Cuando se trabaja delante de una pantalla, sobre todo si se tiene prisa y se anda algo estresado, es frecuente que la tensión se acumule en el cuello, la cara, la cabeza y las cervicales, y que desde allí se extienda a todo el cuerpo.

Esta tensión se puede transformar en contracturas musculares que son palpables al tacto o en unas sensaciones de pesadez y malestar cuyo origen a menudo no sabemos identificar, pues la presión puede ir haciendo mella sin que apenas seamos conscientes de ella.

Reconocer que existe esta tensión es el primer paso para poder ponerle remedio y podemos hacerlo con unas sencillas medidas que no solo aliviarán la tensión sino que nos ayudarán a prevenir su aparición si las aplicamos de forma rutinaria. 

1. Toma de conciencia de la tensión 

Identificar la sensación de tensión es el punto de partida, pero a continuación es necesario disolverla ayudando a relajar la zona donde la tienes. Una manera muy sencilla de hacerlo es tensionar conscientemente esa zona para seguidamente relajarla.

Es la misma técnica que se aplica en la relajación progresiva, una técnica de relajación en la que se empieza por llevando la atención a los pies para tensionarlos y relajarlos y luego se va subiendo para hacer lo mismo con las demás del cuerpo, una a una, hasta llegar a la cabeza. Es una gran forma de empezar a aliviar la presión que está provocando nuestras tensiones.

2. Masajea la zona tensa para ablandarla

También ayuda hacerse un masaje en las zonas tensionadas, aunque a veces responden con dolor a la palpación.

Esta maniobra la realizamos muchas veces inconscientemente cuando nos llevamos la mano a la nuca con la finalidad de aliviar las tensiones. Si lo hacemos conscientemente durante unos minutos, resultará más eficaz.

De hecho, podemos aprovechar para hacernos un masaje general que actúe sobre el cuero cabelludo, la frente, las cejas, la nariz, los mofletes, el labio superior y el inferior, la mandíbula, las zonas adyacentes a las orejas y las orejas mismas. Después se masajea y se amasa toda la musculatura del cuello y de los hombros.

Este repaso completo nos puede proporcionar un alivio mayor.

En este vídeo te contamos cómo hacer un aceite aromático para masajear las contracturas, con aceites esenciales que contribuyen a aliviar mejor el dolor:

3. Alivia la tensión con esta técnica de hidroterapia casera

Otra técnica que podemos realizar es lavar toda la cara y el cuello con agua caliente primero y a continuación con agua fresca para seguidamente secarnos frotando muy bien con una toalla. Es una técnica de hidroterapia sencilla pero eficaz.

Por otra parte, podemos aprovechar los beneficios del calor con otra sencilla técnica: aplicar un cojín o una toalla caliente (que no queme), pues ayuda a aflojar la musculatura.

4. Activa los músculos de la cara para relajarlos

Otros ejercicios que nos ayudarán a reducir tensiones son bostezar y desperezarse.

Puedes realizar todo tipo de muecas como si estuvieras haciendo mímica: saca la lengua todo lo que puedas, abre la boca exageradamente, mueve la mandíbula inferior hacia los lados, abre los ojos como si estuvieras asombrado, etc. Se trata de movilizar toda la musculatura de la cara.

A continuación, sacude la cabeza, el cuello, los hombros y las manos.

5. ¡Duerme! 

Dormir bien es fundamental para eliminar tensiones y despejar la cabeza. Además de realizar los ejercicios descritos antes de irse a la cama y al despertar, conviene acostarse con el estómago vacío.

Por otra parte, a lo largo del día podemos dar cabezadas o realizar descansos cerrando los ojos, pues ayudan a despejar la tensión en la cabeza y el cuerpo. La relajación es necesaria para conciliar el sueño y esto, además, ayuda en gran medida a la recuperación física y cerebral.

Buenos hábitos para evitar la tensión cervical

Puedes prevenir la tensión cervical con una serie de buenos hábitos:

  • Evita los tacones altos y usa calzado con suelas amortiguadas.
  • Estira el cuello cada hora. Acerca la barbilla al pecho e intenta que la coronilla alcance la máxima altura.
  • Al leer, coloca el libro o la tablet a la altura de los ojos.
  • Cuando estés sentado, asegúrate de que apoyas la espalda en un respaldo recto. Conviene que la silla cuente con reposabrazos.