Los niños, los enfermos crónicos y las personas mayores a menudo tienen un sistema inmunitario débil. En los niños tienen una buena respuesta inmunitaria, pero el sistema todavía está inmaduro. En cambio, en los ancianos es menos efectivo. En las personas con enfermedades crónicas, la deficiencia inmunitaria a menudo es un efecto secundario de la enfermedad subyacente o del tratamiento médico.

En personas jóvenes o de mediana edad, las defensas del organismo deben estar perfectamente entrenadas y aptas para todas las situaciones de la vida. Si este no es el caso y se contraen infecciones con demasiada frecuencia, generalmente se debe a un estilo de vida no demasiado saludable.

¿Cómo se reconoce un sistema inmunitario debilitado?

Un signo común y bastante seguro de que el sistema inmunitario atraviesa horas bajas es la susceptibilidad a las infecciones. Si las defensas del cuerpo no funcionan bien, las bacterias, los virus y los patógenos de todo tipo lo tienen fácil.

¿Te resfrías a menudo? ¿Te da la gripe prácticamente todos los años? ¿Te molestan a menudo las infecciones gastrointestinales, vaginales o urinarias? ¿Tienes dolor de garganta con frecuencia?

Tales enfermedades, a menudo catalogadas como "infecciones banales", ocurren con mucha más frecuencia en personas con inmunodeficiencia. Entonces se habla de una inmunodeficiencia adquirida o secundaria, en contraste con una inmunodeficiencia congénita (primaria).

¿A menudo te sientes débil y agotado incluso sin una enfermedad infecciosa específica? ¿A menudo te resulta difícil concentrarte en tus tareas? Esto también puede deberse a un sistema inmunitario debilitado.

En caso de sospecha, el médico puede solicitar un análisis de sangre completo con recuento de células inmunitarias.

¿Pueden los tratamientos médicos debilitar las defensas?

Las enfermedades autoinmunes, en que el sistema inmunitario ataca los tejidos del propio organismo, se trata con medicamentos que reducen la inmunidad.

Es el caso de la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple, la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, entre otros trastornos. En tales casos, la inmunosupresión pretende reducir el daño que causa el sistema inmunitario descontrolado.

Por otra parte, después de una cirugía mayor, el sistema inmunitario puede debilitarse temporalmente. El grado de esta depresión inmunitaria depende del estado general del paciente y del tratamiento postoperatorio. El sistema inmunitario generalmente se recupera en unas pocas semanas.

Después de un trasplante, los pacientes reciben medicación para suprimir las defensas del organismo. Esto es para evitar que el sistema inmunitario ataque y rechace el órgano trasplantado. Dichos inmunosupresores generalmente deben tomarse de por vida.

En el caso del cáncer, la quimioterapia o la radiación pueden debilitar las defensas. Durante la quimioterapia, el sistema inmunitario resulta afectado con más o menos intensidad en función del fármaco utilizado, la dosis y la duración del tratamiento. Después de la quimioterapia o la radioterapia, el sistema inmunitario suele recuperarse en unas pocas semanas.

¿Cómo se puede proteger y fortalecer el sistema inmunitario?

La dieta es fundamental para el estado de las defensas. No hace falta incluir ningún alimento exótico para fortalecer la inmunidad. Al contrario, la mejor alimentación es la que se basa en alimentos vegetales locales, frescos y de temporada, si es posible ecológicos, y preparados en casa con métodos sencillos.

Es importante que esta dieta incluya la mayor variedad posible de ingredientes. Cada uno de ellos aportará algo que reforzará las defensas de alguna manera. Ten en cuenta que cada planta genera sustancias para adaptarse y protegerse de las plagas que la amenazan. Muchas de estas sustancias son antioxidantes y antiinflamatorias, y por tanto apoyan el funcionamientos del sistema inmunitario en los seres humanos.

No son recomendables las grasas refinadas, artificiales (como las grasas hidrogenadas o trans) o requemadas. Las mejores grasas son el aceite de oliva, el aguacate y las que se encuentran en los frutos secos y semillas.

Además se debe evitar el azúcar añadido, los platos preparados de producción industrial, la bollería, las frituras, las bebidas con alcohol y los refrescos, tanto los endulzados como los que contienen edulcorantes.

¿Qué deporte es bueno para la inmunidad?

Cualquier tipo de actividad física es beneficiosa. El deporte solo es dañino cuando se convierte en una obsesión y no se permite el descanso y la recuperación o se lleva al cuerpo más allá de sus límites. La norma es que el ejercicio no duele y hay que disfrutarlo.

Si no haces suficiente ejercicio, no te lances a por todas. Empieza poco a poco. Por ejemplo, comienza haciendo media hora de actividad física dos o tres días a la semana, como caminar a paso ligero, ir en bicicleta o trotar. Aumenta estas actividades hasta que estés físicamente activo durante al menos media hora o una hora cinco días a la semana.

Es más fácil si haces actividades en familia (por ejemplo, paseos en bicicleta o caminatas con tu pareja e hijos) o te encuentras con amigos para hacer deporte.

Además de la dieta y el deporte, es necesario incorporar algunos buenos hábitos:

  • Bebe lo suficiente (de uno y medio a dos litros de agua o infusiones sin endulzar).
  • No fumes ni consumas otras drogas.
  • Asegúrate de dormir al menos 7 horas y de hacer pausas a lo largo del día. Puedes aprender alguna técnica de relajación rápida.
  • Trata de limitar las presiones y el estrés del trabajo y/o la familia.
  • Cuida tu higiene mental. Procura tener pensamientos constructivos, habla con alguien que entienda los conflictos con tu pareja, jefe o compañeros.