La temperatura de la Tierra no para de aumentar. De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el incremento promedio global desde la era preindustrial hasta 2021 fue de aproximadamente 1,1 °C y el principal responsable son las actividades humanas que emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Qué es el efecto invernadero

El efecto invernadero es un fenómeno que ocurre cuando unos gases de la atmósfera terrestre (los denominados gases de efecto invernadero) atrapan el calor del sol y no dejan que se escape al espacio. Es un proceso natural que ayuda a regular la temperatura de la atmósfera, el problema es que las actividades humanas han aumentado mucho la cantidad de estos gases y, con ello, el calentamiento global.

Causas del efecto invernadero

Cuando la luz del sol entra en la atmósfera, una parte la absorbe la superficie de la Tierra, que se calienta y emite radiación infrarroja y calor. Los gases de efecto invernadero de la atmósfera absorben parte de esta radiación y retienen calor. El resto atraviesa la atmósfera y regresa al espacio. Este proceso ayuda a mantener la temperatura de la Tierra dentro de un intervalo adecuado para la vida.

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Sin embargo, algunas actividades humanas han provocado un gran aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Estos gases suben a la atmósfera, quedan retenidos e impiden que el calor que sube de la superficie de la Tierra pueda regresar al espacio correctamente, lo que genera una aceleración del aumento de la temperatura en el planeta.

Las principales causas del aumento de emisiones de gases de efecto invernadero son:

  • La quema de combustibles fósiles como carbón, gasolina o gas natural. 
  • La ganadería intensiva y la agricultura, por los gases que emite el ganado o el uso de fertilizantes.
  • Procesos industriales como la producción de cemento y el uso de refrigerantes.
  • La deforestación, puesto que los arboles absorben dióxido de carbono (un gas de efecto invernadero) de la atmósfera como parte de su proceso de fotosíntesis.

¿Qué son los gases de efecto invernadero?

Los principales gases de efecto invernadero son el vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. El vapor de agua es el gas de efecto invernadero más abundante en la atmósfera y su concentración depende más de la temperatura que de la actividad humana.

  • El dióxido de carbono se produce principalmente por la quema de combustibles fósiles.
  • El metano lo liberan el ganado, los vertederos y actividades como el cultivo de arroz
  • El óxido nitroso lo emiten las actividades agrícolas e industriales.

 

Consecuencias del efecto invernadero

La principal consecuencia del aumento de los gases de efecto invernadero es el aumento de las temperaturas y el calentamiento global, que lleva al deshielo de los casquetes polares, el aumento del nivel del mar y olas de calor más frecuentes e intensas. También:

  • Cambios en los patrones de lluvias (con sequías e inundaciones más frecuentes y graves).
  • Acidificación de los océanos: la absorción de un exceso de dióxido de carbono por parte de los océanos provoca un aumento de la acidez del agua y puede tener efectos perjudiciales para la vida marina y los ecosistemas.
  • Extinción de especies (vegetales y animales) y pérdida de biodiversidad, debido a los cambios en los hábitats y ecosistemas que provoca el cambio climático.

El aumento de gases de efecto invernadero y el cambio climático también tienen efectos en la salud humana, como un aumento de las enfermedades relacionadas con el calor, problemas respiratorios o la propagación de enfermedades infecciosas, entre otros.

Medidas para reducir los gases de efecto invernadero

Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es esencial para frenar el cambio climático y evitar perjudicar más al planeta. Algunas de las medidas que podrían ser útiles para ello son:

  • Cambiar a fuentes de energía renovables, como la energía solar, eólica o hidroeléctrica, para reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
  • Reducir la desforestación y proteger los bosques.
  • Mejorar la eficiencia energética en los edificios, el transporte y la industria.
  • Incentivar el uso del transporte público y medios de transporte no contaminantes, como la bicicleta o los vehículos ecológicos.
  • Reducir el consumo de carne.
  • Reducir la generación de desechos y mejorar su gestión mediante el reciclaje o el compostaje.
  • Promover prácticas agrícolas sostenibles, como la reducción del uso de fertilizantes y pesticidas sintéticos.