El invierno nos regala una paleta de sabores y nutrientes con la llegada de diversas joyas alimenticias. En esta temporada fría, aprovechar los alimentos de temporada no solo es sabio, sino también beneficioso para nuestra salud.

Desde el anisado y versátil cogollo de hinojo hasta las exóticas y diminutas naranjas kumquat, el invierno ofrece un festín nutricional que vale la pena explorar.

1. El hinojo

El sabor anisado del cogollo de hinojo se intensifica en el horno, aunque también es delicioso si se come hervido, o a la parrilla.

Crudo, en ensaladas, da un toque de frescura a los platos, que se benefician con sus deliciosos tropezones.

Es rico en fibra, en vitaminas C y A y en hierro, calcio, fósforo, sodio y potasio.

Es digestivo, diurético y laxante.

A la hora de comprarlo deben elegirse los ejemplares más aromáticos, pequeños y redondeados.

2. LA alcachofa

Esta hortaliza invernal posee un notable valor medicinal.

Por eso vale la pena aprovechar los meses más fríos del año para degustarla, cocinada al horno o al vapor.

Rica en potasio (350 mg/100 g), fósforo y ácido fólico, incrementa la secreción biliar y la irrigación sanguínea del hígado, por lo que ayuda a digerir mejor.

La alcachofa es un alimento idóneo para las personas que deben seguir dietas de adelgazamiento ya que aporta muy pocas calorías (50/100 g) y dificulta la asimilación de las grasas.

Además su azúcar, la inulina, es bien tolerado por los diabéticos.

Una vez cocinadas, deben consumirse rápidamente pues se deterioran con rapidez.

Es un buen alimento para acostumbrar a los niños a los sabores amargos.

3. el KUMQUAT

Estas naranjas enanas de forma ovalada son el más exótico de los cítricos. Pueden encontrarse en el mercado desde el mes de diciembre hasta marzo.

Tienen un agradable sabor agridulce, que recuerda al de las mandarinas. Su piel tierna, aromática y dulce es comestible, aunque es necesario lavarla antes.

Aportan vitamina C y son ricas en pectinas.

El kumquat, del tamaño de un dátil, es muy utilizado en repostería, así como en la elaboración de confituras.

Pueden comerse enteros o cortados en minúsculas rodajas y usarse en múltiples recetas, como ensaladas, donde combinan especialmente bien con las hojas algo amargas, como la escarola, la endibia y la achicoria.

4. las HABAS TIERNAS

En esta época del año las habas resultan deliciosas tanto en ensaladas como a la menta o ligeramente cocidas al vapor.

Si se compran muy tiernas pueden comerse crudas y ligeramente saladas, y aunque algunas personas prefieren eliminar las vainas otras las consumen con ellas.

Si se compran frescas, como podemos hacer desde finales de invierno a principios de primavera, resultan mucho más digestivas que las secas, no precisan desgranarse y sus vainas pueden comerse rehogadas o hervidas.

100 g aportan 5,5 g de proteínas y sólo 70 calorías, cuatro veces menos que las secas. Esta cantidad cubre, además, el 75% de las necesidades diarias de ácido fólico.

Esta hortaliza combina bien en estofados, guisos y como acompañamiento.

5. las JUDÍAS CAPARRONAS

Estas originales judías secas tienen una curiosa piel salpicada de manchas irregulares color burdeos, por lo que resultan muy atractivas y vistosas cuando están cocinadas y servidas en el plato.

Su composición es similar al resto de judías secas. Sus proporciones de hidratos de carbono, proteínas, grasas y fibra las convierten en una de las legumbres más equilibradas.

Precisamente su notable cantidad de fibra contribuye a aliviar el estreñimiento, ayuda a prevenir el riesgo de cáncer de colon y es la responsable de facilitar los procesos digestivos en general.

Además estas sabrosas judías, son ricas en minerales, oligoelementos y ácido fólico.

Resultan ideales para prevenir el exceso de colesterol y los problemas circulatorios en general. También se aconsejan a los diabéticos y a aquellas personas que tienen problemas de obesidad.

6. los dátIles

Muy nutritivos, los dátiles son una buena fuente de hidratos de carbono y de azúcares fácilmente asimilables (fructosa y glucosa en una proporción de 1:1). 

Los árabes extraen "miel de dátil" de los que contienen más azúcar y los saborean a fondo, dada su gran riqueza en calorías.

Además, son ricos en hierro, magnesio, vitamina B1 y ácido fólico.

Pueden comerse solos como tentempié, o formando parte de platos muy variados. Los dátiles añaden una nota deliciosa a las ensaladas, el muesli o el yogur.

El dátil fresco tiene un sabor que recuerda a la miel, pero que no llega a ser tan dulce como el de los secos.

Existe una amplia variedad de dátiles, con colores, sabores, texturas y consistencias diferentes.

Conviene aprovechar el frío invierno para degustar estos deliciosos frutos, que en rama resultan mucho más naturales y menos empalagosos que los confitados.