El concepto del Tao se basa en aceptar que la única constante en el universo es el cambio y que debemos aceptar este hecho y estar en armonía con ello. "Con el tiempo todo cambia, nos guste o no", dice Lou Marinoff, autor de El Poder del Tao. "Si te apegas demasiado a cierto estado de cosas, cuando este empeora no es el cambio de situación lo que te hace sufrir sino el apego a la situación anterior".

Esta enseñanza tiene muchas implicaciones, tanto a la hora de afrontar dificultades como para cuidar de nuestra salud, pero también, y sobre todo, si queremos sacarle el máximo jugo a la vida, pues tenerla presente nos ayuda a cultivar actitudes relacionadas con una mayor longevidad y felicidad

Todo cambia, dentro y fuera

En cada día de nuestra vida todo son novedades, tanto a nuestro alrededor como en nuestro propio cuerpo. Con cada día despierta un nuevo amanecer, cada uno distinto con distinto colorido en el cielo, con distintas sensaciones que percibimos, con distinta posición en el espacio universo donde nos movemos. 

Vivimos cada día una realidad distinta y por ello debemos estar en disposición de recibir lo nuevo. Tener la disposición a recibir y trabajar con la novedad es una base de supervivencia y es esencial para poder dar la mejor respuesta a cada situación que se presenta.

Nuestro cuerpo también cambia constantemente, ¡y no solo en el sentido de que envejece! Nuestro cuerpo, nuestras células, están constantemente renovándose. De hecho, todas nuestras células son reemplazadas cada siete o diez años. Eso sí, no todas tienen los mismos ritmos vitales: algunas viven unas pocas horas mientras que otras, varias décadas. La calidad de esta renovación celular está muy relacionada con el estilo de vida.

Abrirse a lo nuevo, la gran enseñanza del tao

Si nos cerramos a esa realidad de que todo cambia, podemos caer en el error de aferramos, como apuntaba Marinoff, a una situación que ya no nos sirve en el momento presente. Podemos aferrarnos a un estado de salud que ya no tenemos, o a una resistencia física que ya no tolera el estilo de vida que llevábamos hasta el momento. O podemos rehuir la novedad, instalarnos en la comodidad de lo que conocemos sin atrevernos a explorar caminos nuevos.

En cambio, la experiencia que con cada novedad vamos adquiriendo nos prepara para planificar la respuesta a nuevos retos, nos ayuda a tomar la decisión de corregir los hábitos que nos dieron malos resultados y planificar comportamientos y respuestas que nos ayuden a sobrevivir con mejor calidad de vida y el mayor tiempo posible. 

Solo con la experiencia acabamos realmente de tomar conciencia de lo importante que es dar la bienvenida a todas esas nuevas posibilidades de hacer cada día lo mejor para nuestra salud; de planificar y entrenar nuestro organismo para que reciba y transite por cada ciclo de vida en las mejores condiciones posibles.

Preparar al cuerpo (y a la mente) para los cambios

Conocer los ciclos vitales, los de la naturaleza que nos rodea y los de nuestro cuerpo, nos ayuda también a planificar agendas y proyectos de vida, a mejorar cada día nuestras condiciones de salud y a preparar nuestro cuerpo para nuevos cambios de ciclo y para las oscilaciones de estos ciclos.

Esa la base de la cronobiología, la ciencia que estudia esa naturaleza cíclica y cambiante en la que se sustenta la vida y, por tanto, la salud.

Entendiendo y comprendiendo cada día mejor las reacciones biológicas de nuestro cuerpo, podemos estar siempre abiertos a la curiosidad que nos lleva a nuevos aprendizajes, la que nos ayuda a adaptarnos mejor al ambiente que nos rodea, al clima y también a los cambios sociales. 

Sentar las bases de un buen entrenamiento de ejercicio diario, cuidar la dieta, aprovechar para reposar cuando lo necesitamos o mantener el ritmo y los descansos adecuados, nos ayuda a  preparar el cuerpo para todos esos cambios. Tener presentes las estaciones, preparando al cuerpo para el frío por ejemplo, es otra forma de vivir con esa mirada consciente de los cambios que se producen a nuestro alrededor.

Es, dicho de otro modo, comprender el Tao o, como decía Machado, aquello de “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Es importante aprender a andar y entrenarse para seguir andando en las mejores condiciones posibles. 

Una actitud es clave en esa apertura ante lo nuevo a la que nos conmina el Tao: la curiosidad.

mantener la curiosidad es un acto de salud

La curiosidad es la base para el aprendizaje, lo que nos permite descubrir nuevas posibilidades, indagar en aquello que nos duele para poder mejorar o sanar heridas del pasado, o asombrarnos ante la belleza y la parte más positiva de la vida. Se despierta en nuestra niñez y es importante mantenerla hasta el último suspiro. No es solo una actitud deseable, ¡es parte de la vida!

Cuando aprendimos a leer y escribir se abrió ante nosotros un nuevo mundo para encontrar novedades. La lectura, los libros, la comunicación verbal... nos abrió nuevas puertas y sigue abriéndolas para muchos de nosotros. 

Como se dice al final de la oración de Maimónides, un médico judío español de Córdoba que resume con sus palabras la ética médica: “Haz que sea moderado en todo, excepto en el deseo de conocer. No permitas que me engañe la idea de que ya sé bastante. Dame la fuerza, la alegría, la voluntad, la ocasión y la ambición de saber más cada día”.

Como médico, Maimónides se refiere sobre todo a la importancia de permanecer atento y no perder la curiosidad a la hora de atender a sus pacientes. Es un bonita forma de expresar esa necesidad de una curiosidad que no tiene límites a la hora de cuidar de nuestra salud.