Observando a sus pacientes, Reich ahondó en el origen del sufrimiento humano y propuso acciones para curarlo y prevenirlo. Por un lado, dijo, nos hemos dejado arrastrar por lo racional, por lo intelectual; por otro, las ansias de poder y dominación han llevado a querer extirpar la espontaneidad y los impulsos primarios de libertad y placer en las criaturas.

Cada vez que extienden su mano para agarrar la vida, algo se interpone: el sólido muro levantado por una sociedad fría, autoritaria y represora. Cada frustración se almacena como una cicatriz y, poco a poco, el muro se va interiorizando.

menos control más corazón

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Menos control y más corazón

Reich llamó coraza a ese muro interior que es psicoemocional, pero también físico: anclado en la musculatura, impide el flujo de energía vital, bloquea el contacto con el exterior y con nuestro ser. Un muro para protegernos de la frustración, y que nos mantiene temerosos de nuestras sensaciones y perpetúa una sociedad rígida y antivital.

Generamos una coraza que impide el flujo de energía vital entre nuestro ser y el exterior.

Reich dividió la coraza en siete segmentos: ojos, boca, cuello, tórax, diafragma, abdomen y pelvis, cada uno de ellos relacionado con emociones y trastornos que denominó biopatías.

El momento vital en el que se da el impacto estresante determina la gravedad de las consecuencias: impactos en la etapa fetal producen enfermedades orgánicas graves, durante los primeros ocho o nueve meses pueden provocar bloqueos en segmentos con mejor abordaje terapéutico, y a partir del noveno se traducirán en somatizaciones: migrañas, enfermedades gastrointestinales, menstruaciones dolorosas…

La técnica que desarrolló Reich integra cuerpo, mente y emociones en un proceso de crecimiento personal que abarca al sujeto en su conjunto y su relación con el entorno. La finalidad es recuperar el equilibrio y la movilidad, liberar las emociones y restaurar la pulsación y la capacidad de contacto con uno mismo y con la vida.

La vegetoterapia caracteroanalítica se lleva a cabo mediante sesiones individuales y de grupo. Se realizan movimientos musculares emocionales ligados a experiencias vitales siguiendo de arriba abajo los distintos segmentos, con apoyo de hiperventilación y masaje, estimulando el nervio vago, que controla los movimientos involuntarios.

De este modo se consigue la aparición espontánea de emociones reprimidas, que al ser racionalizadas permiten avanzar en el desbloqueo de la coraza y el libre flujo de energía.

Ejercicios para conectar con las emociones

Estos sencillos ejercicios que te proponemos te permitirán detectar la coraza en tu cuerpo y conectar con emociones que no dejas fluir.

Ojos

  • Siéntate en posición recta mirando al frente; gira la cabeza tanto como puedas sin forzar, barriendo con la vista a uno de tus lados, y prosigue con los ojos hasta alcanzar también el límite.
  • A continuación, retorna del mismo modo: primero los ojos y después la cabeza.
    ¿Tus ojos se desplazan de modo continuo o dando pequeños saltos? Lo primero será señal de flexibilidad; lo segundo expresa acorazamiento relacionado con impaciencia y temor, la ansiedad que nos provoca ver el mundo que nos rodea.
  • Este primer segmento –que incluye los telerreceptores: ojos, oídos y nariz– se forma durante la vida intrauterina, el parto y primeros días.
  • El masaje, que Reich empleaba para tomar contacto con las tensiones, comienza por aquí para descender siguiendo los segmentos y la historia emocional.

Boca

  • Mirándote en un espejo, levanta un poco el mentón y abre la boca sin forzarla, dejando caer la mandíbula. Si no hay acorazamiento, los músculos que hay delante de las orejas le permitirán abrirse dejando al menos tres dedos entre los dientes. De lo contrario, la boca se abrirá muy poco.
  • Si respiras lentamente podrás percibir emociones y tensiones, muy probablemente conectadas con la alimentación, con la succión no satisfecha, con la rabia y la decepción de un destete temprano.
  • Es por eso que un acting o movimiento neuromuscular empleado en las sesiones de vegetoterapia consiste precisamente en imitar la succión, clave de la afectividad y la sexualidad en la etapa oral en que se forma este segmento.

Cuello

  • El cuello es un puente por el que asciende la energía generada en los segmentos inferiores hacia la boca y los ojos.
  • La sensación de estrangulamiento y angustia, de estrechamiento, quizá relacionados con el nacimiento, con el quedar atascados, puede percibirse del modo siguiente: túmbate en el suelo de espaldas y apoya la cabeza en un pequeño cojín. A continuación, hazla girar a un lado y a otro lo más rápidamente posible, dejándola caer a cada lado: si esto te provoca náuseas o mareo, es señal de tensión.
  • El acorazamiento en esta zona se relaciona con la frustración de la oralidad durante los tres primeros años. De ahí que el acting para este segmento sea verbalizar la palabra “yo” bajando los brazos hacia el diván.

En las sesiones de vegetoterapia reichiana se sugieren movimientos neuromusculares para reconectar con las emociones reprimidas.

Tórax

  • Sitúate ante el espejo y aspira al máximo conteniendo todo el aire que puedas. Obsérvate. Después expulsa todo el aire y vuelve a observar tu actitud.
  • Muchas veces escondemos temores bajo actitudes de desafío, hinchando el pecho y apretando los puños; por el contrario, las actitudes de derrota se visualizan en posturas de hombros caídos, pecho hundido, señales de una respiración torácica bajo mínimos para frenar la entrada de energía y como forma de autocontrol, de evitar el castigo por abandonarse a los impulsos.
  • Aunque esta coraza se estructura a partir del tercer año de vida, tiene su origen hacia el segundo año, vinculado a fenómenos de contacto con el propio cuerpo, con el mundo y con los otros.

Diafragma

  • El diafragma, además de ser el músculo clave para la respiración y precisamente por ello, conecta lo racional y lo instintivo, lo consciente y lo inconsciente. Es, pues, el canalizador vital más importante además de regular la respiración, fenómenos neurovegetativos y estar conectado a los principales órganos vitales.
  • Su origen está ligado a la angustia de castración aunque se desarrolla durante la adolescencia. Cuanto más acorazado esté, mayor división habrá entre nuestra cabeza y nuestras emociones.
  • Puedes lograr una primera aproximación aspirando y respirando con fuerza, de modo forzado y continuado, cargándote de energía: ¿sientes mareos, quizá náuseas o incluso percibes una sensación de pánico?

Abdomen

  • Toma aire lenta y profundamente y luego expúlsalo sin encoger el vientre. Observa tus sensaciones al repetir este ejercicio varias veces, tratando de relajar la espalda y los costados.
  • La musculatura del abdomen juega un papel de reducción de las sensaciones pélvicas genitales. Un suave y constante masaje en el vientre mientras se respira puede liberar viejos dolores y sensaciones acumuladas por largo tiempo de rabia, miedo, tristeza.
  • En las sesiones clínicas de terapia reichiana se emplean actings –siempre sugiriéndolos, sin representarlos para no privar al paciente de su espontaneidad– como el de la respiración nasal (inspirando y expirando por la nariz), que libera los músculos abdominales y el diafragma.

Pelvis

  • Se desarrolla en la adolescencia y concentra las sensaciones involuntarias que la sexualidad despliega al expresarse, al intercambiar la energía vital.
  • Este acorazamiento muestra tu actitud hacia el mundo, tu modo de caminar, de estar, de contenerte o soltarte hacia la vida.
  • Puedes percibir el flujo de la energía colocándote en una postura erguida con los pies un poco separados y las rodillas flexionadas cómodamente. Lleva tus manos a la espalda y agárratelas para inclinarte hacia delante, respirando con calma.
  • Puede que sientas un tirón en la parte trasera de las piernas, incluso dolor, según la tensión acumulada. Si sigues respirando profundamente, quizá tus piernas comiencen a temblar, señal de que la tensión cede.