Las interacciones personales contructivas, las amistades apreciativas y leales o la capacidad de trabajar en equipo solo son posibles si demostramos y actuamos con empatía.

La empatía no lleva necesariamente a la aceptación sin condiciones de las posiciones de las otras personas. Se pueden defender los propios argumentos y necesidad o realizar críticas positivas apoyándose sobre un fondo de empatía.

¿Qué es la empatía?

La actitud empática se sienta en la infancia, en el arenero, en el columpio o en los juegos con los compañeros del colegio.¿En qué consiste? En saber ponerse en los zapatos del otro. Reconocer lo que está pensando y sintiendo.

En psicología, el Índice de Reactividad Interpersonal de Davis recoge las cualidades de las personas empáticas:

  • A través de la toma de perspectiva, son capaces de asumir y comprender las perspectivas de los demás.
  • Son compasivas, es decir, desarrollan sentimientos hacia las demás personas; pueden sentir preocupación o felicidad por ellas.
  • Sufren por los demás: pueden sentirse incómodas, ansiosas o estresadas cuando las demás personas atraviesan situaciones difíciles.
  • Siente, incluso, las aventuras y desventuras de los personajes de ficción. ​

Cómo cultivar la empatía en los niños

1. Conviértete en un modelo a seguir

Los padres somos los referentes más cercanos de nuestros hijos y, por supuesto, modelos a seguir. Por lo tanto, no solo debemos ser empáticos con nuestros hijos, sino también con nuestros semejantes.

Eso significa si nos interesamos por los demás, por sus preocupaciones y miedos, si hablamos de sentimientos, si nos ayudamos y también si nos involucramos, nuestros hijos estarán aprendiendo a hacerlo.

Por lo tanto, es importante mirarse a uno mismo, cuestionar los propios patrones y ver si uno es realmente benévolo consigo mismo y con los suyos. Esto es más útil y eficaz que ponerse en plan profesor con los propios hijos.

2. Ponte a la altura de sus ojos

La confianza incondicional en el amor de los padres y la certeza de que estamos ahí para ellos con los oídos y los brazos abiertos cuando tienen preocupaciones y problemas hace fuertes a nuestros hijos.

Los niños deben sentir que son tenidos en cuenta y tomados en serio. Cuando escuchamos lo que nuestros hijos tienen que decirnos, los percibimos a ellos y a sus necesidades como las nuestras, ellos aprender a hacer lo mismo con las demás personas.

Surge entonces una relación estrecha y profunda, relación en la que todos los miembros de la familia son iguales.

3. Tiempo juntos

Suena simple, pero a menudo falta tiempo para pasarlo activamente juntos, no simplemente uno al lado de otro. Hay que dejar a un lado el teléfono móvil, la televisión y el ordenador.

Esto no solo expresa aprecio, sino que también ofrece un espacio para el intercambio y las discusiones. Sobre todo, el interés por las cosas que son importantes para el niño, reconociéndoles cuando tienen razón y haciéndoles sentir que los queremos tal y como son.

4. Sentimientos de aprendizaje

Lidiar con los propios sentimientos es un proceso de aprendizaje difícil para los niños. La ira, la tristeza, la vergüenza y el miedo son emociones con las que tienes que aprender a lidiar primero.

El hecho de que un niño no reaccione siempre de forma empática con los demás no significa que no pueda ser empático. Solo cuando los niños aprenden a reconocer y controlar sus propios sentimientos pueden ser más empáticos con los demás.

Podemos apoyarlos en este proceso de aprendizaje animándolos a hablar sobre los sentimientos y a darles un nombre. Un niño que siente ira por primera vez no sabe qué es esa sensación que siente en el estómago.

Las situaciones de conflicto también se pueden discutir y practicar de esta manera, ¿Quién sintió cómo y por qué? La práctica de nombrar los sentimientos y escuchar activamente ayuda a comprender mejor a los demás.

5. Escribir un diario juntos

Un ritual que no solo es bueno para nuestros hijos, sino también para nosotros mismos es escribir juntos todas las noches lo que fue particularmente bueno del día. Este no es solo un bonito ritual para terminar el día en familia, sino que también entrena el ojo para lo positivo.

Se pueden responder diferentes preguntas, por ejemplo:

  • ¿Qué fue lo mejor de tu día hoy? ¿Qué fue lo más difícil?
  • ¿Qué quieres hacer más o hacer menos mañana?
  • ¿Qué lograste hoy que te hizo feliz?
  • ¿Qué bien hizo alguien por ti hoy? ¿Qué bien hiciste por los demás?
  • ¿Qué has hecho hoy por ti mismo?
  • ¿De qué estás agradecido hoy?

No tiene que ser un gran redacción y las respuestas pueden repetirse todos los días, no importa. Recordar las cosas buenas que te pasaron en el día dirige la mirada en una dirección constructiva.

6. Crea un consejo familiar

La empatía siempre tiene que ver con el equilibrio entre las necesidades propias y las de los demás y con el respeto mutuo. También puedes practicar esto dentro de la familia con la celebración de consejos familiares regulares. Por ejemplo, la familia puede reunirse para discutir conflictos, rutinas semanales o deseos.

7. Fortalecer el sentido de comunidad

Aprendemos habilidades sociales más fácilmente cuando tratamos con otros, tanto en interacciones amistosas como en situaciones de conflicto.

Todo lo que experimentamos en las comunidades mejora nuestra percepción de los demás. Puede ser un deporte de equipo, un pasatiempo practicado en grupo, un proyecto conjunto, algo caritativo. Apoyar a los hijos para que participen en proyectos comunitarios fortalece sus habilidades sociales.