Algunos de los alimentos de uso común pueden ser excelentes aliados para prevenir el cáncer. En otros casos, aunque son fáciles de conseguir no es tan frecuente que los incorporemos regularmente a la dieta.

Estos cuatro ingredientes pueden ayudarte a prevenir el cáncer si los consumes con asiduidad:

  • El té verde es capaz de bloquear la formación de vasos sanguíneos que alimentan el tejido canceroso gracias a la acción de la epigalocatequina galato, uno de los antioxidantes más potentes que se conocen.
    Esta sustancia llega a la sangre después de tomarse una taza y en poco tiempo rodea todas las células del cuerpo, favoreciendo su resistencia a la invasión por parte de las células cancerígenas. También ayuda al hígado a eliminar rápidamente toxinas del organismo.

​Los expertos recomiendan que se beba un mínimo de dos tazas diarias de té para prevenir todo tipo de cánceres, en especial los de mama, riñón, piel, boca, próstata y la leucemia.

  • Las semillas de cardo mariano (Silybum marianum) son ricas en un compuesto denominado silibinina, principal constituyente del flavolignano silimarina. Es uno de los más eficaces estimulantes de la producción de glutatión, el antioxidante endógeno más potente.
    Por otra parte, es una de las sustancias desintoxicantes y protectoras del hígado más eficaces.
    En fitoterapia se usa el extracto fluido (25-50 gotas, una a tres veces al día), la tintura (50-100 gotas, una a tres veces al día) o el extracto seco (0,5-1 g diario).
  • La cúrcuma, polvo amarillo obtenido de la raíz de Curcuma longa, contiene curcumina, que se ha demostrado capaz de inhibir la reproducción de células cancerosas.
    Una buena manera de obtener una dosis de curcumina es mezclar media cucharadita de cúrcuma en polvo con media cucharada de aceite de oliva y una pizca generosa de pimienta negra, imprescindible porque multiplica la absorción.
  • Las plantas aromáticas (hierbabuena, tomillo, mejorana, orégano, albahaca, romero…) aportan poder anticancerígeno gracias a los terpenos, sustancias responsables de su aroma. Conviene consumirlas diariamente.

Los suplementos antioxidantes más interesantes

Ciertos suplementos ejercen una acción antioxidante propia y además refuerzan la capacidad reparadora del organismo. A partir de cierta edad puede ser conveniente tomar una ayuda que complemente la dieta. Siempre debes consultar con un especialista antes de tomar cualquier suplemento.

Selenio

El selenio es un oligoelemento esencial para la síntesis del antioxidante endógeno glutatión y además favorece la multiplicación de las células inmunitarias.

La nuez de Brasil es muy rica en el mineral, si bien la fuentes alimentaria más accesible es el pan de trigo integral.

Las hortalizas en general aportan cantidades moderadas, pero la concentración depende de la riqueza del suelo en el mineral.

La dosis diaria recomendada es de 50 mcg.

N-acetilcisteína

Es un aminoácido de efecto antioxidante que incrementa los niveles celulares de glutatión.

Está disponible como medicamento y como suplemento genérico.

Los médicos lo indican para reducir la viscosidad de las mucosidades respiratorias.

Coenzima Q10

Interviene en la generación de energía en las mitocondrias.

En muchas enfermedades, entre ellas el cáncer, los niveles de Q10 están disminuidos. La suplementación con Q10 puede mitigar los efectos secundarios de la quimioterapia (especialmente los daños cardiacos).

Por otra parte, las personas mayores pueden no ser capaces de generar la suficiente cantidad de esta coenzima.

Se halla en pequeñas cantidades en los aceites de soja y de sésamo. En forma de suplemento se recomienda una dosis diaria de 120 mg.

Vitaminas A, C y E

Son el gran trío antioxidante.

  • La vitamina A, en forma de betacaroteno, reduce el riesgo de cáncer de piel y de pulmón. Se encuentra en las hortalizas y frutas de color amarillo, anaranjado y rojo, como la zanahoria o el albaricoque.
  • La vitamina Cabunda en naranjas, kiwis, pimientos rojos o fresas.
  • La vitamina E protege especialmente la membrana de las células. Se halla en frutos secos, semillas y aceites vírgenes extra crudos, como el de oliva y el de girasol.