"Usted es naturaleza, si usted le da a su cuerpo herramientas que vienen de la naturaleza, su cuerpo va a responder a ellas", afirma Lalita Salas desde lo más profundo de sus ojos sabios. Lalita tiene 71 años y es la heredera de los conocimientos de una de las maestras más emblemáticas de la alimentación crudivegana: Ann Wigmore.

Es argentina, maestra de Educación Primaria y licenciada en Farmacia, pero su búsqueda personal la llevó al yoga y, en 1991, al Instituto de Salud Natural Ann Wigmore de Puerto Rico. Ahora Lalita es una de las principales difusoras de la "alimentación viva" en el mundo.

—Lalita, ¿cómo fue su encuentro con Ann Wigmore en Puerto Rico?
—El 4 de julio de 1991 conocí a la doctora Wigmore en el Instituto que ella fundó. Me invitaron a dar clases de yoga, y recuerdo que me impactó su presencia. Yo estaba buscando un estilo de vida diferente, que me diera más calma interior… Estaba profundizando en la meditación, pero no sabía siquiera cómo lo quería, porque yo soy una mujer típica argentina, es decir, "con la carne", como todos saben, aunque cuando encontré a Ann Wigmore ya había hecho un pasito adelante, seguía una dieta ovolactovegetariana.

Nuestro cuerpo atesora un poder sanador

—¿Qué aprendió o descubrió?
—Me impactó mucho la filosofía de Ann Wigmore porque, aunque yo tenía un cierto conocimiento de salud porque había estudiado farmacia, lo que proponía Wigmore era un estilo de vida donde se cambiaba no solamente la parte física, sino también la espiritual y mental. Otra cosa que me impresionó mucho fue tomar conciencia de que atesoramos el poder sanador de nuestro propio cuerpo. A pesar de todos mis años de estudio, yo no había tomado conciencia de este hecho. Quizá lo sabía teóricamente, pero experimentarlo, viendo que el poder está dentro de mí, no… Así que fue un descubrimiento. Aprendí que mi poder sanador a veces está bloqueado y que cuando yo le doy las herramientas de la naturaleza aflora, se activa.

—Para Ann Wigmore hay dos causas principales de enfermedad, el déficit de nutrientes, derivado de cocinar los alimentos, y la toxemia…
—Decía que, al no alimentarnos correctamente, no le damos al cuerpo lo que necesita para funcionar bien. Tenemos un sistema inmunitario muy poderoso, preparado para defendernos de bacterias, virus o cualquier amenaza, pero cuando no nos alimentamos bien, el cuerpo trabaja forzado, teniendo que reconocer y procesar químicos y aditivos para los que no está preparado. Esas toxinas se van acumulando, y el sistema inmunitario se va debilitando, en función de nuestra genética…

—Y esa toxicidad nos enferma…
—Sí. Por eso hacía tanto hincapié en que tenemos que buscar en la naturaleza para empezar a limpiar el cuerpo. Si tenemos una enfermedad ahora, la tenemos porque venimos de un estilo de vida; si lo cambiamos, lo mejoramos y nos sentimos vibrantes, es ese el estilo de vida que tenemos que seguir.

—¿Qué aporta la hierba de trigo para que Ann la considere uno de sus puntales nutricionales?
—Lo toma como algo básico porque en la hierba de trigo hay elementos importantes para que el cuerpo pueda limpiarse y nutrirse. En la hierba de trigo hay minerales, una gran variedad de vitaminas antioxidantes, tenemos aminoácidos esenciales y también la vitamina B17, llamada laetril [amigdalina], no muy conocida, pero está en el jugo de trigo y se la considera anticáncer y antihongos.

Tenemos que conseguir un equilibrio ecológico [en la microbiota intestinal] y, para ello, este tipo de alimentación viva es ideal,

—¿Qué beneficios tiene la alimentación viva que promueve en la salud del colon y la microbiota?
—Lo que hace una microbiota sana es que disponga de una buena cantidad de probióticos y prebióticos. El colon tiene su propia ecología, y no es que solo vaya a haber bacterias saludables, sino muchas otras. Tenemos que conseguir un equilibrio ecológico y, para ello, este tipo de alimentación viva es ideal, porque tenemos la fibra que estas bacterias beneficiosas necesitan, que son fibras blandas y que contienen la energía vital.

—¿Toda la fibra es igual?
—No se puede comparar la cantidad de fibra que va en la sopa energética de Ann Wigmore con la fibra del salvado, por ejemplo. Porque la fibra de las cáscaras del grano son duras y pueden irritar las paredes del colon… No es lo mismo. Y tampoco le sirve a las bacterias ese tipo de fibra. Necesitan fibra, minerales, algunas bacterias, zinc… Además, en estas comidas aportamos clorofila, que está asociada a proteínas y que tienen todos los alimentos verdes. Todos estos alimentos van limpiando el colon de materia indeseable que va creando toxicidad, que te va intoxicando, lo primero de todo el hígado, porque hay una conexión directa entre el colon y el hígado.

—¿Y qué me dice de la relación intestino-cerebro?
—Cada vez tenemos más información y podemos atar cabos. Por ejemplo, se ha descubierto que personas que tenían alzhéimer y que han muerto de esta enfermedad tenían cándidas en el cerebro. ¿Por qué pasa esto? La cándida es parte de nuestra ecología intestinal, pero cuando se rompe el equilibrio y estas bacterias empiezan a crecer, puede dar lugar a cosas inverosímiles, como esta…

Una alimentación para el nuevo milenio

—¿Qué mensaje le queda de Ann Wigmore?
—Antes de morir [1994] nos dijo que esta era una alimentación para el nuevo milenio. Ella sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y dijo que ahora tenemos que sobrevivir a otras guerras, ambientales. Cuando nos alimentamos así abrimos los canales de eliminación, entonces, vamos a recibir la contaminación, porque no la podemos evitar, pero con esta alimentación y otras herramientas a nivel físico que estamos utilizando: cepillado de la piel en seco, cama elástica, yoga, meditación, técnicas posturales… vamos a eliminar más rápidamente.

—¿Todas las frutas, verduras y frutos secos se utilizan en la cocina viva?
—Sí. De frutos secos utilizamos las almendras, el girasol… No deben tener hongos, ni ser viejos, ni estar rancios…, pero los usamos. Pero una cosa es un alimento crudo y otra un alimento vivo, porque la gente se compra los frutos secos y se los come crudos, y eso es difícil de digerir, da acidez a los fluidos, no está completo el alimento… Entonces, nosotros los remojamos y los germinamos. Los usamos activados. Y lo crudo, podemos comerlo en ensaladas, pero vamos a buscar lo más tierno para la ensalada, lo que sea más fácil de digerir. Si tienes una ensalada de lechuga y no le pones germinados, no va a ser tan nutritiva. Para ello tiene que echarle germinados, microverdes…

–¿Cuáles son los efectos emocionales de la desintoxicación del organismo con esta dieta?
—Muchas personas vienen a nuestros másters con mucho enfado, rabia, miedo, con cosas que no han resuelto. Notas que en los primeros días eso aflora con más intensidad. Algunos alumnos se ponen de mal humor y te dicen: «¿Hasta cuándo voy a sentir dolor de cabeza?, por ejemplo… Hay que estar ayudando, cada cuerpo es diferente. Hay otros a los que no les pasa. Depende de las circunstancias de cada uno. El cariño, la atención y el apoyo emocional son importantes…