Hace más de 10 años que me hice casa de acogida al tomar conciencia de la urgente necesidad que padecen cientos de miles de animales en nuestro país.

Hablamos de un abandono cada 3 minutos, de perreras saturadas de perros y gatos aterrorizados que son matados después de 10 días si nadie les ofrece una oportunidad, de los arcenes de nuestras carreteras llenos de cadáveres de animales que lucharon desesperadamente por reencontrarse con sus familias hasta el último momento.

Animales abandonados, un problema sistémico

Desde entonces han pasado por mi hogar cientos de animales abandonados: perros que habían sido apaleados, que habían sufrido intentos de ahorcamiento, que se estaban dejando morir de hambre después de que su familia los abandonara en una perrera tras 12 años a su lado, gatos quemados, con la mandíbula rota a patadas, con fracturas por atropello, ciegos por no haber recibido atención veterinaria, hámsters cubiertos de pegamento para que murieran asfixiados, conejos tirados en la carretera, cobayas abandonadas en una estación de Metro.

He tenido que aprender a curar heridas abiertas, a poner inyecciones, a dar papillas con jeringa, a cortar hemorragias, a curar ojos que supuran.

Pero lo más difícil de ser casa de acogida es mirar de frente a la crueldad humana que se materializa en cada uno de esos cuerpos raquíticos encogidos de miedo y dolor. Las casas de acogida y las asociaciones protectoras prestamos, además, especial atención a las heridas invisibles; las psicológicas y emocionales, que son las más profundas del abandono.

Después, cada animal encuentra una familia adoptiva y comienza una nueva vida. Entonces pienso que no hay nada más hermoso que regalar segundas oportunidades y que la mejor venganza es ser felices.

Más animales desamparados que familias dispuestas a adoptarlos

Pero el abandono es un problema sistémico que es necesario comprender para señalar adecuadamente el origen si queremos ponerle solución.

El número de animales que necesitan hogar es muy superior al de familias dispuestas a ofrecerlo y esto se explica porque, a pesar de las escalofriantes cifras de animales que esperan adopción en los refugios, se siguen criando animales para su venta.

Entonces comienza el ciclo sin fin por el que los criaderos exponen preciosos cachorros en los escaparates de los centros comerciales y los venden sin ningún control a cualquier persona que sienta el deseo de pagar por ello.

Así, miles de familias cada año compran animales de forma impulsiva, irreflexiva y sin ser adecuadamente informadas de todo lo que supone responsabilizarse de la vida de un nuevo miembro que nos acompañará muy probablemente más de una década.

Puppy mills: las fábricas de cachorros

La compra-venta de animales es, además, un negocio turbio e insuficientemente regulado del que continuamente salen a la luz distintos escándalos por maltrato animal. Las “puppy-mills” o fábricas de cachorros son uno de los fenómenos que se vienen denunciando históricamente desde el mundo de la protección animal.

Naves oscuras y sucias donde hembras de todas las razas viven encerradas dando a luz una y otra vez, cachorros enfermos que mueren durante el transporte o a los pocos días de ser adquiridos por las familias por infecciones no tratadas o virus contraídos por las malas condiciones higiénico-sanitarias.

Es habitual que los criaderos mantengan a los animales en condiciones de hacinamiento e insalubridad, sin recibir la atención veterinaria que necesitan ni una socialización adecuada. Para reducir el trabajo de limpieza, los perros suelen vivir en jaulas con suelos de alambre, lo cual les provoca deformaciones en las patas y heridas en la piel.

Muchas de las hembras utilizadas como reproductoras en estas fábricas de cachorros son abandonadas en condiciones de extrema gravedad o directamente matadas cuando sus partos son menos numerosos, generalmente a partir de los 4 años de edad.

Ejemplo de ello es Molly, una golden retriever a la que conocí cuando apareció atada en la puerta de un refugio procedente de un criadero. Estaba llena de restos de excrementos, de tumores por todo el cuerpo, tenía las mamas en carne viva y no conseguía ponerse en pie. Molly necesitó rehabilitación para aprender de nuevo a caminar porque había pasado su vida en una jaula y la atrofia de sus músculos le impedía coordinar siquiera dos pasos seguidos.

Acabar con la compra-venta para frenar los abandonos

El negocio de la compra-venta de animales es la causa principal de la problemática del abandono y lo es por varias razones.

En primer lugar, porque cosifica a los animales exponiéndolos como si de objetos se tratase en los escaparates y transmitiendo la idea de que un perro, un gato, un hámster o un pez es algo que se compra y se devuelve como cualquier otro bien material. Ofrece a los animales como cosas y el resultado es que buena parte de la sociedad sigue tratándolos así hasta el final de sus días.

En segundo lugar, porque para acceder a un animal solo es necesario tener dinero suficiente para pagarlo. Es decir, no existe ningún tipo de control, ni seguimiento, ni obligación por parte de quien compra, de manera que el destino de los animales es completamente incierto.

Los refugios se encuentran saturados, las perreras municipales matan animales a diario por la falta de espacio, las casas de acogida no dan abasto para socorrer nuevos casos, pero los criaderos de animales no cesan en su actividad y continúan enriqueciéndose a costa de la seguridad y las vidas de cientos de miles de animales.

Ya en 2011 la ciudad de Los Ángeles fue pionera en EEUU prohibiendo la crianza comercial de perros, gatos, conejos y pollos y su venta en tiendas de animales. En su lugar, los refugios trabajan con tiendas autorizadas para que éstas den en adopción a los animales de los refugios. También en Canadá encontramos varios ejemplos como Richmond, que en 2010 prohibió que perros y gatos se pudieran vender en las tiendas de animales, o Toronto, que prohibió en 2011 la venta de animales procedentes de criaderos.

Es urgente atender la problemática del abandono en un país como España donde según datos de la Fundación Affinity fueron rescatados 137.000 animales de las calles en 2016.

Esto supone que entre las asociaciones protectoras y las perreras municipales se atendió a casi 400 animales al día durante todo el año. Y esto sin contar a todos los que no aparecen en los registros porque no tuvieron la suerte de recibir ayuda a tiempo.

Actúa y adopta

Los animales con los que convivimos necesitan políticas que verdaderamente pongan fin al abandono:

  • Una regulación estricta que prohíba la cría de animales para su venta.
  • Campañas que conciencien a la población sobre la importancia de la esterilización para evitar camadas no deseadas así como un fácil acceso a ello para las personas con menos recursos.
  • Y, sin duda, el fomento de la adopción como única opción aceptable para incluir un nuevo miembro en nuestras familias. Porque los amigos no se compran, se adoptan.

Y si buscas el amor verdadero, te está esperando en la protectora más cercana.