La nutricionista colegiada y licenciada en Ciencia y Tecnología de los alimentos, Elizabeth González, tenía muy integrada la cultura del esfuerzo para llegar hasta donde soñaba. A veces sin pensar primero en su salud. El verano en el que terminaba su tesis de doctorado sobre “el comportamiento de la ingesta de dosis suprafisiológicas de ácido fólico” –la vitamina del embarazo– algo empezó a fallar en su cuerpo. Sufrió una trombosis profunda en la vena subclavia.

A partir de entonces, vivió una transformación profunda que le hizo frenar y cambiar el ritmo. Su primer gran sueño siempre había sido ser madre, pero por más doctores que visitaba, todos le decían lo mismo: lo tendría muy difícil para ser madre.

A pesar de las pruebas médicas y de toda la incertidumbre atrajo dos embarazos, sus hijos son hoy sus mayores maestros. Gracias a todo este aprendizaje, y a muchas mujeres que han pasado por su consulta, ha publicado su primer libro Mama Slow (Aguilar), una guía de nutrición para futuras madres y madres que quieren cuidarse y cuidar desde una perspectiva más natural y consciente.

–¿Cómo llegó a ti la nutrición slow?
–Supongo que la experiencia de ver cientos de pacientes me enseñó que, para hacer una verdadera transformación, necesitamos parar y conocernos.

Hacer una dieta y luego otra, tomar un suplemento tras otro, solo pondrá más carga y culpabilidad a nuestra vida y nos alejará de nuestro objetivo y de nosotras mismas.

La clave está en cada una de nosotras y no en todas las tareas, dietas y listas incumplidas. Después de la maternidad, mi propia maternidad y la de todas las mujeres a las que acompañaba, reforzó aún más todo esto, que quizá pueda llamarse nutrición slow. En realidad es un viaje de vuelta a nosotras mismas.

–¿Cuándo decides escribir el libro y qué te empuja definitivamente a hacerlo?
–Quería compartir con otras mujeres muchos años de trabajo de investigación y experiencia. Había visto la transformación tan grande que sucede en la salud y la vida de la gente cuando cambia de alimentación, y no quería que eso se quedase sólo en la consulta.

Quería que estuviera más disponible y que mis hijos pudiesen tener este poder cuando lo necesitasen. La información es lo más poderoso que podemos tener para ser libres y para cuidar de nosotras y de quien queremos.

–El viaje de la maternidad empieza mucho antes de ser madre. La fertilidad es un camino que a veces puede volverse complicado. ¿Cuán importante es llevar una vida tranquila, sana y la nutrición?
–Siempre digo, y me lo han enseñado mis pacientes, que el período preconcepcional es un regalo. Y de veras lo pienso. Antes de llegar nuestros hijos nos empujan a ocuparnos de nosotras y cuidarnos como nunca. Esto tiene un gran efecto en nuestra fertilidad, en la calidad de nuestros ovocitos y la salud de nuestro sistema reproductor, pero también en nuestro estado de ánimo y salud global.

Me da pena que muchas veces nos lo perdamos o lo consideremos una mala suerte. Crear una despensa fértil es un regalo.

–Muchas futuras madres empiezan a cuidarse justo cuando quieren quedarse embarazadas, pero en el libro sugieres que los cambios hay que integrarlos antes. ¿Cuánto antes deberíamos hacerlo?
–La evidencia científica habla de 3 años antes, sin embargo muchas mujeres quizá ni nos lo hemos planteado con tal antelación. Mi consejo es que aprendamos a cuidar nuestra salud y nuestro sistema reproductor como algo habitual en nuestro día a día.

Al igual que aprendemos un montón de materias que jamás utilizaremos. Y ojalá cada vez tengamos más información sobre todo esto antes de hacerlo al acudir a un centro de reproducción asistida. Espero que este libro colabore en ello.

–¿Qué hábitos básicos recomendarías para aumentar la fertilidad?
–Conocer nuestro ciclo menstrual, nuestra ventana de fertilidad y construir una despensa fértil, sabiendo que ingredientes incluir a diario, cuáles nos ayudan en cada momento para, por ejemplo, favorecer la implantación o para que el útero esté listo. Esto marca completamente la diferencia. En el libro pueden encontrar esto de manera detallada.

–La fase del embarazo es una gran oportunidad para empezar a trabajar algo de lo que se habla mucho actualmente como es el “vínculo”. ¿Por qué es tan importante hacerlo ya desde el embarazo y qué beneficios tiene a largo plazo?
–Vincularnos con nuestro bebé es clave para la supervivencia de ambos. Esto es algo que sucede de forma natural y realmente animal. El problema es que nos vamos desvinculando cuando damos más importancia a todos los consejos e información externa.

Durante el embarazo la intuición de la mujer está a flor de piel, y todo conectado de manera única y excepcional para asegurar la supervivencia del bebé. Hemos darle valor, mucho valor, porque será clave para sentir si algo no va bien, para vivir el parto o para la vinculación necesaria para amamantar y cuidar a nuestro hijo.

–En este libro desmontas algunos mitos, por ejemplo, que en el embarazo hay que comer por dos. Tú dices que hay que elegir por dos. ¿Cómo se elige por dos?
–Cuando estás embarazada y quieres elegir qué comer, piensa en que le darías a tu bebé si estuviese ahí sentadito con su cara preciosa, su piel suave y tuviese hambre. Seguro que le darías lo mejor. Pues es simplemente eso, cuando tú comes durante el embarazo estás nutriendo a tu bebé, elige lo mejor. De ahí que es tan importante tener el poder de la información.

–Hay estudios que demuestran que muchas embarazadas presentan déficits de vitaminas. ¿Por qué crees que ocurre? ¿Qué estamos pasando por alto?
–En la gran mayoría de las ocasiones durante el embarazo, se habla del peso que coge la mujer embarazada y se le hacen las analíticas de control. También se le da una enorme hoja de restricciones de alimentos peligrosos y se le recomienda que coma frutas y verduras. Y ya. Esto a una mujer que quizá tiene náuseas o poco apetito o incluso está en reposo… No se informa a la mujer embarazada de todo lo que sí puede comer, de cómo ha de combinarlo, por ejemplo, para prevenir una diabetes gestacional, anemia o para tener un postparto sano.

Falta muchísima información nutricional veraz, seria. El buscador de internet no es el lugar para encontrar esta información porque puede tener efectos adversos en un período tan delicado. Por eso, necesitamos coger toda la evidencia que si hay, la experiencia profesional y brindar a la mujer que quiere hacerlo lo mejor posible, las herramientas y la información para saber hacerlo.

–El postparto es el gran olvidado, dices en tu libro. ¿Por qué lo crees?
–Amo el postparto. Nunca he visto cambios más increíbles en la salud de la mujer que durante este período, cuando realmente se entiende qué está sucediendo y se acompaña de la nutrición adecuada. Es un gran período para el resto de la vida de la mujer y no se habla de él.

Una vez que da a luz, se esperan 40 días y ha de ser la de antes, comportarse como siempre, hacer lo de siempre, comer como siempre, pensar como siempre… Esto además de imposible, es una pena. Porque nos perdemos un período demasiado potente por las prisas.

–¿Cómo podemos detectar que una madre tiene depresión postparto?
–En cuanto a la depresión postparto, lo primero sería escuchar a la madre, dejar de mirar solo al bebé y mirarles a ambos, creo que así sería más sencillo saber si todo va bien. También que nosotras mismas, como mujeres y madres, nos permitamos hablar de ello, incluso nos permitamos sentir, sin vergüenza, sin que se suponga que tenemos que estar felices cuando no lo estamos.

Supongo que como decía al principio de la entrevista volvemos a nosotras mismas y aceptarnos completas con amor, como el amor que tenemos hacía nuestros bebés, ellos nos ayudan mucho a esto y desde ahí tener compasión y el amor de pedir ayuda.

–¿Cuál es el principal cambio de la madre en esta etapa?
–Hay una larga lista de cambios, de hecho me sorprende que con lo evidente que es, se pase tanto por alto. Todos los sistemas de la madre se ven alterados y modificados de forma muy rápida y grande. Y tardarán años en volver al estado habitual. Esto es fisiológico y es importante acompañarlo para ayudar a nuestro cuerpo a convertirse en una maravillosa versión 2.0.

–Eres una gran defensora de la lactancia materna. ¿Qué es magia y qué es ciencia en el periodo de lactancia?
–Supongo que soy una defensora de que la mujer sea realmente libre para decidir cómo quiere alimentar a sus hijos. He visto demasiados casos de lactancias que no se llevaron a cabo por mala información y asesoramiento de la madre.

Cientos de situaciones en las que, a la mujer que acaba de dar a luz, se le hizo sentir mala madre, porque ponía en peligro a su bebé por intentarlo y le trataron francamente mal, sólo porque no sabían cómo ayudarle.

Esto ha de parar, la mujer ha de recuperar la confianza en el amamantamiento y desde ahí, desde “sé que puedo hacerlo”, elegir si quiere hacerlo o no, libremente y con cariño. Tener información de qué sucede en nuestro cuerpo, cómo se produce la leche, cómo hacer que haya más o menos leche, de qué está compuesta la leche materna o si una toma sirve de algo o no, son cosas que merecemos saber. Y quería dejarlo todo plasmado en el libro.

–Dices que la leche materna es la "vacuna" perfecta. ¿Podrías explicarnos más sobre esto?
–El poder inmunológico de la leche materna es absolutamente único porque tiene una particularidad: que cambia en cada toma para dar al bebé la inmunología que necesita. En cada toma la leche materna es distinta y única gracias al sistema entero mamario en el que la madre y el bebe forman un binomio de protección más allá de los brazos maternos.

Es ciencia y es fascinante como la madre se convierte en el sistema inmunológico del bebé. Esto sucede incluso con una toma al día. Creo que todos deberíamos conocerlo.

–Si hay una fase de la maternidad que más mitos sugiere es la lactancia. ¿Podrías desmontarnos uno?
–¡Hay tantos! Quizá hablando de la pregunta anterior “tu leche es agua, o tu leche no alimenta”. Tu leche son anticuerpos, citoquinas, sustancias anticancerígenas, carotenos y grasas protectoras entre otras muchas más cosas. Esa es tu leche, una fuente de micronutrientes única e inigualable.

Muchas mujeres me han escrito dándome las gracias porque, por fin, podían tener respuestas para comentarios inoportunos y desinformados.

–¿Por qué hay tanto miedo y desconfianza a dar el pecho?
–Hubo una época muy complicada y triste para las mujeres, hace décadas, en la que les dijeron que no sabían parir y les llevaron a un hospital para maniatarlas y sacarles a sus hijos en aquellas salas, solas, en las que debían portarse bien. En las que las incubadoras parecían ser el sitio más seguro para los niños y los biberones el mejor alimento. Aún arrastramos todos esos comentarios de nuestras madres, a las que les dijeron todo esto y de profesionales que no han actualizado su información. Estoy segura de que poco a poco estamos recuperando la confianza y que volveremos a disfrutar algo tan instintivo, placentero, nutritivo y de supervivencia como es alimentar a nuestros hijos. Espero de corazón que este libro ponga su granito de arena en ello.