Si tienes buenos sentimientos hacia los animales, por pequeños que sean, no deberías limpiar tu jardín de manera impoluta durante el otoño. Las hojas, los montones de maleza y las flores muertas no deben eliminarse por completo porque proporcionan refugio y comida a muchos animales a lo largo del duro invierno. Puedes hacer mucho para conservar esta biodiversidad.

1. Crear cobijos con ramas para todo tipo de animales

Los arbustos y los restos de flores, por ejemplo, proporcionan la mejor comida para los pájaros. Los comedores de cereales, como los pinzones, los banderines y los jilgueros, se alimentan de las semillas en las flores secas.

Los arbustos como el viburnum y las rosas caninas también proporcionan alimento para los pájaros hambrientos. Las flores viejas y los tallos de las plantas ofrecen a muchos insectos la oportunidad de pasar el invierno. Las abejas silvestres, por ejemplo, ponen sus huevos en tallos de plantas secos y en otros huecos. Las larvas pasan el invierno allí y eclosionan el año siguiente.

Con las ramas y ramitas resultado de realizar la poda de los árboles y arbustos se puede hacer una pila en una esquina del jardín. Encima se pueden colocar las hojas viejas. Así habrás construido un lugar ideal para que hibernen lo erizos. Además, los sapos y lagartijas encontrarán refugio y comida entre las ramas.

2. Dejar una capa de mantillo para proteger suelo y raíces

El mantenimiento del jardín produce desechos orgánicos adicionales que se pueden eliminar de manera respetuosa con el medio ambiente. Los recortes de césped, las hojas y las ramitas trituradas pueden convertirse en mantillo. Una capa de mantillo de unos tres a cinco centímetros de espesor, protege el suelo y las raíces de las plantas.

El mantillo también evita que las hierbas silvestres no deseadas vuelvan a crecer y evita que la tierra se seque.

El material orgánico también proporciona a las lombrices de tierra y a los organismos del suelo abundante alimento. Este humus es el más valioso de los nutrientes, un fertilizante natural para las plantas.

3. Sembrar bulbos para alimentar a pequeños insectos

El otoño también es el momento adecuado para distribuir los bulbos de floración temprana por el jardín. Piensa que insectos como las abejas y los abejorros se alimentarán en las campanillas y los crocus en primavera. Recuerda que debes hundirlos unos cinco centímetros en el suelo. En primavera, se convertirán en hermosas flores.

Las flores de bulbo más grandes, como los tulipanes y los narcisos, se ven hermosas en pequeños grupos de hasta 15 plantas y pueden florecer hasta bien entrado el mes de mayo. Al sembrar, los bulbos se deben enterrar un poco más profundamente en el suelo, al menos el doble del tamaño del bulbo.

4. Usar un rastrillo en lugar de un soplador de hojas

Los sopladores y los aspiradores de hojas dañan el medio ambiente y la salud a través del ruido y los contaminantes y alteran el equilibrio natural.

Estos terribles aparatos, que a menudo torturan a los vecinos en manos de empleados municipales, zumban con más de 100 decibelios, un sonido tan fuerte como un martillo neumático. Y emiten gases nocivos como hidrocarburos y óxidos de nitrógeno.

La biología del suelo también se ve seriamente afectada por los sopladores de hojas, pues succionan o arrastran a más de 220 kmh los insectos que vivían tranquilamente entre las hojas marchitas. Destruyen las semillas de muchas plantas y dificultan la formación del humus que debería nutrirlas.

Los pequeños animales que viven en el suelo, como los gusanos, las arañas y otros insectos y pequeños mamíferos, pierden su alimento y el hábitat. Además la capa superior de la tierra se ve desprotegida frente a la desecación y el frío extremo.

Es mucho más recomendable el uso de los tradicionales rastrillos, que no acaban con los insectos, dejan los restos vegetales pequeños y solo recogen los grandes, que puedes llevar a la pila de compost. No emiten ni ruido ni tóxicos y te ayudan a hacer un ejercicio físico muy saludable.