Los rasgos de la personalidad o el apoyo social afectan a parámetros biológicos, afectivos, cognitivos y de comportamiento.

Lo sabemos y, por primera vez, podemos predecir de forma eficaz qué personas, con qué personalidad o forma de afrontamiento, con qué enfermedad o tipo de tumor u órgano afectado pueden beneficiarse de algún tipo de intervención psicosocial, de apoyo, expresiva o existencial.

El potencial de la mente para vencer la enfermedad

Una respuesta psicológica es capaz de modular el eje de los sistemas nervioso-endocrino-inmunitario y dirigir un tsunami de citocinas, neurotransmisores y hormonas. Estos usarán a su vez miles de proteínas y reguladores de crecimiento celular, lo que determinará la presencia de enfermedad o no, y la progresión o la curación.

Pero incluso a sabiendas de su tremendo poder, el sistema inmunitario es capaz de mostrarse sumiso a otros mecanismos que lo controlan: el comportamiento, la actitud y la intención, herramientas disponibles en manos de nuestra consciencia.

En nosotros reside un potencial para influir en una enfermedad física desde la mente.

Y tenemos la certeza de que la psicoterapia y el apoyo emocional suponen piezas fundamentales en el proceso que lleva desde el cambio mental hasta el cambio de la enfermedad, movilizando todas las herramientas que el organismo nos brinda.

Este potencial permite entender el milagro de las regresiones espontáneas de tumores avanzados y la continua catarata de casos clínicos de curaciones "imposibles", de enfermedades autoinmunes curadas cuyos antiguos diagnósticos ahora se cuestionan, de enfermedades genéticas cuyos genes y su expresión fueron controlados por la fuerza epigenética de la consciencia.

La ayuda de la psicoterapia y el apoyo social

Los estímulos agradables, placenteros y felices que la vida nos brinda se convierten en potentes inmunoestimuladores y mejoran el estado de ánimo.

A nuestro sistema inmunitario le gusta que lo cuiden y hasta que lo mimen y, por supuesto, que evitemos aquellas cosas que no le sientan bien, y muy especialmente las más venenosas, como los pensamientos de rabia, ira, pesimismo o desilusión. Es posible influir en él a través de imágenes mentales y pensamientos positivos.

Y esta comprobación ha hecho prestar especial atención al efecto de la psicoterapia y la intervención psicosocial. Hoy, una terapia psico-neuro-inmunológica es posible. Los niveles de cortisol, prolactina, células NK, CD4 o CD8 pueden y deben ser modulados sin recurrir a drogas ni trasplantes.

Los efectos psicológicos, biológicos e inmunológicos son abordables desde el diálogo y la tierna caricia de nuestro triángulo de paz, amor y libertad; es decir, de nuestros sistemas nervioso, endocrino e inmunitario.

La mejor farmacia está en tu mente

He aquí la farmacopea que lo alimenta y lo aviva: encontrar el significado de la vida, una sexualidad plena y sin complejos, el sueño en apropiada cantidad y calidad, una visión positiva de la vida, una buena autoestima, cuidar la dieta, hacer ejercicios de relajación, actividad física moderada, un modo de expresarse emotivo donde campen el juego, la risa, el amor y la felicidad, contar con apoyo social y hacer meditación todos los días.

La relajación es otro ejemplo. Con ella no solo disminuye el consumo de oxígeno y aumenta el óxido nítrico exhalado, sino que también disminuye el distrés psicológico y es posible producir cambios genómicos en el metabolismo celular.

Entendemos con este ejemplo el auténtico poder curativo que poseen la meditación, la oración, el yoga, el taichí, los ejercicios respiratorios, la relajación muscular progresiva, el biofeedback, la visualización guiada, o el chikung... Potentes herramientas de un laboratorio molecular que no utiliza sondas ni probetas, sino solo la poderosa herramienta de la relajación.

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Las personas optimistas viven más que las pesimistas. Es una intuición comprobada que tiene que ver con la modulación del sistema inmunitario. Pero el optimismo no siempre ejerce un efecto protector sobre el sistema inmunitario; lo hace ante estresores sencillos, pero no ante estresores difíciles.

Es decir, no podemos dejar de tener los pies en el suelo, porque unos gramos de realismo nos van a ayudar a nosotros y a nuestro sistema inmunitario: la disponibilidad de recursos y no esconder la cabeza bajo el ala es la manera de salir del atolladero.

El sistema inmunitario, tu puente con la consciencia

El sistema inmunitario es el auténtico enlace entre la consciencia y la materia. El estado inmunitario de una persona –que varía con el tiempo y las circunstancias– perfila las experiencias, las enfermedades y su evolución. Y a través de la historia de esa persona, encarnará literalmente y servirá de filtro entre la vida y nuestro organismo.

Este sistema es el órgano con el que percibimos el Yo; constituye un rasgo personal que prolonga nuestra personalidad. Bajo condiciones adversas, cada tipo de estrés físico o psicológico produce un patrón específico de impacto que recibe el órgano más próximo según el sistema de creencias propio.

Por un lado, los genes son regulados por señales ambientales, y las células leen su ambiente, analizan la información y seleccionan el comportamiento adecuado para mantener su supervivencia y función. El sistema nervioso –en forma de emociones y pensamientos, creencias y conductas– envía sus mensajeros a través del sistema endocrino, que informa y alienta al inmunitario.

A su vez, el sistema inmunitario actúa como un sexto sentido traduciendo el campo de bioinformación holográfica y expresándolo a través de los portales físico, mental y espiritual mediante cada linfocito. Y estos, como neuronas ambulantes, actúan como órganos de los sentidos para informar al cerebro de lo que está pasando en cada rincón del organismo.

Mejorar tus defensas y tu salud con la mente

La salud, entendida como una condición genérica, presente estructuralmente, que se expresa diferencialmente en cada persona y en una sociedad concretas, consiste en tener un sentido claro del Yo. Y el sistema inmunitario es su órgano perceptor, como un auténtico sexto sentido en acción.

El rasgo inmunitario personal representa, entonces, un carné de identidad personal, del que depende la respuesta vital de cada uno.

¿Puede, entonces, afectar el pensamiento de cada uno a su sistema inmunitario? ¿Puede la consciencia afectar a la materia? ¿Podemos utilizar deliberadamente la intención para mejorar nuestro sistema inmunitario?

La respuesta, con los conocimientos alcanzados y expuestos aquí, es que sí: la mente puede sanarnos, y enfermarnos.

El efecto de la consciencia, el estímulo mediante la percepción, el pensamiento y la intención disponible en la punta de los dedos y de las neuronas, es capaz de influir sobre el sistema inmunitario de mil maneras extensamente exploradas: a través de imágenes mentales, de la expresión emotiva, el amor, la risa, el juego o la felicidad...

Todas ellas y muchas más son grandes moduladoras del sistema inmunitario, auténticas fuerzas terapéuticas y elementos esenciales para la estabilidad y el desarrollo de cada persona.

Sirva como despedida una reflexión sobre cómo puede ayudarte la meditación, así como la invitación a que difundas estos conocimientos a quien los pueda aprovechar, pero sobre todo a que los pongas en práctica para que esa dichosa mezcla de amor, meditación y consciencia hagan florecer tu alma, te hagan fluir en todo momento como el agua fresca y pongan una gran sonrisa sobre tu faz.

Cómo ayuda la meditación a tu sistema inmunitario

Cuando sufrimos estrés, el cerebro y los órganos periféricos segregan hormonas que se fijan a los receptores de las células de distintos órganos del cuerpo, del cabello, la piel, los intestinos… Asimismo, se fijan en los receptores de los macrófagos y los mastocitos (células que están por todo el cuerpo) y, tras esta unión, se liberan unas sustancias llamadas citoquinas que provocan lo que conocemos como "inflamación".

Cuando el estrés se hace crónico, se genera una inflamación descontrolada que produce radicales libres, que acaban dañando las células.

Según el doctor Ignacio Umbert, especialista en dermatología e inmunología, director del Instituto Umbert, ubicado en el Clínica Corachán de Barcelona, esto tendrá su repercusión en los genes produciendo diferentes enfermedades. De ahí la importancia de meditar, pues la meditación favorece que el cerebro actúe de manera ordenada y coordinada, y en consecuencia las hormonas del estrés se segregan a niveles más normales o bajos.

Además, la práctica regular de la meditación regula el sistema neuro-inmuno-endocrino. De hecho, la meditación, el deporte y la nutrición son las mejores armas para proteger nuestra salud, según el doctor Ignacio Umbert.

Así, datos médicos publicados indican que quienes han meditado durante cinco años sufren un 80% menos enfermedades cardiovasculares y un 73% menos de otras afecciones menores, y segregan más hormona DHEA, la hormona de la juventud: un 47% más en las mujeres y un 23% en los hombres.

Por eso, la Clínica Corachán cuenta con una Unidad de Meditación donde se trabaja con posturas corporales, técnicas de respiración, mudras y mantras. Según Inés Sagué, responsable de la unidad, el objetivo de estas técnicas es centrarse en reducir el estrés y favorecer la circulación de la energía y de la sangre a los órganos y tejidos.