Creemos que podremos disfrutar del placer toda la vida pero ni el placer de comer ni el sexual ni el de socializar son eternos. Todo depende del uso que les demos y de las motivaciones con que los engrasemos.

Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia y la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, nos ayuda a entender los mecanismos del Deseo y placer (Ed. Ariel). El libro es una poderosa herramienta para mantenerlos en forma y asegurarnos vivir con buena salud física y psíquica.

–Estamos buscando siempre la felicidad. ¿También el placer?
–Sí, los humanos somos unos buscadores permanentes de placer, aunque la felicidad en sí incluye muchos tipos de placer. Pero no es extraño porque el placer cumple una función, nos permite sobrevivir reponiendo energía. Cuando tenemos hambre y sed, comemos y bebemos porque eso nos hace sentirnos mejor. El hecho de que nos produzcan placer hace que sigamos repitiéndolos.

–¿Qué otras funciones cumple el placer?
–Nos ayuda a aprender más cosas de la mejor manera. Todo lo que va unido a una emoción, ya sea buena o mala, se fija en la memoria. Y se fija más si es algo placentero. Además, el placer sirve para tomar decisiones. Puedes imaginar cómo te vas a sentir si tomas una decisión muy vinculada a un supuesto placer, y distinguir entonces mejor si te conviene o no.

–¿Cuál es el más intenso que podemos experimentar?
–Placeres naturales hay muchos y muy fuertes, como beber si estás sediento, pero el orgasmo parece ser uno de los más intensos. Aunque el sexo con mayúsculas involucra no solo a dos personas sino a más factores que van más allá de la pura motivación básica. Y hay diferencias cualitativas y cuantitativas cuando el sexo es físico o virtual, cuando obtenemos placer con una persona o con otra, cuando te masturbas o miras pornografía. La dimensión social también interviene porque actúan sentimientos o conductas estereotipadas como la posesión o los mismos celos. En cualquier placer, cuantas más partes están activadas en el cerebro y según el área donde se localice, más placer sentimos. Pero en general el placer está muy repartido.

–¿Tiene más ventajas el placer que obtenemos de forma natural?
–El placer debe buscarse siempre de forma natural, no artificial, y hay que utilizarlo con naturalidad, sin abusar, para mantener equilibrado el organismo toda la vida ya que segrega determinadas sustancias químicas, hormonas y neurotransmisores. La moderación hace que funcionen mejor los sistemas motivacionales y de recompensa del cerebro que activan grupos neuronales.

Placer: ni abandonarlo ni abusar de él

–¿Puede desgastarse el placer?
–Desencadena ciertas sustancias en el organismo y cuando abusamos de estos mecanismos pueden perder actividad por fatiga o bien provocarnos una adicción, de modo que el placer se convierte en una necesidad. Esto sucede con las drogas, las pantallas, internet o el tabaco: el cuerpo necesita como un medicamento lo que considera placentero. Pero también al envejecer perdemos la capacidad de desear ciertos placeres, reconocerlos o experimentarlos.

–¿Cómo se puede mantener en forma más tiempo?
–Manteniendo activos ciertos circuitos motivacionales (motivaciones) que pueden ser de naturaleza incentiva, como la lectura, o de naturaleza homeostática, como la sed. Estas motivaciones las podemos perder o ver reducidas si se altera el circuito de la dopamina o no las hemos mantenido en forma. Cuando del deseo pasamos al placer se activan las encefalinas y endorfinas, sustancias que tampoco tenemos garantizadas de por vida porque se deterioran.

Stop pantallas. Necesitamos interactuar con las personas

–El juego el online, el porno o los videojuegos empiezan a consumirse a edades tempranas. ¿Enganchan más por el fácil acceso a la tecnología?
–Sí, el placer hoy día puede engancharnos a través de internet. El cuerpo se acostumbra a trabajar con una gran cantidad de información, no solo para obtener conocimiento, y cuando no la tiene ya funciona mal. La gente no puede pasar horas y horas delante de las pantallas. Hay que interactuar con las personas y tener otro tipo de estímulos. Estamos comprometiendo nuestra salud con las tecnologías. Por eso la gente debe saber cómo funciona su cuerpo.

–La motivación es muy importante para querer seguir viviendo y motor de la longevidad, dice en su libro.
–Sí, porque las motivaciones nos generan también un bienestar somático vital. Nuestro cuerpo se encuentra mejor cuando estamos disfrutando y la ilusión es un motivo más para seguir porque nos da energía más allá de la propia inercia de vivir, especialmente si eres mayor o estás enfermo.

Las novedades hacen producir dopamina al cerebro

–En el libro habla de la dopamina y la oxitocina, ambas hoy medicamentos. ¿Pueden usarse libremente?
–Los enfermos de párkinson tienen baja la dopamina en el cerebro y e medicamento L-Dopa hace que la fabriquen. Así reducen sus problemas motores y, aunque no les aumenta el placer, sí las ganas de buscarlo. La oxitocina se vende hoy en espray nasal y pese a ser una hormona prosocial también puede tener efectos negativos y provocar "sectarimo parroquial" porque nos hace ser menos solidarios con los que no son de nuestro grupo. Por eso no se la puede llamar la hormona del amor. Antes hay que intentar conseguir ciertos efectos de manera natural.

–¿Cuándo fabricamos dopamina de forma natural?
–Cuando nos enfrentamos a novedades, a estímulos nuevos, a cambios en nuestra vida. Apuntarse a yoga o aprender un idioma pueden resultar estímulos muy útiles. Sin dopamina se alterará nuestra memoria pero con las novedades, el cerebro empieza a producir dopamina sin medicamentos.