Sri Mata Amritnandamayi Devi nació en 1953 en una pequeña aldea de pescadores al sur del estado de Kerala. Desde niña se dedicó a escribir y componer cantos.

Su dedicación al mundo espiritual y su entrega hacia los demás le valieron el reconocimiento de sus vecinos y, a finales de los años setenta empezó a tener discípulos, locales y extranjeros.

En 1993, Amma fue elegida una de las presidentas del Parlamento de las Religiones del Mundo, celebrado en Chicago. Dos años más tarde fue invitada para hablar en el 50 aniversario de la creación de las Naciones Unidas.

En el 2002 las Naciones Unidas le concedieron el prestigioso premio Gandhi-King a la No-violencia.

Amma ha impulsado una amplia red de actividades caritativas por toda la India, aunque es en Kerala, al sudoeste del país, donde se centra su labor humanitaria más importante.

Los voluntarios de la organización no gubernamental Mata Amritanandamayi Math, presidida por Amma, trabajan en la creación de centros escolares, en la gestión de orfanatos y centros médicos, la construcción de viviendas gratuitas, la instalación de alumbrado y suministro de agua potable, y en el reparto de comida entre las familias sin recursos económicos.

También imparten formación específica para que las personas menos favorecidas puedan entrar en el mercado de trabajo y puedan mejorar su calidad de vida.

De ojos alegres y sonrisa perenne, Amma es muy querida dentro y fuera de su India natal. Amma respondió amablemente a nuestras preguntas.

El poder de los abrazos

–¿Por qué se dedica a abrazar a las personas?
–Mi propósito es despertar el amor y la maternidad dentro de cada ser, sea hombre o mujer. Los seres humanos nacen para experimentar este amor puro, divino, pero hay una ausencia de este amor en el mundo. Da igual cuál sea la sociedad, religión o cultura, hoy existe un déficit de ese amor. Mi abrazo no solo es un abrazo físico sino que pretendo abrazar para despertar en cada persona su naturaleza interior. Es un regalo que quiero ofrecer a todas las personas y lo hago mediante el abrazo, pero también con la meditación, los cantos...

Igual que al sol no le hace falta la luz de una vela, a Dios no le hace falta nada de nosotros, pero creo que al ofrecer ayuda a los que realmente la necesitan estoy sirviendo a Dios. Para mí todo es Dios, por eso sirvo, en la medida de mis posibilidades, a todas las personas, porque entiendo que cada una de ellas es Dios. Mi misión no es más que servir y dar amor a todos.

–¿Qué siente cuando abraza a una persona?
–Si ves cien cazuelas llenas de agua, ves cien soles reflejados, pero en realidad es el mismo sol que se refleja cien veces. Del mismo modo, yo veo a cada persona como un reflejo de mi propio ser y, por tanto, lo amo tanto como me puedo amar a mí misma. Por ejemplo, si te haces daño en tu mano izquierda, al instante tu mano derecha se dirige a la izquierda para ayudarla o aliviarla porque sientes que ambas son tuyas, son un todo. Cuando abrazo siento lo mismo.

–¿Qué cree que busca una persona cuando acude a usted para ser abrazada?
–Depende de cada persona. La mayoría viene por una búsqueda espiritual, para intentar profundizar en su espiritualidad. Otras personas acuden por problemas personales, emocionales, laborales... y me ofrecen sus problemas, con honestidad y sin esconderse.

–¿Cómo ve usted el mundo donde vivimos?
–En el mundo de hoy la gente está quedándose atrapada en sí misma y no se entrega a los demás. La solución es abrir su corazón, pero tampoco saben que la llave para abrirlo está dentro de ellos mismos. Cuando hablo y abrazo a una persona puedo sentir su dolor como si fuera mío, su alegría como si fuera mía, y veo también y quiero hacerles ver que su fuerza reside en su interior, que no deben buscarla fuera. Mi propósito es despertar la conciencia de cada persona para que busque su propia energía vital.

–¿Cuándo se dio cuenta del poder de su abrazo?
–Ante todo quiero señalar que no soy la única que ha recibido este regalo, esta capacidad está dentro de cada uno de nosotros. Todos tenemos ese potencial divino, solo depende de cómo usamos esa energía interior. Por ejemplo, un transportista y un científico emplean la misma herramienta, la cabeza, pero lo hacen con distintas finalidades. Lo mismo ocurre con ese potencial divino, cada persona lo utiliza de forma diferente.

Una vida entregada a los demás

–¿Recuerda cómo empezó su labor humanitaria?
–Empezó en mi aldea, en la costa de Kerala (India), donde la mayoría de los habitantes eran pescadores y dependían totalmente del mar para vivir. Si no conseguían suficiente pescado para comer, aquel día pasaban hambre. Cuando tenía 7 u 8 años solía visitar unas cincuenta casas al día para colectar dinero para dar de comer a las vacas de mi casa.

Cuando iba a los hogares veía cómo vivían las familias, unas en la abundancia y otras en la hambruna. Otras personas estaban enfermas, algunos ancianos habían sido abandonados por sus familias... No había control de natalidad, por lo que muchas familias tenían 10 u 11 hijos y no podían alimentarlos. Así que empecé a dar comida de mi propia casa a las familias, a los ancianos solos... mientras me preguntaba por qué unos tenían tanto y otros no tenían nada.

La respuesta tradicional en la India es que la gente sufría por su karma, por sus acciones pasadas. Pero no me quedé satisfecha con esta respuesta. Por ejemplo, si ves que alguien se cae en un bache puedes quedarte mirando y no hacer nada pensando que así lo ha querido su karma, o bien ofrecerle la ayuda que necesita para levantarse de nuevo. Resignarse ante los hechos no me basta, no es suficiente. Se puede hacermucho en favor de otra persona, pero hay que querer hacerlo de verdad.

–¿Cómo podemos abrirnos más a los demás y mejorar como personas?
–La mayoría de la gente basa su vida en la emoción y esta debe equilibrarse con la mente y con la contemplación. Para conseguir ese equilibrio cada persona debe centrarse en un camino específico, no probar muchos caminos sin adentrarse en ninguno, pues se quedan en la superficie. Si una persona se centra en una única dirección puede acumular mucha energía vital.

Con un ejemplo quizá se puede entender mejor: podemos ser como un río con riachuelos, que poco a poco va perdiendo caudal y, por tanto, fuerza (así sucede cuando pensamos muchas cosas en todo momento), o bien podemos mantener todo el caudal en el mismo río para que genere mucha energía y esta pueda ser bien aprovechada. Las personas tenemos una capacidad energética interior infinita, pero muchas veces no sabemos cómo canalizarla o simplemente no sabemos reconocerla ni valorarla.

–¿Y por qué cree que sucede esto?
–Según el ayurveda hay tres tipos de personas en el mundo, que se denominan con palabras sánscritas: tamásicas, rajásicas y sátvicas. La gente tamásica está adormecida, vive entre ensoñaciones; la persona de tipo rajásico es muy activa, pero está demasiado pendiente de su ego; y en la gente sátvica prevalece el corazón puro y, por eso, la energía divina se hace más patente. Es como si tuviéramos distintas bombillas con diferentes niveles de luz. Así, la gente muestra esa luz divina con distintas intensidades.

Muchas religiones usan el ejemplo de que somos un lápiz de Dios, que nos usa para hacer su obra. Todas las prácticas espirituales, todas las religiones existen para ayudar a crear a cada persona su espacio de silencio interior del que deben brotar todas sus acciones. Si tienes un puñado de semillas en la mano, estas no brotarán si antes tú no las has plantado en la tierra. De la misma manera, las enseñanzas espirituales no son cosas que se leen en un libro y ya está sino que son enseñanzas que deben cultivarse cada día.

Buscar la unidad

–Pero hay conflictos que parecen provenir de la religión...
–El propósito de una religión es ayudarnos a observar la verdadera naturaleza de todas las cosas mientras permanecemos constantemente en la profundidad de nuestro auténtico ser. En ese estado, todas las diferencias desaparecen. No hay un único camino que lleve hacia Dios.

"Lo dañino no es que haya muchas religiones y creencias, sino pensar que son diferentes y que una de ellas es superior a las demás."

–Detrás de su abrazo ha surgido todo un movimiento de voluntariado y de ayuda a los demás. ¿Cómo nació esta organización altruista?
Surgió como una flor. No fue nada organizado, todo fue espontáneo. Por ejemplo, si alguien tiene hambre no puedes solo cantarle una canción, tienes que hacer algo para ayudarle a conseguir alimento. Primero hay que cuidar el cuerpo para que las personas estén dispuestas a escuchar verdades espirituales. Para mí no hay diferencia entre lo material y lo espiritual, son lo mismo, pues la vida espiritual nos enseña cómo vivir equilibradamente en un mundo material, cómo avanzar en la vida cuando se presenta cualquier obstáculo, cómo salir fortalecidos de las experiencias amargas.

Por ejemplo, si una persona que sabe nadar se adentra un poco en el mar seguramente esta actividad le proporcionará una experiencia gratificante y divertida, pero si arrojas a alguien al mar y no sabe nadar puede resultar una experiencia horrible en su vida. De la misma manera, si tenemos una fuerte base espiritual disponemos de herramientas válidas para afrontar y, muchas veces, vencer los obstáculos de la vida.

Tras entrevistarla, me abrazó, o más bien dicho, nos abrazamos. Un abrazo cálido, envolvente y sincero.

Nada más hacerlo, sentí dos cosas: el aroma a sándalo de sus ropas blancas, y la ternura y el amor que transmite mi verdadera madre cuando me abraza, Quizá por eso se la conoce popularmente con el sobrenombre de Amma: Madre.