El doctor Qing Li es inmunólogo y un gran experto mundial en shinrin-yoku, los baños de bosque o medicina forestal. Ha escrito El poder del bosque (Roca Editorial), que nos invita a conectar con la naturaleza a través de los cinco sentidos.

Su objetivo es redescubrir la naturaleza a las personas que viven atrapadas por la artificialidad de la vida urbana, para que puedan aprovechar sus beneficios y recuperar la salud.

Qing Li, el médico que receta baños de bosque a sus pacientes

De origen chino y afincado en Japón, Qing Li es secretario general de la Sociedad Internacional de Medicina de la Naturaleza y el Bosque y profesor en la Universidad de Medicina de Tokio.

–¿Cuándo empezó a interesarse por la medicina forestal?
–En 1988 visité la isla de Yakoshima, que tiene un maravilloso bosque. Es una isla pequeña, al sur de Japón. Fui con un grupo de amigos e hicimos noche al aire libre, en tiendas de campaña. Recordé mucho las cosas de niño, cuando jugaba en el bosque con los animales, lo que me conectó con el sentimiento de que hay algo en la naturaleza que nos afecta positivamente.

El poder sanador de la naturaleza

LECTURA RECOMENDADA

El poder sanador de los árboles

En el momento de aquella excursión acababa de graduarme en Medicina. Estaba empezando mi carrera como médico, investigando los efectos nocivos de la contaminación sobre nuestra salud y los resultados eran alarmantes. Más tarde, en 2002, en un momento en el que había una especial inquietud por parte del gobierno para mejorar los problemas de salud causados por la contaminación y el estrés, recibí una ayuda y comencé una investigación sobre medicina forestal.

–¿Qué ocurre en mi organismo cuando entro en contacto con el bosque?
–Cuando nos adentramos en el bosque nos tranquilizamos a través de los cinco sentidos. Usando la vista, contemplamos el paisaje maravilloso: el color verde de los árboles, el brillo de sus copas, sus flores, de diferentes tonos, las mariposas e insectos… A través de los oídos escuchamos el canto de los pájaros o el sonido del viento.

Por la nariz respiramos el aire puro y los aromas del bosque, ricos en fitoncidas, sustancias volátiles enormemente positivas para nuestra salud, y con las manos tocamos los árboles, el musgo, los helechos, la hierba verde... y con los pies, el agua fría del río, sintiéndonos más vitales.

Toda esta actividad nos calma, relaja y libera del estrés.

–¿Los efectos son bioquímicos?
–Un baño de bosque de entre 2 y 4 horas durante dos días puede aumentar la actividad de nuestros glóbulos blancos en un 40% durante los siguientes 30 días. Además de poseer una concentración de oxígeno mayor, el aire del bosque está lleno de fitoncidas, unos compuestos volátiles que protegen a los árboles de las bacterias, de los insectos y de los hongos.

Un baño de bosque de 2 a 4 horas durante dos días puede aumentar la actividad de nuestros glóbulos blancos en un 40% en los siguientes 30 días.

–¿Cómo actúan estas sustancias?
–Algunos de los más importantes son el alfa-pineno, el beta-pineno y el d-limoneno. Los fitoncidas aumentan el número y la actividad de las células humanas defensivas natural killer y potencian la actividad de las proteínas anticancerígenas. Además se reducen los niveles de hormonas del estrés, aumentan las horas de sueño y se reducen los marcadores de ansiedad, ira, fatiga y confusión.

Otras investigaciones han puesto de manifiesto que los baños de bosque rebajan significativamente la tensión arterial y la frecuencia cardiaca.

–En su libro hace referencia a la Mycobacterium vaccae, una bacteria que se halla en la tierra y que estimula el sistema inmunitario.
–Este es un estudio de la doctora Mary O’Brien, oncóloga del Royal Marsden Hospital de Londres. La doctora O’Brien estaba realizando un experimento para ver si una inyección de M. vaccae potenciaba el sistema inmunitario de los pacientes con cáncer de pulmón. Comprobó que esta bacteria funciona como un antidepresivo, mejorando la calidad de vida emocional de los pacientes, haciéndoles sentir más animados, con un nivel de energía más alto, con un mejor funcionamiento cognitivo…

En un experimento posterior con ratones se comprobó que las neuronas que se activan con la inyección de M. vaccae son las asociadas con el sistema inmunitario, lo que sugiere que hay una conexión muy estrecha entre este sistema y nuestras emociones. Es decir, que estos microbios que se encuentran en la tierra, y que respiramos al pasear por el bosque, estimulan nuestro sistema inmunitario, lo que nos hace sentir mejor.

–Entonces, ¿los baños de bosque inciden en nuestra salud mental?
–Favorecen la claridad de ideas y la creatividad y hacen que seamos más amables y generosos. Un estudio de la Universidad de Michigan constató que las personas ganaban un 20% más de memoria y atención después de haber dado un paseo entre los árboles. No ocurrió lo mismo cuando pasearon por la ciudad.

–¿Cuáles son los rituales más indicados para sacarle todo el partido al baño de bosque?
–Primero tienes que hacer un plan antes de ir al bosque para no cansarte mucho, porque si estás cansado el baño de bosque no será muy eficaz. Tienes que caminar despacio, ver cuánto puedes andar, hacer un recorrido que puedas asumir. Recomiendo hacer 2,5 km cada dos horas o, si un día haces 4 horas, puedes recorrer 5 kilómetros, descansando de vez en cuando, bebiendo agua, sentándote…

Es muy importante usar los cinco sentidos. Estar presentes, respirar hondo, escuchar los sonidos…

–¿De qué depende que un bosque sea más o menos curativo?
–Un bosque será más curativo cuanto más frondoso sea y cuanto más viejos sean los árboles, porque más fitoncidas exhalarán. Otro elemento importante es que haga buen tiempo, ya que con el calor los árboles emiten más compuestos volátiles naturales. El mediodía es el momento ideal, porque es cuando el árbol aporta más oxígeno.

Cuanto más frondoso sea el bosque y cuanto más viejos sean los árboles, más fitoncidas exhalará.

Un planning ideal sería caminar de las 10 de la mañana hasta las 12, luego hacer un pícnic de una hora y seguir ruta durante otras dos horas más, de las 14 hasta las 16 horas. En Japón esta sería la hora límite porque después podríamos encontrarnos con algún oso y correr peligro.

–¿Influye si el bosque está húmedo o seco?
–Tras la lluvia las condiciones son muy favorables, ya que el agua moja las hojas y aumenta el aroma de los árboles. Otros aspectos a considerar son que el bosque esté en un lugar lo más alejado posible de focos de contaminación o ruido y que, aunque sea frondoso, sea luminoso.

–Usted explica en su libro cómo en 1982 se creó un programa de salud nacional para practicar los baños de bosque y cómo el bosque de Akazawa fue el primero designado para el shinrin-yoku. ¿Por qué se tomó esta iniciativa?
–En aquella época se produjo un fenómeno que era una oleada de estrés debido a la tecnología. El espíritu perfeccionista de los japoneses les llevaba a hacer horas extras sin mesura para acabar la faena y esto dio lugar a un aumento de muertes por exceso de trabajo, lo que en Japón se conoce como karoshi.

El gobierno japonés decidió reducir las horas extras y puso en marcha el shinrin-yoku, porque pensó que la toma de contacto con la naturaleza devolvería la salud a la gente. Estas dos acciones fueron muy efectivas.

–Aparte de ser lugares de salud, usted define los bosques como santuarios naturales.
–El budismo y el sintoísmo, las dos grandes religiones de Japón, están muy vinculadas a los bosques. No es raro encontrar a gente rezando o meditando en el bosque, ya que se piensa que estos grandes espacios verdes constituyen el reino de lo divino, pero desde 2003 se ha demostrado que los bosques tienen efectos beneficiosos sobre nuestra salud de manera científica. Entonces, lo que antes se consideraba solo desde la tradición hoy se puede comprender también desde la ciencia.

Desde 2003 se ha demostrado que los bosques tienen efectos beneficiosos sobre nuestra salud de manera científica.

–Un estudio ha demostrado que el d-limoneno es más efectivo que los antidepresivos. ¿Recomienda poner difusores en casa con aceites esenciales para gestionar el estrés?
–Lo mejor es ir al bosque, sin ninguna duda, porque allí podemos caminar, relajarnos y usar los cinco sentidos, pero el olfato también tiene potencial. Los aceites esenciales nos pueden ayudar mucho, sobre todo en entornos urbanos, pero lo mejor es tener contacto directo con la naturaleza.

–¿Cuáles son sus bosques favoritos?
–Mi base forestal favorita es Akazawa. Se trata de un bosque de ciprés japonés, muy aromático y con un entorno de muy buena calidad. También me gusta el Parque Forestal Nacional de Tianmenshan (China), donde se filmó Avatar, y en Finlandia me llamó la atención el primer bosque temático del mundo dedicado al bienestar, cerca del Ikaalinen Spa: hay carteles por las pistas para llamar la atención al caminante para que observe el entorno, se relaje y se ponga de buen humor.