Descubrir la importancia del pie para nuestra salud y la simplicidad de su cuidado es descubrir una parte de lo esencial en nuestra propia vida.

Con tanta plantilla y calzado sofisticado habrá a quien resulte extraño que recomiende como mejor remedio para cuidar el pie recuperar la costumbre de andar descalzo aunque sean unos minutos al día.

Todavía no se ha descubierto el calzado que pueda conseguir los beneficios que aporta al cuerpo el andar descalzo. Quizás el calzado que más se aproxime sean algunos modelos diseñados como un guante con sus cinco dedos para el pie.

Los pies te sostienen física y mentalmente

Los pies son los encargados de restaurar nuestro equilibrio corporal y psíquico. Su capacidad de adaptación al terreno, a sus condiciones e irregularidades, pone en marcha recursos físicos y psíquicos que estimulan todo el cuerpo.

Guardar el equilibrio es un arte ante la constante atracción de la gravedad, es saber estar en medio de los desequilibrios. Esto lo realizamos a diario con mayor o menor esfuerzo y cuando no somos capaces de ello, todo se derrumba. Levantarse y andar, levantar la moral, el ánimo, el tono, es el arte de recuperar el equilibrio. Y todo comienza desde el apoyo de nuestros pies.

Aplacar el desequilibrio con pastillas y con medicamentos que anulan sensaciones es perderse en el problema. Cuando uno se ve caído y hundido debe volver la conciencia a los pies y confiar en esa capacidad que demostraron para sostenernos de pie desde el primer año de vida.

Empieza por fijarte en cómo se apoyan los pies

Si existen problemas de apoyo, antes que pensar en prótesis y plantillas, debemos pensar en rehabilitar el pie, en recuperar su capacidad de adaptación, que es mucha si se estimula en lugar de impedirla con un zapato protésico.

Los apoyos del pie influirán sobre la forma de caminar. Su alineación con las rodillas y las caderas repercutirá sobre toda la columna, sobre la musculatura y tono postural, y también sobre aspectos psicológicos.

Masaje en los puntos reflejos de los pies

En el pie se encuentran puntos reflejos de todos los órganos. ¿Podemos estimularlos? ¿Cómo interpretarlos? La reflejoterapia podal es una técnica terapéutica que trata los puntos dolorosos y los relaciona con un desequilibrio o dolencia.

El médico puede aplicar esta técnica de masaje mientras realiza la historia clínica del paciente, haciendo una exploración al pie, lo cual le orientará en el diagnóstico. No se trata de dejar de lado las exploraciones habituales, sino de poder manejar otra herramienta orientadora.

Al paciente se le puede invitar a que la practique él mismo o algún familiar en aquellos puntos dolorosos que el especialista ha detectado. En muchas ocasiones son los propios familiares los que encuentran un beneficio al poder hacer algo que tiene un efecto positivo en su familiar.

Es una práctica que facilita y mejora los cuidados de las personas, desde un recién nacido o un niño hasta el más anciano. No hace falta interpretar que cuando tocamos un punto del pie estamos tocando ese órgano de forma refleja: es suficiente con que nos centremos en que tocar y aliviar ese punto doloroso del pie favorece el bienestar y la salud en general

Cómo prevenir los problemas en los pies

Existen prácticas muy concretas que, realizadas periódicamente, mantienen los pies en un buen estado:

  • Puedes cuidar y regenerar la flora cutánea, aplicando caldo de yogur o de kéfir u otros cultivos bacterianos no patógenos.
  • Expón la piel al aire libre y al sol cuando no caliente demasiado. El amanecer es un gran momento para el baño de sol en los pies.
  • Anda o corre, descalzo o con sandalias.
  • Pisa sobre arena o arcilla y, después de mojar los pies, sécalos muy bien.

Cómo tratar problemas comunes de los pies

La mayoría de alteraciones se pueden tratar con medios naturales:

  • Callosidades. Es importante cuidarlas para que la piel no pierda elasticidad. De vez en cuando se han de limar con lima o piedra pómez y luego aplicarles un poco de aceite. Los callos dolorosos no son debidos a un roce normal, suelen depender de un calzado y se eliminan cambiándolo.
  • Uñeros. El desencadenante puede ser la presión de unas zapatillas estrechas. El tratamiento: andar descalzo o con zapatillas que no presionen, cortar las uñas correctamente, meter los pies en agua caliente unos 15 minutos, poner un algodón entre uña y carne, y limar el borde de la uña afectada. Si todo ello no da resultado, se realiza un corte en medio de la uña en forma de cuña.
  • Uña negra (hematoma subungular). Entre sus causas siempre hay un traumatismo sobre la uña, sea por un golpe o por los roces continuos que se producen en una carrera larga o con un calzado inadecuado. Así se llega a producir un coágulo de sangre debajo de la piel. Puedes acudir el podólogo para que drene la sangre, lo que produce un gran alivio. Luego se limpia bien y se deja el pie al aire, calzando sandalias unos días al menos.
  • Pie de atleta. Es una infección por proliferación de hongos del tipo Candida albicans o tiña. Entre las causas: alteración cutánea de la piel, excesiva humedad y calor, añadiendo a ello falta de sol o rayos ultravioletas. Se suele usar para este problema ácido benzoico y salicílico, o pastillas como griseofulvina y nistatina. Momentáneamente esto puede ser eficaz, pero si se repite la infección y estos tratamientos se prolongan, pueden resultar peligrosos.