El síndrome de Gilbert es una enfermedad hepática producida por una mutación genética que se manifiesta con ictericia o piel y ojos amarillos. Esta coloración de piel y ojos se debe a un aumento anormal de los niveles de bilirrubina, un pigmento naranja-amarillento, en sangre.

Aunque puede tener otros síntomas asociados, en general te sueles encontrar bien, pero cuando te miras al espejo ves que tanto la piel como la parte blanca de tus ojos tienen una coloración amarillenta. No es grave, pero debes cuidar tu hígado.

Causas genéticas

El gen anormal que causa el síndrome de Gilbert es bastante común, aunque solo desarrolla la patología entre un 2 y un 10% de la población.

Muchas personas son portadoras de la mutación, pero para que se manifieste el síndrome de Gilbert se tiene que haber heredado una copia de este gen de ambos padres. Aun así, incluso teniendo las dos copias, no significa necesariamente que se vaya a padecer el síndrome.

Lo más habitual es descubrir que se es portador de esta alteración genética tras un episodio de ictericia que se manifiesta al pasar un resfriado, por una dieta baja en calorías, falta de sueño, ejercicio intenso, deshidratación, estrés o durante la menstruación. También suele ser un hallazgo casual al realizar un análisis de sangre y comprobar niveles altos de bilirrubina (> 2-3 mg/dL), una sustancia de desecho que procede de la descomposición de los glóbulos rojos viejos de la sangre.

Aunque no es un trastorno grave, las personas que padecen este síndrome deben saber que puede afectar a la metabolización de algunas hormonas, medicamentos y toxinas. Según un artículo sobre el síndrome Gilbert publicado en la revista European Journal of Pediatrics en 2012, esta condición debería ser una de las principales restricciones médicas que se deberían tener en cuenta a la hora de recetar ciertos fármacos a las personas afectadas.

Síntomas asociados

La ictericia es el signo clínico único reconocido del síndrome de Gilbert. Sin embargo, quienes padecen la enfermedad han manifestado sufrir también otros síntomas como:

  • Cansancio y fatiga
  • Debilidad
  • Náuseas, dolor de estómago, estreñimiento, diarrea y distensión abdominal
  • Baja concentración
  • Orina de color oscuro
  • Sensación de malestar general

No se ha comprobado que la causa directa de todas estas alteraciones sea el síndrome de Gilbert, pero según otro estudio publicado en octubre de 2021 por investigadores chinos, la fuerte afinidad que tiene la bilirrubina por los fosfolípidos de los eritrocitos –lo que interfiere en la composición y la dinámica de la membrana— da como resultado una mayor fragilidad de los glóbulos rojos, una ruptura fácil y un acortamiento del tiempo de supervivencia de estas células, lo que puede llevar a padecer anemia por hemólisis crónica si el organismo no compensa esta pérdida.

El exceso de bilirrubina también puede debilitar la motilidad intestinal y provocar disfunciones digestivas.

Pero la bilirrubina tiene también importantes actividades antioxidantes y antimutagénicas, por lo que el estudio añade que un síndrome de Gilbert leve puede prevenir enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.

Por qué aumenta la bilirrubina

El papel del hígado en el filtrado, limpieza de la sangre y eliminación de sustancias de desecho es fundamental. También produce la bilis, un líquido que ayuda a descomponer los alimentos en el intestino.

Los glóbulos rojos, responsables de transportar oxígeno a todas las células del cuerpo, tienen una vida media de 120 días. Contienen una proteína llamada hemoglobina que, al morir el eritrocito, se descompone en globina y en hemo. Esta ruptura da paso a una forma liposoluble de la bilirrubina que será transportada hacia el hígado, donde la enzima gluconiltransferasa la convierte en una forma hidrosoluble para que pueda ser fácilmente excretada con la bilis y finalmente expulsada a través de las heces.

Las personas con síndrome de Gilbert carecen de cantidades suficientes de esta enzima, lo que significa que la bilirrubina producida por la degradación de la hemoglobina no se puede convertir en una forma soluble en agua (conjugada) y se acumula en el torrente sanguíneo.

Cuando los niveles de bilirrubina no conjugada se elevan, se puede desencadenar un episodio de ictericia.

Cómo bajar la bilirrubina y ayudar al hígado

No hay manera de prevenir el síndrome de Gilbert, ya que la causa es genética. Pero sí hay ciertos hábitos y complementos naturales que pueden ayudar a mantener a raya los niveles de bilirrubina.

Siempre que sea posible, trata de evitar:

  • El ayuno prolongado o las dietas muy bajas en calorías
  • Los alimentos muy grasos o procesados así como las grasas no saludables (saturadas, hidrogenadas, trans...), los fritos y las bebidas alcohólicas
  • Beber poca agua
  • El estrés
  • Infecciones
  • El ejercicio vigoroso
  • No dormir lo suficiente

Además de seguir los consejos anteriores, la toma de los siguientes suplementos puede ayudar a un buen funcionamiento del hígado, clave en el control de los niveles de bilirrubina:

  • Alcachofa. Los principios activos de la alcachofa (cinarina, ácidos fenólicos, flavonoides...) ayudan al hígado a romper las grasas de los alimentos y facilitan la digestión. Si se toma en forma de extracto, son suficientes 330 mg dos veces al día. Deben contener al menos 16 mg de cinarina.
  • Enzimas digestivas. Los alimentos ricos en enzimas como la papaya, la piña, el mango... ayudan a bajar la bilirrubina. Inclúyelos en tu dieta habitual. También se pueden tomar en forma de suplemento, con las comidas.
  • N-Acetil-Cisteína (NAC). Se trata de un aminoácido con un importante papel en el proceso de desintoxicación del cuerpo. Gracias a su intervención en la producción de glutatión, la N-acetil-cisteína se utiliza para aliviar diversos trastornos del hígado. Se halla en pequeñas cantidades en las semillas de girasol, las legumbres, el salvado de avena, los huevos, el yogur, el queso y el pollo. En forma de suplemento se recomienda tomar entre 600 y 1.200 mg diarios.
  • Multivitamínico. Una gama de vitaminas y minerales fundamentales es un buen apoyo para que el hígado disponga de todos los nutrientes que necesita para realizar sus múltiples funciones. Se pueden conseguir con una dieta saludable, pero si la alimentación no es lo completa que debería ser, es aconsejable tomar un multivitamínico de buena calidad procedente de fuentes naturales.
  • S-adenosilmetionina (SAMe). El cuerpo la produce para usarla en la conversión de ciertas sustancias químicas a otras más fáciles de eliminar. Tomar 1.600 mg diarios mejora los síntomas relacionados con una mala función hepática y se ha visto que ayuda a reducir los niveles de bilirrubina cuando se padece el síndrome de Gilbert.

Referencias científicas