No lo podemos evitar. Hay situaciones que nos sacan de nuestras casillas, que nos molestan profundamente y nos parecen intolerables. Cuando aparecen, sentimos ese fuego interno, esa agitación desde la cuál deseamos reaccionar. A veces lo hacemos, creando una situación caótica de la que luego, posiblemente, nos arrepentimos. Otras veces reprimimos esa reacción, que puede fácilmente convertirse en rencor y en energía tóxica que se queda estancada en nuestro cuerpo.

¿Existe acaso alguna otra manera de gestionar la irritación? Una meditación guiada como la que te presento en este artículo te puede ayudar.

Si quieres profundizar sobre la técnica de la meditación, quizá te interese el curso Mindfulness: reduce el estrés y la ansiedad en 8 semanas de la Escuela Cuerpomente.

La irritación emocional como oportunidad

La irritación no es más que una parte vulnerable en nosotros, una herida que ha sido arañada de nuevo. Y aunque ese arañazo sea leve o involuntario, la reacción automática inconsciente que se despierta en nosotros puede ser muy grande, a veces desproporcionada.

Esa reacción es una defensa a lo que percibimos como un gran ataque del que hemos sido víctimas. Reaccionamos a esa persona o situación proyectando inconscientemente en ella todas las personas o experiencias que percibimos como causantes de esa herida en el pasado.

El momento de irritación es, por tanto, una puerta que se abre para darnos a conocer nuestros puntos vulnerables y heridas emocionales, en base a las cuales se han creado en nuestro inconsciente ciertas estrategias de supervivencia que conforman nuestro ego o personalidad.

Cuando nos identificamos con ese ego, nuestra única opción es reaccionar automáticamente en base a esa irritación, la exterioricemos o no.

Sin embargo, cuando aprovechamos la irritación para traer conciencia a esas heridas acogiéndolas y sintiéndolas, les damos la oportunidad de procesarse y sanarse y, por tanto, nos damos la oportunidad de crecer a través de ellas. Podemos entonces usarlas para trascender a nuestro ego y todo el sufrimiento relacionado con él, y conectar así con nuestra paz interior, con nuestro ser esencial. De esta manera convertimos un momento de irritación en una práctica espiritual.

Observar sin reaccionar

Observar sin reaccionar es una enseñanza importante que solemos aprender a través de la meditación, y que está también muy presente en mi meditación guiada de hoy.

Cuando reaccionamos nos dejamos arrastrar por nuestro ego. Sin embargo, cuando observamos desde la distancia, nos des-identificamos de ese ego y estamos en nuestro centro. Una vez en él, podemos afrontar la situación externa de forma libre, actuando desde nuestra verdadera voluntad en lugar de reaccionar. Desde ahí podemos también poner nuestros límites si es necesario, pero desde la serenidad y la armonía con nosotros y con los demás. Desde ese lugar nada ni nadie tiene el poder de perturbarnos, por lo que recuperamos el poder sobre nosotros mismos y sobre nuestra vida.

Cómo meditar cuando te sientes irritada

  • Antes de nada, para conscientemente tu ritmo. Siéntate cómodamente y observa tu interior.
  • Quizás te has sentido atacada/o, quizás alguien ha tenido un comportamiento que no soportas, quizás hay demasiado ruido o algo te está sacando de quicio.
  • Observa con distancia la agitación interna que ha sido estimulada por esa situación que acaba de ocurrir o que quizás ha ocurrido en el pasado.
  • Observa los pensamientos de tu mente en relación a esa situación que te irrita. Observa cómo tu mente te dice: esto no debería de estar pasando, es inaceptable. Siente esa resistencia en ti como una pared sobre la que choca la situación irritante, creando esa irritación.
  • Siente cómo se manifiesta la sensación de irritación en tu cuerpo. Date cuenta de las sensaciones que se producen en tu cuerpo en relación a ella, poniendo toda tu atención en ellas.

Dales el permiso de estar ahí, acogiéndolas con cariño. Siéntelas completamente, sumergiéndote en ellas.

  • Ahora puedes visualizar como te vuelves transparente, como si tu cuerpo dejara de ser materia sólida, sino que es espacio vacío.
  • Ahora deja que esa persona, esas palabras, ese ruido o lo que sea que esté causando la sensación de irritación y molestia pase a través de ti. Ya no golpea contra ti, sino que fluye ligeramente a través de tu cuerpo, sin tocarte, sin tener un efecto en ti. Déjalo que pase sin oponerle resistencia y simplemente observa cómo esto ocurre.
  • Y hazte consciente de cómo te sientes en esta posición, nota como nada ni nadie puede herirte o alterarte en este momento. Estás en tu poder, en tu centro. Date el permiso de sentir ese poder.
  • Cuando lo sientas, abre poco a poco tus ojos trayendo este estado interior a la situación externa.