Una joven autora que se ha puesto de moda en Estados Unidos, Brianna Wiest, habla en su ensayo La montaña eres tú (ed. Planeta) de cómo el autosabotaje es el principal obstáculo que debemos afrontar en nuestro camino de autorrealización. Veremos cómo detectar la montaña que hemos levantado y cómo conquistarla.

Un reto que me sobrepasaba

En la vida de todas las personas hay momentos en los que sentimos que nos enfrentamos a un desafío que nos sobrepasa. Se trata de nuestro Everest particular y cada persona tiene el suyo.

En mi caso, desde la universidad, mi gran miedo era a hablar en público, motivo por el que no cursé el doctorado al licenciarme. Me aterraba la sola idea de, cuatro o cinco años después, defender mi tesis doctoral ante un pequeño jurado formado por mis profesores. De hecho, para dar clases de alemán a un grupo de alumnos que lo desconocían casi todo del idioma –los asustados deberían haber sido ellos–, antes de entrar en el aula me ponía un ansiolítico bajo la lengua.

 

Con el tiempo y la repetición, he acabado dando charlas a miles de personas y esa es una actividad que me ocupa mucho más tiempo que escribir.

Incluso cuando estás asentado en una profesión, antes o después llega un nuevo reto que te hace temblar las piernas. En mi caso, vi el Everest ante mí cuando mi editorial en la India me propuso hacer una gira de charlas por el país con teatros y auditorios llenos a rebosar, ya que mi libro Ikigai había sido el más vendido durante dos años. Enfrentarme a un público tan distinto al que estaba acostumbrado y tener que hacerlo en inglés me hizo dudar.

Y a punto estuve de desistir, pero mi amigo y terapeuta Xavier Guix me dijo: «Si te lo piden, es porque puedes hacerlo. De no ser así, no te lo propondrían». Acepté esa lógica como irrefutable y me lancé a escalar esas cimas, pues en cada ciudad me esperaba algo distinto.

Al final, todo salió bien, pues ya se sabe que las cosas parecen mucho más difíciles cuando se piensan que cuando se hacen. Es en la mente, por lo tanto, donde se libra la primera y principal batalla.

¿te saboteas a ti mismo?

La propia montaña es «el obstáculo entre tú y la vida que quieres vivir», dice Brianna Wiest, y en el día a día puede cobrar formas muy distintas: una adicción, un estilo de vida poco saludable, una ansiedad paralizadora, relaciones que no te satisfacen, o un trabajo que directamente te hace infeliz.

Puesto que la mente crea su propia realidad, aquello que «se nos hace una montaña» puede parecernos imposible de superar.

Si queremos superarlo, lo primero es identificar y eliminar nuestros hábitos de autosabotaje, como el que menciona Wiest: «Vagar por las redes sociales como una manera de matar el tiempo (…). Si cuando apartas la mirada del teléfono no te sientes más inspirado, lo más probable es que estés tratando de evitar alguna inquietud dentro de ti, la misma que te está diciendo que necesitas cambiar».

5 claves para conquistar tu Everest

Contradiciendo el proverbio que sugiere que, si el profeta no va a la montaña, será la montaña la que vaya a él, lo cierto es que cuando un gran obstáculo se erige entre tú y la vida que deseas, solo tú puedes salir a conquistarlo.

Veamos cinco claves para que esa ascensión sea un éxito:

  1. La rebelión debe ser activa. De nada sirve que te des cuenta de que las cosas no están bien, a menos que tomes cartas en el asunto sin más demora. Tal como nos recuerda Brianna Wiest: «El mayor acto de amor hacia ti mismo es dejar de aceptar una vida con la que no estás feliz».
  2. Alimenta tu motivación. No se trata solo de ponerse en camino, sino que hay que seguir la marcha contra viento y marea. Para ello debemos recordarnos periódicamente por qué hemos iniciado esta aventura, además de buscar amigos o mentores que hayan pasado por esto y nos ayuden a mantenernos en ruta.
  3. Para ganar, hay que perder. No se puede construir una casa sin antes derribar la antigua. En el plano personal, eso puede incluir maneras de ser y de actuar, relaciones sociales, etc. La autora de La montaña eres tú asegura en tono tranquilizador: «Todo lo que vas a perder es aquello que existía para una persona que ya no eres tú», y añade: «Tu nueva vida te costará la vieja. Vas a perder tu zona de confort y la dirección que hasta ahora tenía tu vida. Te costará incluso muchas de tus relaciones y amigos».
  4. Tu nueva vida te espera en la otra orilla. Cuando te desanimes ante los sacrificios que exige tu proceso de transformación, piensa en el premio a tus esfuerzos. Tal vez en un primer momento te sientas solo y agotado, pero «las personas que encajan contigo te esperan al otro lado. Vas a construir una nueva vida alrededor de las cosas y personas que te permitirán avanzar».
  5. El viaje no tiene fin. Una vez hayas coronado tu Everest personal, verás que esto es solo el inicio. Empoderado por la experiencia, habrá otras cimas que querrás culminar, ya que la vida es un viaje continuo en el que todo está por hacer. Y en ese viaje hay aciertos y errores, éxitos y fracasos. No obstante, incluso cuando sientas que estás retrocediendo, estás ganando una nueva perspectiva que te permitirá ir mucho más lejos.

Escoger bien a los compañeros de viaje

Dado que muchos logros requieren de la colaboración con otras personas, el éxito de la expedición dependerá de los alpinistas que hayamos elegido para ese viaje.

Conviene evitar aquellas personas que nos transmiten sus propios miedos y, por lo tanto, nos invitan a no salir del campo base. Esto puede tener su origen en una preocupación genuina por nuestro bienestar, pero muchas veces es un reflejo de la propia situación de quien nos pone freno. Por ejemplo, una persona que es muy desdichada en su trabajo, pero no es capaz de dejarlo, por lo general, nos desaconsejará que nos liberemos de una situación análoga.

Este es el motivo por el que hay que extremar el cuidado a la hora de confiar nuestros deseos más profundos, ya que cuando el proyecto es solo una semilla, la negatividad ajena puede destruirlo sin haberlo intentado siquiera.

Sin duda, un buen sherpa es quien haya pasado por una situación similar, y puede aportar la luz de un guía, ser incluso nuestro mentor en el proceso. Con todo, aunque cuentes con el mejor sherpa del mundo, tendrás que subir la montaña con tus propias fuerzas. Solo cuando alcances la cumbre y puedas gritas «¡he llegado!» comprenderás el sentido de tu viaje.

La llamada a la aventura

En el modelo de Joseph Campbell llamado «monomito» se describe la primera etapa de las aventuras épicas, cuando el héroe es invitado a abandonar su normalidad por algo mejor. Pero no siempre saldrá por voluntad propia. La tendencia natural es quedarse en la zona de confort, incluso si es francamente incómoda.

En la segunda etapa del viaje del héroe, este a menudo se resiste a dar el paso que le sacará del mundo conocido, sea por miedo o inseguridad, o porque las obligaciones o la fuerza de la costumbre le paralizan. Para salir necesitará, en el modelo de Campbell, algo o alguien que le procure la inspiración necesaria.

Ajustar la hoja de ruta

  • Bujo: Es la abreviación del popular bullet journal creado por Ryder Carroll, un método para organizar las metas vitales de forma gráfica. Para ello solo hay que contar con un cuaderno en el que utilizaremos distintos símbolos (topos, asteriscos, guiones, etc.) para listar las tareas o microbjetivos a alcanzar.
  • Migración: Esta es una clave del Bujo, y consiste en actualizar cada mes las tareas y prioridades. Al pasar la lista a limpio podemos posponer o eliminar esos puntos que no se han cumplido. Al hacer la migración, si algo se ha vuelto más relevante se incluye; del mismo modo que para ascender una montaña, se ajustan los planes según las variables del tiempo o el estado de los caminos.