En el círculo interminable de muerte y nacimiento que marca nuestro paso por la Tierra, el frío, oscuro y recogido invierno nos permite valorar la llegada de la luz, el calor y el despertar de los sentidos que representa la primavera

El hecho de ver que el día le gana horas a la noche, que las temperaturas son más templadas y que la naturaleza se muestra más radiante y seductora que nunca, influye en nuestras hormonas y en nuestro estado de ánimo invitándonos a salir de casa, a mover el cuerpo, a aligerar la dieta, a poner orden en nuestra mente y en nuestra casa y, sobre todo, a cuidarnos y a dedicarnos un poco más de tiempo.

La Semana Santa nos ofrece un momento ideal para conectar con la primavera y disfrutar de iniciativas como las que te presentamos, que te permitirán llenarte de energía y aprovechar estos días para dar un impulso a tu salud física y mental:

Despertar en la Naturaleza

Pocos placeres nos acercan tanto a la esencia de la vida como el hecho de contemplar el amanecer en una casa de turismo rural o en un albergue de montaña, hacer un desayuno ligero y energético y emprender una caminata consciente: notando el frescor de la mañana y la tibieza progresiva del sol, disfrutando del olor de la tierra húmeda, del sonido y el sabor del agua del deshielo (si tenemos la suerte de encontrar en nuestro recorrido un río, un arroyo o un manantial).

Desprovistos de las prisas y exigencias cotidianas, a la vez que ascendemos por la ladera de la montaña nos oxigenamos, ejercitamos la musculatura, anquilosada durante el invierno, dejamos que por la mente fluyan los más variados pensamientos, sin atraparlos ni dirigirlos, y experimentamos la maravilla de sentirnos vivos y libres, en comunión con los árboles, el río, el cielo azul, el aire y la tierra del camino.

La red de albergues de montaña nacionales y las casas y hoteles de turismo rural ofrecen estancia e interesantes itinerarios para llevar a cabo este propósito. 

Hacer una cura de sueño

Dedicar el fin de semana a dormir a placer, sin importarnos la hora en que nos levantemos y sin programar lo que se va a hacer a lo largo del día, puede convertirse en una medicina muy efectiva para ganar la energía física y mental que necesitaremos de cara a la nueva estación, y también para bajar el control a que nos tienen sometidos las responsabilidades laborales y domésticas.

Un sueño reparador fortalece las defensas del organismo y aumenta la resistencia del cuerpo a las enfermedades; relaja, favorece una respiración profunda y una oxigenación celular correcta, y regenera Ia piel.

Por otra parte, el aumento de la actividad cerebral que se registra en la fase de sueño REM resulta imprescindible para preservar la salud mental, ya que en esta fase se producen la mayoría de los sueños y es cuando la mente libera emociones inconscientes, que salen a la luz, permitiendo ser analizadas.

Una dieta más sana y ligera

Tan importante como salir a la naturaleza a oxigenarse, hacer ejercicio, o buscar nuevos estímulos es cuidar al máximo la alimentación.

Durante esta estación conviene dejar atrás los platos proteicos y ricos en grasas, propios del invierno, y conceder mayor protagonismo a los hidratos de carbono, las verduras, frutas, zumos naturales, los caldos depurativos, el agua mineral y los alimentos probióticos, como el yogur o el kéfir

Otra cuestión es dar preferencia a los platos cocinados al vapor o hervidos, sobre los fritos y los preparados industriales y realizar una cura de ayuno suave que nos ayude a limpiar de toxinas el organismo

Asimismo comer sin prisas y en buena compañía enriquecerá este acto sagrado que es nutrirse.

darse un masaje de chocolate

Una nueva alternativa para tonificar y relajar el cuerpo al mismo tiempo que se consigue poner la piel a punto y elevar el estado de ánimo es darse el gustazo de practicar la chocoterapia, que no consiste en pegarse un atracón de chocolate, sino de recibir un placentero masaje con un preparado cosmético elaborado a partir del cacao.

Muchos centros de estética y belleza ofrecen este tipo de masaje como una de sus principales innovaciones.

Después de un peeling corporal, el aceite de chocolate se calienta al baño maría y, una vez tibio, se aplica directamente sobre la cara y el cuerpo mediante un completo masaje.

A pesar de no ser comestible, la textura, el color y el olor son idénticos a los del chocolate de consumo alimentario, lo cual resulta una delicia para los sentidos.

Otra modalidad de chocoterapia consiste en aplicar una mousse especial a base de derivados del cacao mediante un suave masaje, para después envolver el cuerpo con una manta eléctrica y favorecer así la absorción de las sustancias nutritivas y revitalizantes del cacao.

Al final de la experiencia, la piel queda hidratada, suave y ligeramente perfumada.

Hay que recordar que el chocolate es rico en antioxidantes, sustancias capaces de mantenernos jóvenes y resistentes a las infecciones; estimulante de las endorfinas, hormonas relacionadas con el bienestar, y remineralizante (aporta fósforo, calcio, magnesio, potasio, sodio, yodo y manganeso).

Animar el hogar con flores y plantas

Decorar las ventanas y la terraza con plantas y flores de vivos colores o aportar nuevas plantas y árboles al jardín, si disponemos de él, permitirá atraer al hogar la fuerza positiva y vigorizante de la tierra.

Viéndolas crecer y dedicando un tiempo a abonarlas, regarlas y mimarlas, nos sentiremos más positivos y conectados con la naturaleza, pero, además, las nuevas inquilinas contribuirán a purificar el aire del ambiente, eliminando toxinas como el formaldehído, presente en materiales como bolsas de basura, toallas de papel, alfombras...

Se dice que algunas plantas, como los cactus, pueden absorber las energías negativas que hay a su alrededor; otras, como el tíglio, estimulan la creatividad, mientras que el aloe o la parietaria son idóneas para el dormitorio, ya que emiten oxígeno y absorben dióxido de carbono.

A la hora de decidir el tipo de plantas, al margen del color, hay que tener en cuenta su forma, ya que las redondeadas generan una energía más positiva que las de hojas espinosas o puntiagudas.

Otra opción interesante es montar una jardinera con plantas aromáticas:romero, espliego, tomillo, albahaca... que, aparte de regalarnos su aroma, pueden emplearse en la cocina. 

Apuntarse a un taller

Uno de los mayores privilegios de la infancia es la posibilidad del juego y de la expresión libre a través de la pintura, las manualidades y el trabajo con diferentes texturas como el papel, las telas, la madera... pero el niño se hace adulto y la creatividad da paso al tecnicismo y a la perfección, qu pueden bloquearle.

Apuntarse a un taller creativo en la madurez, supone, más allá de aprender a hacer un dibujo, una pieza de cerámica o un arreglo floral, retomar el placer de tocar diferentes materias y expresarse a través de ellas.

Modelar el barro, tomar el pincel o sentarse a escribir desde el corazón es una oportunidad para el disfrute, sobre todo si dejamos que lo importante sea el proceso creativo y si nos atrevemos a aceptar el desafío y a sorprendernos a nosotros mismos. 

Pasar una mañana en la playa

El entorno marino, con elementos naturales saludables como el sol, la arena o el agua, estimulan, tonifican y relajan el organismo.

Pasar una mañana en la playa tomando el primer baño de sol (protegidos con crema solar, una gorra y una camiseta), dando un largo paseo por la orilla; adentrándonos en las páginas de ese libro que hacía tiempo que deseábamos leer, meditando, nadando, haciendo surf, windsurf, piragüismo (con ayuda de un neopreno), jugando a fútbol o a voley-playa con los amigos...

Son sugerencias más que atractivas para reducir, en buena medida, el estrés diario y dar la bienvenida a la estación cálida.

Además, podemos beneficiarnos de la acción remineralizante del agua de mar y de la arena, abundantes en sodio, potasio, yodo, magnesio, azufre y silicio; de la brisa, rica en oxígeno e iones negativos que favorecen la producción de serotonina, un neurotransmisor encargado de aportarnos sensación de bienestar, y del sol, capaz de ayudar a la piel a producir vitamina D, facilitando así una mejor absorción del calcio, además de otorgarnos un tono de piel aterciopelado y favorecedor.

Yoga para todos

La gran virtud de practicar yoga es que se trabajan al mismo tiempo los planos físico, emocional y espiritual.

Sentarse y respirar tranquilamente o practicar de las posturas yóguicas (asanas) preserva una buena salud, aumenta la flexibilidad corporal y proporciona tranquilidad y paz mental.

Entre las asanas más relajantes, cabe señalar la postura del arado o halasana. Se realiza sin movimientos bruscos:

  1. Estírate en el suelo boca arriba. Inspira y levanta los pies, al mismo tiempo, unos treinta centímetros. Espira.
  2. Inspira y levanta, al mismo tiempo, las piernas, unidas y extendidas, situándolas en angulo recto con el tronco. Espira.
  3. Inspira y levanta la pelvis a la vez. Después espira, apoyando los pies en el suelo, por encima de la cabeza. Mantén los brazos extendidos en el suelo y empuja hacia atrás los hombros, uniendo los omóplatos para aligerar el peso de las cervicales.
  4. Mantén la posición con respiraciones lentas y regulares. Si notas tensión en la garganta, separa las piernas.
  5. Vuelve a la posición inicial, siguiendo estos pasos pero a la inversa.

Iniciar nuevos proyectos

La primavera marca el inicio del año en el mundo visible: la tierra se activa y muestra un espléndido manto verde y floral, la savia vuelve a los árboles y los anímales y humanos salimos del letargo y renacemos a la llamada de la vida.

Es una época óptima para iniciar cualquier tipo de proyecto: personal, laboral... ya que posiblemente sea el momento en el que nos encontremos en una mejor disposición emocional.

Un buen ejercicio para conseguir las metas que nos tracemos consiste en visualizarlas como si ya fueran realidad; es decir, imaginando lo que deseamos, con todo lujo de detalles, creyendo sinceramente en que vamos a obtenerlo y disfrutando plenamente de la experiencia.

De este modo los pensamientos alojados en la mente funcionarán como una fuerza que tenderá a atraer y a crear lo que se planea.

Para realizar la visualización nos ponemos cómodos, en un lugar tranquilo donde no puedan molestarnos. Nos concentramos en relajar todo el cuerpo, para aflojar la tensión, comenzando por los pies y terminando por la cabeza.

Paralelamente realizamos una respiración lenta, abdominal. Luego, se cuenta hacia atrás, del diez al uno relajándonos cada vez más a medida que se avance en la cuenta atrás.

Cuando nos sintamos plenamente relajados, empezamos a imaginar lo que deseamos, exactamente como nos gustaría que fuese, haciéndolo lo más real posible.

Finalmente, conservando la idea o la imagen en la mente, hacemos algunas afirmaciones positivas

acerca de la circunstancia imaginada, del tipo: "Me apasiona poder estar escribiendo este libro tan deseado", por ejemplo.

Meditar sobre la vida

Podemos elegir un enclave natural en el que nos sintamos especialmente en paz: en lo alto de una montaña, al lado de una cascada, en el claro de un bosque... y realizar una meditación, aprovechando los días de bonanza climática.

Puede resultar un ejercicio útil para poner en claro nuestros pensamientos y sentimientos, así como la conexión con lo interno y lo ajeno a nosotros.

Nos sentamos en el suelo, con las piernas cruzadas, la espalda recta y el cuerpo formando un triángulo, sintiendo que la cabeza conecta con el cielo y la base del cuerpo con la tierra. Las manos se apoyan en la falda, la izquierda sosteniendo la derecha y los pulgares tocándose.

Nos relajamos, haciendo respiraciones largas y profundas. Observamos el paisaje y tocamos la tierra con las manos, extendiendo las palmas a ambos lados del cuerpo. Intentamos percibir qué nos transmite su humedad, su frescor o su calor y le agradecemos su generosidad de madre proveedora de vida.

Luego reflexionamos sobre el sentido de nuestra existencia, observando con sinceridad si somos felices o infelices, si estamos haciendo un camino que nos llena de plenitud o un recorrido vacío, sin sentido y sin compromiso. En este caso, puede ser el momento de cambiar de rumbo y de hacernos con el timón de nuestra propia vida.

Nos despediremos con gratitud, en un acto de oración, pidiendo al cielo que nos sean dadas la confianza y la fuerza para seguir evolucionando, sin miedo.