Si alguna vez te han hecho un masaje, probablemente has notado los efectos de relajación y bienestar que aporta, tanto a nivel físico como mental. Pero, además, los masajes pueden tener poderosos efectos terapéuticos y aliviar diferentes dolencias. Es lo que se conoce como masoterapia.

¿Qué es la masoterapia?

La masoterapia o terapia por medio del masaje consiste en aplicar técnicas para manipular los tejidos blandos del cuerpo (piel, músculos, tendones, ligamentos…), ya sea masajeándolos, frotándolos o aplicando presión, con fines terapéuticos. Es decir, con el objetivo de mejorar o controlar diferentes problemas de salud y lesiones, además de incrementar el bienestar.

Desde hace miles de año se conocen los beneficios para la salud de la masoterapia, un tratamiento muy utilizado en la medicina integrativa del que hay diferentes tipos.

Se utiliza en una gran variedad de problemas de salud, desde el dolor de espalda o lesiones musculares hasta mejorar la circulación o tratar el insomnio, entre otros. También para aumentar la relajación o para reducir el estrés y la ansiedad.

¿Qué tipos de masoterapia hay?

Existen varios tipos de masajes terapéuticos y cada uno emplea diferentes técnicas y tiene sus indicaciones y beneficios. Estos son solo algunos de los tipos de masoterapia más conocidos:

  • El masaje transverso profundo o técnica Cyriax, creado por el doctor James Cyriax, se usa para tratar lesiones en tendones y ligamentos, así como en otros tejidos conjuntivos. Consiste en aplicar el masaje de forma transversal a la estructura lesionada y en el punto exacto de la lesión. Además, se hace de tal forma que se llegue a estructuras profundas, situadas debajo la piel y el tejido subcutáneo (músculos, tendones y los ligamentos lesionados).
  • El masaje deportivo se centra en el sistema muscular, los tendones y los ligamentos y suelen emplearlo quienes practican deporte en caso de lesiones o sobrecargas musculares o para preparar los tejidos para el esfuerzo que vaya a realizarse, con el objetivo que mejorar el rendimiento deportivo.
  •  El masaje linfático (o drenaje linfático) ayuda a llevar el líquido linfático hacia los ganglios linfáticos y es útil para desintoxicar el cuerpo o en caso de edemas, entre otros.

La aromaterapia puede ser un buen complemento a estos masajes terapéuticos. Según el aceite esencial que se use, puede favorecer la relajación o ayudar en el tratamiento de distintos problemas de salud.

Masoterapia: beneficios

Son diversos los beneficios que la masoterapia puede tener para la salud, tanto física como mental, que dependen del tipo de masaje. Estos son algunos de ellos:

  • Mejora de la circulación, que a su vez favorece el suministro de oxígeno y nutrientes a las células de nuestro cuerpo.
  • Alivio del dolor en diferentes partes del cuerpo (espalda, piernas…) causado, por ejemplo, por lesiones en los tejidos blandos, malas posturas, etc.
  • Disminución de la inflamación en las articulaciones.
  • Alivio de la tensión y la rigidez muscular, que favorece una mayor flexibilidad y rango de movimiento.
  • Reducción del estrés y alivio de los síntomas de ansiedad y depresión.
  • Mejora del estado de ánimo y aumento de la relajación y de la sensación de bienestar general.

Por otro lado, también hay estudios que afirman que la masoterapia puede favorecer el funcionamiento del sistema inmunitario.

Contraindicaciones de la masoterapia

Aunque normalmente la masoterapia se considera segura y beneficiosa, hay algunas situaciones en los que se desaconseja su uso y, es por ello que siempre conviene ponerse en manos de buenos profesionales que nos aconsejen si es adecuado o no en nuestro caso.

En ningún caso hay que aplicar el masaje si la persona está en shock o inconsciente, tiene fiebre alta o acaba de someterse a una operación quirúrgica. Además, en general se desaconseja el uso de masoterapia en estos casos:

  • Si hay cortes o heridas abiertas, conviene esperar a que cicatricen bien.
  • En caso de moretones o quemaduras también hay que esperar a que desaparezcan o se curen.
  • Si hay huesos rotos o en proceso de curación.  
  • Infecciones cutáneas bacterianas, virales o fúngicas.