Cuando me pregunto por los límites del dolor observo los míos y veo que no están muy lejos.

Solo el doblar la espalda o el encuentro con la tirantez de las pierna me alertan de que no debo sobrepasarlos. La pena, la angustia o la tristeza que acompañan al dolor tampoco son difíciles de percibir.

Uno se va dando cuenta así de que el dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte forman parte de la naturaleza humana. Aceptarlos, conocer sus límites y las posibilidades de cada uno es también natural.

Desconocerlos o rechazarlos, en cambio, puede hacer que se entre en una rueda de visitas a especialistas, de abuso de medicamentos y calmantes, una rueda de sufrimiento.

Analgesia natural: endorfinas y opioides

La respuesta al dolor varía según la situación y sensibilidad de cada persona.

Hay quienes en situaciones límite de angustia, hambre o infortunio son capaces de liberar endorfinas internas, opiorfinas en la saliva, que les hacen olvidarse del dolor.

Un boxeador en el ring o un torero en la plaza, golpeados o corneados con heridas que harían temblar de espanto a cualquiera, pueden producir opiáceos internos y soportar el dolor hasta límites insospechables.

Mujeres que rechazan la epidural sienten también su propia capacidad de segregar endorfinas durante el parto.

En cambio, hay personas que sienten dolor con estímulos muy bajos.

El umbral de dolor: una cuestión de sensibilidad personal

La sensibilidad frente al dolor depende de la genética, de aspectos emocionales y de las expectativas de vida y supervivencia, aunque también de la presencia o no de daños cerebrales.

La anticipación, el miedo, la ansiedad y las expectativas de dolor la aumentan, mientras que las expectativas optimistas la disminuyen.

Y así como la atención sobre el mismo dolor lo acentúa, distraerse o concentrarse en otros problemas o motivaciones, como buscar comida o defender la vida, libera opioides para suprimirlo.

¿Sentir dolor puede ser positivo?

Estar ante el dolor me produce siempre una sensación de alerta, de respeto, de admiración, y sobre todo una gran curiosidad por aprender de su significado, averiguar sus porqués y sus límites, y descubrir cada día su finalidad positiva.

El dolor alerta sobre los límites corporales y el peligro que supone traspasarlos.

Surge en situación de crisis y cambio, haciendo que uno se mantenga alerta para tomar decisiones que ayudan a disiparlo o amortiguarlo.

Puede controlarse con medicación externa, pero también puede observarse cómo promueve cambios importantes en la manera de actuar, hace moverse o estarse quieto según las circunstancias, e induce la producción de calmantes endógenos.

Recomendaciones para gestionar el dolor

Cuando algo duele no todo es tan sencillo como tomarse un calmante.

El dolor siempre lanza un reto: el de llegar a conocer su motivo para corregir la causa y evitarlo.

¿Qué está diciendo el cuerpo con ese dolor? ¿Qué cambios de vida propone?

El hecho de admitir que la respuesta dolorosa obedece a una finalidad positiva ya alivia el dolor.

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