El amor es un tema universal y trascendental sobre el que han reflexionado durante siglos personajes trascendentales de la cultura, la filosofía, la ciencia y al política.

El escritor Roy Galán, a través de sus frases y textos, nos hace reflexionar sobre los límites del amor, el respeto en el amor, la libertad de ser amado y de amar.  Y también sobre el desamor, puesto que, cómo bien dice Roy en este audiopodcast: "Si algo define una relación. No es cómo empieza sino cómo termina."

Frases cortas de amor para pensar

Las preciosas frases y textos de Roy Galán son auténticas perlas de sabiduría ideales para compartir con nuestros seres queridos. 

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"Cuando quieres a alguien de verdad lo único que deseas es que sea feliz"

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"Cuando quieres a alguien de verdad lo único que deseas es que sea feliz"

Si no te acuerdas de nuestro aniversario, te dejo.
Si engordas, te dejo.
Si fumas, te dejo.

Si sigues saliendo de marcha, te dejo.
Si miras a otra persona, te dejo.
Si eres tú, te dejo.

Porque a la gente no le interesa respetar al ser amado.

Profundamente por lo que es.
La gente lo único que quiere es amar una idea.
Y que la persona amada se adapte a esa idea.

 

El problema es que esa idea viene impuesta normalmente de fuera.
Viene establecida desde un sistema muy concreto.
Un sistema que es un pensamiento único instaurado como normal.
Un sistema heteronormativo y patriarcal que establece que el amor es posesión.

Que la felicidad se alcanza a través de la pareja.
Que querer es demostrar unas cosas muy concretas.
Que las personas son nuestras.

Que los celos son preocupación.
Que la preocupación es amor.
Que el amor es control.
Controlar lo que amamos.
Transformarlo en lo que necesitamos.

Eso no es amor.

Porque cuando tú quieres de verdad.
Cuando tú conoces a otra persona realmente.
Lo único que quieres es que sea ella.
Que sea ella sin ti, también.

Cuando quieres a alguien de verdad lo único que deseas es que sea feliz.
Y solo puedes ser feliz cuando muestras lo que sientes.
Cuando te respetan.
Y cuando sientes que nadie te chantajea.
Te amenaza.
Con dejarte.
Por lo que eres.

"En el amor a veces lo mejor es dejar ir"

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"En el amor a veces lo mejor es dejar ir"

A veces querer no es suficiente.
Porque quieres y a veces no es posible.
Porque no estás en el mismo lugar mental.
Porque tú quieres algo y la otra persona lo contrario.

Porque la vida te ofrece cosas.
Y algunas veces esas cosas te alejan.
El amor ni basta.
Ni salva.

El amor además de sentirlo hay que construirlo.
Requiere de mucha paciencia y tiempo.
Requiere que las personas vivan en el mismo momento.
Que una no esté enganchada al pasado como una bolsa de plástico a las ramas de un árbol.
Que la otra no esté proyectada al futuro como un cohete en busca de vida en otro planeta.

Requiere voluntad y presencia.
A veces quieres muchísimo y ves que no puedo ser.
Y te duele.
Porque no funciona.

Y tú lo intentas, de verdad que lo haces.
Pero nada.

A veces lo mejor es dejar ir.
Es asumir la imposibilidad.
Es aceptar con calma y afecto.

Te quiero, pero no estamos hechos para acompañarnos.
Agradecer el tiempo compartido.
Aquel en el que creciste y recibiste cariño.
Y continuar con nuestro camino.

"La libertad del otro es la mayor demostración de amor posible"

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"La libertad del otro es la mayor demostración de amor posible"

El sacrificio es lo opuesto al amor.
​Porque el sacrificio implica matar un sentimiento todavía vivo.
Algo que podría habernos hecho florecer, que todavía podría habernos asombrado y enriquecido.
Pero lo arrancamos de raíz para que nunca jamás aparezca.

Esa amputación del yo en favor del otro.
Esa anulación de los anhelos.
Esa castración de los deseos.

No tiene nada que ver con querer de verdad a alguien.
Tiene más que ver con complacer.
Con el hecho de que te adoren y te sigan adorando.

Para que sea imposible dejarte con todo lo que has hecho por la otra persona.
Para construirte un búnker de bondad en el que sea imposible que nadie pueda culparte por nada.
En el que poder recriminar cuando el otro no está a la altura.
En el que siempre quedes como la persona que tenía razón porque era buena.
Porque te mudaste, renunciaste o dejaste.

Pero tenías otra elección.
Siempre eliges.
Podías haber dicho que no.

El amor muchas veces tiene que ver con decir que no.
Con cuidar de lo que has sido y no perderte en el otro.
Con conservar la distancia suficiente como para saber quién eras antes y sobre todo quién quieres ser después.

Y esto no quiere decir que en las relaciones no haya que ceder en ocasiones.
Por supuesto que el amor requiere de consenso.
Pero para llegar a ese consenso se requiere honestidad.
Verbalizar aquello que es tuyo y en lo que los demás no pueden entrar.
Aquello que no le incumbe a nadie.
Y que merece ser respetado.

Por eso cuando tú dejas que alguien se sacrifique por ti.
Cuando le dejas que abandone aquello que ama por ti.
Cuando le prefieres a tu lado que realizándose.
Cuando intentas modificar sus conductas para adecuarlas a las tuyas.
Cuando le cambias irremediablemente.
Y todo esto en nombre del amor.

Quizás no estés amando bien a esa persona.
Porque le permites que deje de ser la persona que es por ti.
Y cuando haces eso es que no te importa lo más mínimo la otra persona.

Todos los seres humanos nacemos sin saber absolutamente nada de la vida.
Lo aprendemos todo.
Y también podemos desaprenderlo.

Podemos empezar a cuestionarnos nuestra forma de relacionarnos.
A deconstruir la idea del amor que nos han vendido como única.
A analizar cuántas de las cosas que nos perjudican y nos hacen sufrir son enseñadas.
Cuántos son falsos mitos que se erigen como verdades absolutas.

Podemos empezar a desechar el sacrificio como síntoma de un gran amor.
Podemos empezar a dejar de decir aquello de: mira cuánto me quiere porque lo ha sacrificado todo por mí.
Podemos comenzar a creer que es la libertad del otro la mayor demostración de amor posible.

Quiero que seas siempre tú conmigo.
Más tú que nunca.
Y así poder decir: mira cuánto me quiere que me quiere como soy.

Me quiere libre.
Incluso.
Para irme.

"Nos enseñan que el amor es única cosa posible. Pero hay tantos amores como cuerpos en el mundo"

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"Nos enseñan que el amor es única cosa posible. Pero hay tantos amores como cuerpos en el mundo"

Nos enseñan que el amor es una única cosa posible.
Que se han de sentir mariposas en el estómago.
Que hay una media naranja para ti esperándote por ahí.

Que si tiene celos es que te quiere mucho.
Que el amor lo puede todo y nos salva.
Que la única posibilidad es la monogamia.
Que lo que es el respeto es algo que viene dictado desde el exterior y no pactado en pareja.

Que el amor es para siempre y si te sale mal es porque hay algo malo en ti.
Que si no consigues aguantar, sacrificarte o apostar todo por alguien, entonces es un fracaso.
Que el amor romántico es lo más importante de la vida.
Y no.

Nos llenan la cabeza con todos estos ideales.
Con todas estas cosas que solo existen en las ficciones.
Que son imposibles y dañinas y generan violencia.
Nos hacen sentir que tenemos que estar buscando e intentando encajar en la horma de un zapato creado para otra persona que no existe.

Nos cuentan una mentira para que la hagamos verdad.
Pero hay tantos amores como cuerpos en el mundo.
Tantas formas de querer y quererse como dos o más personas quieran.
Tantos pactos y maneras que es imposible clasificarlas.

Porque el amor es dejar ser al otro contigo.
El amor es, ante todo, libertad para crecer.
El amor es cuidado.

Porque sin cuidado el amor se vuelve fin y no instrumento.
Y el amor es un medio.
Para ser algo mejor.
En compañía.

"Tal vez el amor no sea una pregunta y tan solo sea una respuesta al qué hacemos aquí"

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"Tal vez el amor no sea una pregunta y tan solo sea una respuesta al qué hacemos aquí"

Nadie puede describir el amor.
Poetas y químicos, lo intentan.
Pero son simples teorías.
Porque no hay nada empírico en el amor.
No hay nada de ciencia.

El amor es igual de misterioso que el origen.
O que el fin.
Tal vez el amor no sea una pregunta y tan solo sea una respuesta al qué hacemos aquí.
Pues amar.

Amar (bien) es siempre una elección.
Una que consiste en elegir hacer al otro la vida más sencilla.
Una que tiene que ver con querer que el otro crezca.
Creciendo tú también.

Porque si el amor no da la libertad de ser. No es amor. Es otra cosa muy distinta camuflada de amor.

Podemos construir aviones.
Hablar con personas que están en el otro lado del mundo.
Fabricar robots.
Aprender sobre la materia.
Pero nadie puede definir el amor.

Porque el amor lo sientes tú.
Lo llevas tú.
Porque el amor se hace, siempre.
Y cuando se habla de él para intentar acercarte.
El amor.
Como el horizonte.
Desaparece.

"Tenemos que empezar a tomar las riendas de nuestro amor propio antes de involucrarnos con nadie."

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"Tenemos que empezar a tomar las riendas de nuestro amor propio antes de involucrarnos con nadie."

A veces queremos a las personas solo por el hecho de que ellas nos quieren.
Porque nos han elegido entre todas las personas.
Porque se han fijado en nosotros o nosotras.
Porque es una "suerte" que eso haya sucedido.

Con lo poco que valemos.
Con lo horribles que nos sentimos.
Con nuestros cuerpos escombro.

A veces parece que en vez de querer damos las gracias.
Porque creemos que no nos merecemos nada.
Y cualquier gesto de afecto o cariño lo concebimos como un logro inmenso.
Porque pensamos que somos mierda.

A veces aceptamos lo primero que se nos presenta.
Sin valorar si también nos gusta.
Si también nos mueve.
Solo porque la otra persona muestra interés.

Nos metemos en relaciones solo porque nos sentimos halagadas y halagados.
Condicionados 
por esa cosa tan espantosa que es el amor debido.
Te debo algo porque sin ti estaría sola.
Por esa cosa tan espantosa que es sentir que alguien te folla por caridad.
Te abraza 
por caridad.
Te besa por caridad.

Pero ahí no hay ningún equilibrio.
No existe igualdad en la relación.
Solo una esclavitud hacia el querer del otro.
Tenemos que empezar a tomar las riendas de nuestro amor propio antes de involucrarnos con nadie.

Empezar a amar desde esa disidencia.
Que supone quererse primero a uno mismo.
Para querer al otro.
dejarse querer.

"Mereces que te cuiden. Porque ese ha de ser el mínimo del amor."

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"Mereces que te cuiden. Porque ese ha de ser el mínimo del amor."

Mereces que te traten bien.
Que no te griten, ni te usen, ni te den de lado cuando ya no les hagas falta.

Mereces que quieran la personas que eres.
Que no intenten cambiarte.
Que no te chantajeen.

Mereces que la persona que esté contigo ame tu cuerpo.
Que no te hagan terrorismo psicológico para que te des asco.
Que recorran toda tu piel.

Mereces el buen amor.
Que te ayude a crecer y ser libre.
Que te acompañe y te respete.

Mereces todo aquello que no está en las películas ni en los libros de texto.
Aquello que no se dice sino que se hace.
Alejado de las palabras que solo sirven para regalar oídos y de las flores para pedir perdón.

Mereces que estén.
Porque tú estás.

Mereces recibir.
Porque tú das.

Mereces mucha más alegría.
Porque tú pones de tu parte.

Mereces que te cuiden.
Porque ese ha de ser el mínimo del amor.

Te mereces algo bonito.
Dure dos días o veinte años.
Mereces que te vean más allá de lo que se ve.

Por eso no te conformes con las sobras.
Y reclama.
Todo lo que te corresponde.
Por amar.

"El amor no se lucha. El amor nace."

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"El amor no se lucha. El amor nace."

El amor no se lucha.
El amor nace.
Brota de los cuerpos igual que una cascada o una enredadera en un muro viejo.

El amor no es "sin ti no soy nada".
El amor es soy contigo y sin ti, pero contigo mira qué bien.
Contigo la vida es mejor.
Contigo la vida pesa menos.

El amor es que te ponga la libertad del otro.
Que te emocione ver cómo crece, cómo se relaciona, cómo se expande, cómo aprende a tu lado y cuando no está a tu lado.
El amor es crear un hogar en cualquier lado.

Es un cuerpo al que regresar.
Es la certeza de estar acabándonos, sí.
Pero en compañía.

El amor es alegrarte por el otro.
De sus elecciones.
Aunque en esas elecciones no estés tú.

Porque el amor es ante todo respeto.
Es admiración y afecto.
El amor es nuestra capacidad para negarnos a la barbarie.

Es nuestra elección de no odiar.
Es un superpoder.

Uno que tenemos todos y cada uno de los seres humanos.
Y que nos permite anidar.
En otros cuerpos.
Y en otros mundos.

"Aceptar lo que el otro es –aunque no sea lo que esperábamos– es también una manera de querer."

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"Aceptar lo que el otro es –aunque no sea lo que esperábamos– es también una manera de querer."

La expectativa sobre los demás es un imposible.
Porque nunca sabemos cómo realmente va a actuar la otra persona.
Sabemos, eso sí, cómo nos gustaría que lo hiciera.
Para salir nosotros ganando.
O cómo lo haríamos nosotros en su lugar.
Inyectando así nuestra propia moral a la piel de los actos ajenos.
Pero nunca cómo lo hará ella.
Y cuando esa persona lo hace de la manera que siente: nos decepcionamos.
Nos frustramos
 terriblemente porque el otro ha salido movido en esa foto mental que queríamos hacerle.
Porque eso nos mueve los pies del suelo ya que no lo tenemos todo controlado.
La expectativa es una prolongación del yo hacia el futuro.
Para ver si podemos predecir algo.
Pero no podemos hacerlo.
Porque todo cambia.
Esperar algo de alguien es encerrarle en una jaula.
Es envasarla al vacío y ponerle una etiqueta y meterla en un congelador.
Es no contemplar la riqueza misma de la vida.
No tener expectativas sobre nadie nos hace libres y hace libres a los demás.
Igual que asumir que no todos somos iguales.
Que hay tantas posibilidades como cuerpos.
Tantos matices como cerebros.
Porque aceptar lo que el otro es aunque no sea lo que esperábamos es también una manera de querer.
Porque dejar que el otro haga lo que quiera y no lo que tú esperas es una forma profunda de respeto.
Respetar.
Para que la única persona sobre la que pretendas algo sea siempre.
Sobre ti misma.

"El amor es darle al otro la posibilidad de que sea la persona que es y no la que el resto espera que sea".

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"El amor es darle al otro la posibilidad de que sea la persona que es y no la que el resto espera que sea".

Da igual que siempre hayas hecho lo correcto.
Que siempre hayas hecho lo que otros querían.
Que siempre hayas pensado en los demás y no en ti.
Que siempre y todas y cada una de las veces estuvieras ahí.

Si no estás una.
No te lo perdonan.
No dejan que falles.
No permiten que te equivoques

Que simplemente quieras estar sola.
Que faltes al cumpleaños o a la boda porque no puedes más.
Que no estés simpática y disponible.
Que no cojas el teléfono porque no te apetece.

No pueden soportarlo.
Que no estés para ellos.
No te dan tregua.
Pero en el fondo no te quieren bien.

Porque si tú quieres bien quieres que la persona haga lo que le haga feliz.
Aunque en esa felicidad esté no verte.
Porque si tú quieres a alguien la quieres libre y no obligada.
Porque el amor es darle al otro la posibilidad de que sea la persona que es y no la que el resto espera que sea.
Pero ellos solo te quieren para vomitarte sus desgracias.

Te quieren como cubo.
Te quieren para no sentirse solos.
Te quieren por puro y duro egoísmo.
Pero eso se acabó.

Si hacer lo que tú quieras hace que la gente desaparezca.
Chao.
Y si te quedas con dos, esos dos serán de verdad.

Y si te quedas sin nadie.
Pues quién quiere de compañía a alguien que no te respeta.
Pero ya es tiempo de soltar.
Los apegos tóxicos.
Ya es tiempo de ti. Para ti.

"En el amor a veces hay que dejar ir como la que suelta el cabo que ata la barca en lo que va aquello que más quiere."

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"En el amor a veces hay que dejar ir como la que suelta el cabo que ata la barca en lo que va aquello que más quiere."

Dejar ir.
Sobreponerse al apego.
Enfrentarse a los miedos.
Dejar ir como la que suelta el cabo que ata la barca en lo que va aquello que más quiere.
Pero que en tierra firme se muere.
Dejar ir y sentir pena, sí.
Porque la pena es inevitable.
Pero no sufrir.
Porque el sufrimiento es una elección.
Dejar ir y sentir alegría por el que se va.
Porque es lo que quiere hacer.
Y tú quieres a la gente haciendo lo que quiere hacer.
Dejar ir y sentir el hueco, el vacío, el frío, la soledad, el nido, el tiempo infinito.
Tener que acostumbrarte a que nada te rodee de la misma manera.
A que todo te sobre un poco durante un tiempo.
Dejar ir y comprender que te has faltado.
Que te has fallado.
Que te traicionaste.
Que te diste y te olvidaste de ti. Que no sabes quién eres.
Dejar ir y volver a nacer.
Volver a crecer.
A aprender de nuevo las cosas como una niña.
Que ve el mar.
​Por primera vez.

"Amar es darte el valor suficiente para decir no y que, a pesar de poner un límite, te sigan queriendo"

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"Amar es darte el valor suficiente para decir no y que, a pesar de poner un límite, te sigan queriendo"

La mayoría de las veces te enamoras de lo genuino del otro.
De ese niño interior que sigue viviendo en él.
Pero que ni él mismo ve.
Pero tú sí, tú lo ves todo y quieres despertarle.
Quieres darle ilusión, ganas de vivir, que recupere esa esencia.
Quieres salvarle.
Pero el amor no es salvar al otro.
En el amor tiene que haber equilibro.
No puedes dar y dar y dar sin recibir sino migajas.
Y entonces él te cuenta sus problemas.
Tú escuchas porque otra cosa no pero escuchar lo haces muy bien.
Qué bien que me escuches, dice.
Y tú te enamoras más porque te sientes útil.
Comprendes entonces todos sus traumas, desde que su madre no le quería hasta que su ex se portó falta o que le encantaría pintar.
Y a estas alturas de la película tú te has convertido ya en una cheerleader.
Eres la animadora vital de tu pareja que vive sin vivir en él.
Le dices que se vaya a Roma a estudiar bellas artes y le compras el billete y le insuflas, tú puedes, tú puedes, tú puedes.
Y al final se va y te enfadas porque en el fondo lo que querías es que se quedara.
Que te demostrara que tú eres más importante porque en el fondo te crees especial y en tu soberbia lo único que querías es que te diera las gracias por todo pero que no hiciera nada.
Y al final se va y conoce a una italiana y te deja porque la distancia ya sabes y la italiana se traga otra vez los traumas y le anima a montar su propia galería y te sustituye por otra más nueva más entusiasta y más inocente también.
Te quedas vacía porque no te has guardado nada para ti.
Porque te dijeron que amar era eso.
Era darlo todo, era entrega, era sacrificio.
Pero amar no es eso.

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