A pesar de su nombre, el codo de tenista no es algo que afecte solo a quienes juegan con la raqueta, es algo bastante común en las personas que realizan movimientos repetitivos con el brazo. El codo de tenista puede causar dolor al doblar o estirar los brazos o al agarrar o levantar objetos. En la mayoría de casos, el dolor se pude aliviar sin tener que recurrir a tratamientos invasivos.

Codo de tenista: qué es y por qué ocurre

El codo de tenista (epicondilitis lateral) es una lesión en los tendones y músculos que hay en la zona del codo, normalmente causada por un uso excesivo.

Los huesos que conforman el brazo (húmero, radio y cúbito) se unen entre sí en la articulación del codo. Los tendones mantienen unidos a estos huesos los músculos que nos permiten estirar y flexionar el brazo, girar la muñeca o mover los dedos de las manos.

Mover de forma repetida la articulación del codo o cargar peso puede hacer que aparezcan desgarros en los músculos o una inflamación en los tendones.

Practicar determinados deportes (como el tenis, los bolos o el béisbol) o realizar ciertos trabajos (por ejemplo, peluqueros, cocineros o músicos) o tareas (cargar a los niños, utilizar el ordenador mucho rato) son las causas más habituales del codo de tenista, una patología que suele a afectar más a las personas de entre 30 y 50 años. Normalmente, el codo de tenista afecta al brazo dominante.

Codo de tenista: síntomas

Algunos síntomas pueden alertarnos de que sufrimos codo de tenista.

  • Dolor en el codo. El primer síntoma del codo de tenista suele ser dolor recurrente en la cara externa del codo que aparece al realizar acciones cotidianas (por ejemplo, al girar el pomo de una puerta o abrir una botella) o levantar algo de peso. Puede aparecer también rigidez o dolor al extender el brazo.
  • Hinchazón en el codo. Con el paso del tiempo, el dolor puede empeorar y puede extenderse hacia el brazo y el antebrazo y es posible que la articulación del codo esté hinchada y sea sensible al tacto.
  • Pérdida de fuerza de agarre. También puede notarse una falta de fuerza al agarrar o sostener objetos como el bolígrafo o una llave, o simplemente al dar la mano a alguien.

Codo de tenista: tratamiento y remedios naturales

Lo principal para que el dolor no se cronifique es evitar, en la medida de lo posible, los movimientos repetitivos que han causado el codo de tenista y usar una técnica adecuada para coger peso o realizar tus actividades.

Cuando el dolor es agudo, el tratamiento va dirigido a reducir el dolor y la inflamación. Para ello, es recomendable:

  • Reposo: disminuir o detener la actividad durante un tiempo para dar tiempo a que los tejidos se recuperen.
  • Hielo en la parte externa del codo para bajar la inflamación (no debes aplicarlo directamente sobre la piel, utiliza una tela para envolverlo). Una opción es aplicarlo durante 20 a 30 minutos cada 3 a 4 horas durante 2 a 3 días o hasta que desaparezca el dolor.
  • Compresión: usar un vendaje para el antebrazo puede reducir la tensión sobre el tejido lesionado.

Las plantas con propiedades analgésicas y antiinflamatorias pueden ayudarte a reducir el dolor. Algunas de las más útiles para los dolores musculares son el árnica, el viburno, el harpagofito o la cayena.

Cuando no estás en una fase aguda, realizar masajes o estiramientos (supervisados por un profesional) te ayudará a facilitar la llegada de la sangre a los músculos y tendones lesionados y, con ello, del oxígeno y nutrientes necesarios para reparar los tejidos.

Cuando no hay dolor, los ejercicios de fuerza ayudan a fortalecer los músculos y el tendón. Para ello, puedes utilizar mancuernas poco pesadas o bandas elásticas.

La acupuntura y la punción seca (técnica consiste en introducir una aguja en el músculo a través de la piel) también son eficaces en muchas personas con codo de tenista.

Por otro lado, las ondas de choque(parecidas a las que se utilizan para disolver los cálculos renales) son ondas sonoras que provocan microtraumatismos que favorecen los procesos de curación naturales del cuerpo.

La gran mayoría de casos (entre el 85% y el 95%) suelen remitir con las medidas adecuadas. En algunos casos, no obstante, pueden plantearse tratamientos más invasivos (como infiltraciones o plasma rico en plaquetas) o incluso la cirugía.