La clase médica está bajo la lupa. Hace unas semanas el diario The New York Times destapó los conflictos de interés del doctor Josep Baselga, que le costaron su cargo al frente del prestigioso Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York.

En los comentarios a aquella noticia muchos profesionales de la medicina afirmaban que lo que se estaba denunciando –que los autores de estudios científicos no informen de sus relaciones con empresas farmacéuticas– era desgraciadamente una práctica habitual.

Una investigación realizada en España por la Fundación Ciudadana Civio, que trabaja por la transparencia en las instituciones y la sociedad, ha revelado que efectivamente son muchos los médicos que no declaran sus conflictos de interés.

La relación entre farmacéuticas y médicos pone bajo sospecha los estudios científicos

Por ejemplo, el neurólogo Jerzy Aleksander Krupinski, jefe de neurología del Hospital Universitario Mutua de Terrassa (Barcelona), profesor de la Universidad de Barcelona y de la Manchester Metropolitan University, publicó estudios que favorecían los intereses de los Laboratorios Ferrer, que le pagó más de 60.000 euros por diferentes conceptos.

El código deontológico de los investigadores obliga a declarar las relaciones con empresas que puedan beneficiarse del estudio y Krupinski no lo hizo. Él se defiende alegando que sus estudios constituyen investigación básica que no se refiere a un fármaco o un tratamiento concreto, por lo que no está obligado a declarar un conflicto de intereses.

Deberían declarar todas sus relaciones con las farmacéuticas

Sin embargo, según el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas, “cuando los autores envían un manuscrito de cualquier tipo o formato son responsables de declarar todas las relaciones económicas y financieras que podrían influir o ser vistas como un sesgo para su trabajo”.

Esta declaración es importante porque a partir de los trabajos de los científicos se establecen los protocolos de tratamiento que afectan a los gastos de la seguridad social –y de las aseguradoras privadas– en fármacos y terapias.

Krupinski es uno de los médicos que aparece en la lista de 18 que más cobran de las farmacéuticas. Todos ellos han ingresado más de 50.000 euros al año de alguna farmacéutica y algunos superan los 160.000 euros en total. Buena parte están relacionados con la investigación y el tratamiento del cáncer.

Cobran de las farmacéuticas, escriben estudios y asesoran al gobierno

Tres de estos médicos asesoran a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), la entidad encargada de evaluar, autorizar y supervisar los medicamentos.

¿Bajo qué conceptos se realizan los pagos? Pueden ser honorarios por ponencias, gastos de desplazamiento a congresos –que se celebran generalmente en ciudades atractivas–, asesoramiento o cursos de formación, entre otras posibilidades.

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Civio ha analizado los artículos científicos publicados por estos profesionales en 2017 y 2018. Cada uno de ellos, en al menos dos ocasiones, no ha declarado los conflictos de interés con las farmacéuticas que les han pagado.

Se han "olvidado" de declarar sus intereses

Los médicos han tenido la posibilidad de explicarse ante Civio. Siete no respondieron y los 11 que lo hicieron alegaron errores, descuidos o la convicción de que la declaración no era necesaria.

No es extraño que solo un 23% de los estudios publicados en las revistas médicas más importantes del mundo refieran algún conflicto de interés con las farmacéuticas. Todo indica que la realidad es otra.

Solo es la punta de un iceberg

Los datos revelados por Civio son solo la punta de un enorme iceberg, pues no han podido contar con la información sobre pagos a médicos de 13 empresas farmacéuticas, que de esta manera no cumplen con el código deontológico que ellas mismas se han impuesto (no están obligados legalmente).

Tampoco ha sido posible conocer el nombre de todos los médicos que cobran, pues muchos –probablemente los que más dinero ingresan– lo hacen a través de sociedades mercantiles.