos los modelos son universales, se venden como si todos tuviéramos las mismas necesidades. Pero, en realidad, podemos clasificar a los durmientes en 4 tipos:

  • Colchones para tipos H. Los tipos H son personas compactas, grandes y se hunden fuertemente en el área del hombro y el estómago. Esto puede conducir rápidamente al llamado efecto hamaca: el centro del cuerpo se hunde en el colchón y la columna deja de estar alineada. Estas personas son un reto para los fabricantes de colchones que se las tienen que ingeniar para crear zonas con diferentes grados de resistencia al peso.
  • Colchones para tipos E. Los tipos E también son pesados ​​y grandes. Con ellos, el peso se distribuye de manera bastante uniforme sobre el hombro, el estómago y el área pélvica.
  • Colchones para tipos I. Los tipos I son personas pequeñas y ligeras. Los puntos donde se concentra mucho peso al acostarse son relativamente poco importantes. Al igual que con los tipos E, estos puntos también se distribuyen de manera muy uniforme.
  • Colchones para tipos A. Los tipos A también son pequeños y ligeros, tienen hombros estrechos y su peso máximo están en la pelvis. Por lo general, duermen mejor de costado porque la pelvis se hunde más que los hombros. La columna vertebral, por lo tanto, permanece recta. Las personas de este tipo que duerman boca arriba deben asegurarse de que la espalda se apoye uniformemente sobre el colchón.

2. Mantente alejado de los cubrecolchones

No importa lo que digan los vendedores: los cubrecolchones alteran (es decir, empeoran) las propiedades del colchón y la humedad se hace más difícil de eliminar, lo que puede conducir a la aparición de moho.

3. No es necesario un somier muy costoso

La industria siempre piensa en algo nuevo: también hay desarrollos muy locos en el mundo de los somieres. Se ofrecen cientos de ventajas que a la hora de la verdad se quedan simplemente en márketing.

La recomendación es elegir un somier de listones rígido de madera maciza que permitan la ventilación y ofrezcan un soporte firme al colchó. Cualquier tipo de flexibilidad solo puede acabar con las cualidades del mejor colchón.

Si es posible, elige madera con certificación FSC para asegurarte que no estás contribuyendo a la destrucción de ecosistemas.

4. El problema de la almohada

La almohada forma un sistema con el colchón. Debe soportar la cabeza sin permitir que se hunda. La altura de la almohada depende del físico de la persona y de la posición que adopta a la hora de dormir.

La almohada no debe ser tan grande como para que quepa el hombro, así que el tamaño ideal sería el de 80 x 40 centímetros.

5. No duermas boca abajo

Si duermes boca abajo, corres el riesgo de sufrir tensión y bloqueos en el cuello, ya que la cabeza generalmente se dobla hacia un lado. A los testadores de colchones –hermosa profesión– que duermen en esta posición se les proporcionan almohadas extremadamente finas o incluso no se les da almohada para minimizar el riesgo. La posición lateral siempre es la más recomendable, a menos que algún problema de salud haga más preferible otra.

6. Deja de hacer la cama al despertarte

Todos perdemos aproximadamente medio litro de sudor todas las noches. Algunas personas, incluso más. Esta humedad debe poder evaporarse, pero eso no es posible si tras levantarnos dejamos ventilar cinco minutos y nos hacemos la cama. Es mejor doblar el edredón o las mantas para que el colchón pueda airearse con la ventana abierta y hacer las camas por la tarde.