¿A qué nos remite la palabra ritual? Quizá lleva a pensar en una sociedad tribal con integrantes ataviados de manera especial para celebrar un acontecimiento de gran trascendencia.

Pero, si miramos un poco más cerca, observamos que en nuestro entorno, donde dominan la lógica y el análisis, los momentos importantes están marcados por actos puramente simbólicos: el agua bautismal que acoge al recién nacido a su nueva realidad, la unión de la pareja con alianzas de oro en un lugar especial; el culto que rodea a la muerte...

Además, numerosas acciones cotidianas realizadas de forma inconsciente tienen un carácter ritual, como la ducha purificadora tras un duro día de trabajo, quemar varillas de incienso o un poco de palo santo, o algo tan simple como encender una vela para procurarse un ambiente confortable, o los preparativos con que adornan una cena íntima.

En el ámbito profesional, los médicos se lavan las manos después de tratar a cada paciente, lo que aparte de ser una medida higiénica, ayuda a descargar la implicación personal terapeuta-enfermo.

Ese punto de conexión entre el mundo moderno y el arcaico que implica el ritual se consigue porque, en ambos casos, el ser humano siente la necesidad de entrar en contacto con el lado mágico de la realidad o con una espiritualidad capaz de conferirle valor y poner orden en el desarrollo de su programa vital.

Pero lo más interesante de los actos simbólicos es que, ejecutados conscientemente y con convencimiento de que surtirán efecto, pueden ayudar a eliminar mensajes negativos que han quedado grabados en nuestro inconsciente.

También pueden ayudar a ganar fuerza y confianza en momentos de transición, como la adolescencia, la menopausia, la propia muerte o una separación.

Rituales de transición para las etapas críticas

En nuestra cultura no contamos con ritos de paso que faciliten el tránsito en etapas claves, como la adolescencia, la menopausia y la vejez, precursora de la muerte, lo cual se traduce en crisis y desorientación ante el cambio.

Ritos de iniciación

En las tribus primitivas, por ejemplo, la iniciación a la madurez se gana mediante duras pruebas físicas y psíquicas que preparan al joven para un nuevo nivel de conciencia.

El aspirante a adulto deberá pasar un periodo de tiempo en soledad, en el desierto, en el bosque o en una caverna, y enfrentarse con ataques nocturnos de los espíritus, simulados por los hombres del clan. Cumplido el cometido es aceptado en el grupo como un adulto más, sin condiciones.

En nuestra sociedad, el acceso a la madurez, al no estar tan claro, puede plantear muchos más problemas, como la desmesura con las drogas y el alcohol o la velocidad al volante en las salidas nocturnas, formas extremas de adquirir experiencias que se supone son propias del mundo de los mayores.

Ritualizar la menopausia

En el caso de la menopausia, ocurre, como dice Rüdiger Dahlke, que "tras una vida de rendimiento y construcción, cambiar a la sensualidad, la reflexión y la búsqueda de sentido, que es a lo que invita la llegada a la mitad del camino, desborda a muchas personas de la sociedad moderna".

En esta etapa, el ritual puede ayudar a tomar conciencia del momento, a aceptar que la juventud queda atrás, pero que comienza un tiempo tanto o más interesante, y hacer balance de lo positivo que se ha conseguido. Algo que puede mantener alejada a la depresión es dedicarse más a aquello que realmente nos ofrece un estímulo.

Rituales de despedida al final de la vida

En cuanto a latransición hacia la muerte, es interesante recordar cómo abandonan la vida los nativos americanos, como ejemplo de muerte consciente y con una gran carga ritual.

El viejo indio informa a sus allegados de que su paso a otro nivel está próximo, y ellos, según la tradición, le ayudan a construir su última morada o el correspondiente lecho. Reúne sus pocos objetos totémicos personales, que tienen un gran valor espiritual para él y espera tranquila y dignamente ser llevado. Claro que esto le resulta fácil en tanto que está convencido de que se encontrará con Manitú, el Gran Espíritu.

Para nuestros ancianos, independientemente de que tengan una creencia o no en una vida más allá de la muerte, puede ser interesante llevar a cabo rituales de despedida de las cosas superfluas (tirarlas realmente), hacerse la vida fácil y tomarla como fácil (apoyarse en el bastón es el mejor símbolo).

Es, de alguna manera, como volver a ser como niños, retomando la inocencia, dando al corazón prioridad sobre la cabeza, regresando al país de los mitos y los misterios y haciendo las paces con lo ambicionado y lo finalmente obtenido, sin exigirse más.

Volver la vista al niño interior y recuperar la capacidad de maravillarse y asombrarse con las cosas sencillas puede ser el camino que nos conduzca a penetrar en la magia de la vida; en esa otra realidad que existe, ciertamente, pero sólo para quienes tienen los sentidos bien afinados para percibirla. 

Rituales para cada etapa crítica de la vida

Los rituales siempre han acompañado cada etapa crítica de la existencia, así como los momentos de transición y cambio.

Su función esencial es la de ayudar a concretar el problema, a menudo difuso y abstracto, y fomentar la confianza en su superación por mecanismos inconscientes.

Rituales para transitar la adolescencia

  • Viajes de apertura. Los viajes con mochila tienen la ventaja de que obligan a los jóvenes a cargar con las cosas necesarias bajo su propia responsabilidad, a aprender a administrar el dinero durante largo tiempo y a cuidar de sí mismos y de que se cumplan sus expectativas. Ganarse el dinero del viaje profundiza el ritual. Puede tenerse presente la historia de Ícaro, como advertencia, y la de Parsifal, para infundir valor.
  • Ritual del árbol. Otro ritual adecuado para ayudar en esta etapa, es plantar un árbol para celebrar la adolescencia, que crecería con el chico o la chica y sería su espejo en las diferentes fases de su vida. Son adecuados árboles como el nogal, que necesitan tiempo para dar frutos. Es útil el libro La magia de los árboles (Ed. RBA-lntegral).

Rituales para transitar la menopausia

  • Celebrar una fiesta.
  • Realizar ejercicios de equilibrio y centro, como meditación o tai-chi.
  • Hacer rutas de montañacomo ritual de retorno al origen, regresando por un camino diferente y que motive de forma especial.
  • Reservar un espacio de la casa para temas de reencuentro con el tiempo libre y de regeneración.
  • Pintar un mandala (círculo vacío) siguiendo la propia inspiración.

Rituales para transitar la vejez y la muerte

  • Realizar rituales de despedida de las cosas superfluas y tirarlas después realmente. Dedicarse a hacer limpieza.
  • Hacer testamento, tanto para los propietarios concretos como en el sentido intelectual-espiritual, preguntándose "¿qué va a a quedar de mí?"
  • Ritual de la rueda medicinal. En la rueda medicinal india, el Este representa a la niña pequeña, el Oeste, a la adulta; el Sur el niño pequeño y el Norte, al hombre adulto. Puede ser interesante meditar en los puntos del joven y el el viejo, a fin de ver qué nos sugiere cada uno de ellos.
  • Los 10 días finales. Imagina que los médicos te garantizan que sólo te quedan diez días de vida. Piensa a qué los dedicarías. Y sin miedo, emprende esas acciones.

Rituales para transitar el divorcio

  • Recorrer los puntos esenciales de la relación como en un juego de rol: revivir el encuentro con la pareja, el enamoramiento, la primera decepción y el principio del fin.
  • Llevar a cabo una separación ritual en el lugar en el que uno se casó: quitarse los anillos y deshacer ritualmente un nudo que simbolizará el matrimonio.
  • Cortar una foto de boda en un marco solemne durante un cuarto de hora con todo cuidado y destruir las dos mitades quemándolas y devolviendo las cenizas a la tierra; o enterrándolas y pintando encima una planta de la esperanza (nada de nomeolvides ni pensamientos).
  • Apartar las cosas de la pareja conscientemente mientras interiormente se la aleja del primer puesto en el propio corazón.

Cómo realizar tu propio ritual para desprenderte

En los momentos críticos de la vida, a menudo tenemos necesidad de dejar atrás cosas que ya no nos sirven. Este ritual te ayuda a poner en ello tu foco.

Sea cual sea el lugar donde se lleve a cabo un ritual, para que sea eficaz una condición indispensable es otorgarle un carácter solemne, como si fuera sagrado.

Hay que tomarse tiempo y actuar con convicción, depositando toda la energía y confianza en que ese acto tiene un poder transformador.

En los rituales chamánicos los pasos para lograr la ruptura con lo que angustia se resumen en la frase "Corto, aparto y destruyo lo que no me corresponde y todo ser de oscuridad". Es decir, primero se toma conciencia del problema y se cortan simbólicamente los lazos que unen a la persona con él. Luego se aparta al espíritu de su cárcel material, se retira el daño y se destruye.

Un ritual sencillo puede ser:

  1. Escribir en un papel lo que nos preocupa y proceder a su destrucción, quemándolo en una vela; enterrándolo, arrugándolo o pulverizándolo.
  2. Pasarse las manos por todo el cuerpo, de la cabeza a los pies, siete veces, realizando un barrido a modo de limpieza energética, y ducharse, perfumarse y vestirse con ropas que ensalcen nuestra belleza, señal de la nueva conciencia lograda.

También te puedes poner un amuleto en el cuello como un cristal de cuarzo, una turquesa o una concha de caurí como protección.

Lecturas sobre rituales

  • Alejandro Jodorovsky, La danza de la realidad. Ed. Siruela.
  • Rüdiger Dahlke, Las etapas críticas de la vida. Ed. Plaza & Janés.
  • Charles Panati, Los orígenes sagrados de las cosas profundas. Ed. Obelisco.
  • Desmond Morris, Guardianes del cuerpo. Amuletos y objetos protectores. Ed. Plaza & Janés.
  • Yoel Hoffman, Poemas japoneses a la muerte. DVD Ediciones.
  • Sascha Wuillemet y Andrea-Anna Cavelius, Mandalas. Ed. Parramón.